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5th Mar 2011 from Twitlonger




“Los Secretos de la marcha del 4 de marzo, 2011”

La derrota humillante del uribestismo


Hace dos días le prometí a Erika Salamanca que le comentaría los errores de la marcha y como seré escueto y directo, como he sido conocido, debo aclarar algunos términos que utilizaré.

Considero que una cosa es el uribismo, un movimiento caudillista de origen provinciano que justifica los intereses de la clase agropecuaria de nuestra sociedad colombiana, y otra cosa son los que ya familiarmente nos hemos acostumbrado a llamar uribestias, sin ninguna intención ofensiva, sino descriptiva de una conducta fanática y poco pensante, arrastrada por mucha pasión y poca razón. Debo notificar, como en las películas, que en la redacción de este análisis no se torturó ni se le hizo daño a ninguna bestia real o imaginaria.

Tengo 18 años y pertenezco a una generación bastante bien informada con una vida muy dinámica y rica. Por lo tanto para mí Erika Salamanca es una vieja, porque la juventud es hasta los 25 años y después de esa edad es muy difícil negar que se es un adulto. Me imagino que para alguien que tenga 80 años Erika Salamanca debe ser una bebita. Esas apreciaciones son relativas.

Uso las palabras imbéciles, estúpidos y pendejos, porque las considero castizas y muy expresivas, pero si alguien quiere reproducir mi análisis a las masas autorizo aquí para que las cambie por otras que parezcan menos pecaminosas como tontos, bobos y caídos del zarzo.

He titulado a mi análisis “Secretos” porque nació al interior de la derecha y no creo que sean tan abiertos como para compartir afablemente estos hechos con otros y menos con la izquierda. Claro que en la vida nunca hay secretos.


Primer secreto (primer error):

Me llamó poderosamente la atención notar que Erika Salamanca respondió automáticamente al llamado de la directora de El Colombiano, Ana Mercedes Gómez Martínez, por una agitación en las cadenas sociales cibernéticas de una marcha contra las FARC con la disculpa de exigir la liberación de todos los secuestrados, que es el fín del secuestro.

Me pareció anti ético y fuera de su responsabilidad que la directora de un órgano informativo se convirtiera en una agitadora social y que usara el editorial del periódico abiertamente a esos fines. Me pareció una salida en falso y una transgresión de los intereses informativos por la creación de eventos para propaganda. Mi idea de un periódico es la de informar no la de crear espectáculos informativos y propagandísticos.

Cuando ví que Erika Salamanca llevó esa misión al universo cibernético me dí cuenta que carecía de juicio y que no era una persona que reflexionara sobre lo que se le proponía, sino que lo aceptaba si era parte de la lealtad al ex presidente Uribe, por quien ella confiesa una adoración que se ha convertido en su carrera profesional.

La directora de El Colombiano ya había expuestos sus ideas a las directivas del periódico y había consultado con personas interesadas en la aventura cibernética, mucho antes de su editorial de lanzamiento. Eso coincidencialmente sucedió antes de que Erika Salamanca escribiera sus inocentes razones para la marcha. Cuando esto sucedió El Colombiano inmediatamente publicó notas sobre la gran empresa en que se embarcaba Erika y lo mostró como esfuerzos coincidentes y paralelos.

Los anotados errores de Ana Mercedes y de Erika me mostraban a las claras que la idea había nacido muerta.

Al día siguiente de la primera nota periodística, por no decir propagandística, de El Colombiano, Claudia Ruiz escribió en El Tiempo una crítica aguda y certera a las ideas que rodeaban la marcha. Sus puntos fueron contundentes e irrevertibles. Si la idea no había nacido muerta el artículo de Claudia Ruiz le estaba dando su certificado de defunción. Su crítica se divulgó rápidamente en comentarios, en FaceBook y en Twitter.

Este fue el primer momento para que los organizadores de la marcha hicieran una reunión y evaluaran los puntos expuestos con toda claridad y razón por Claudia Ruiz. De haberlo hecho, muy posiblemente hubieran llegado a la conclusión de que la marcha tenía que reconsiderarse o anularse. Iba contra la realidad, la coyuntura y carecía de motivaciones reales que pudieran persuadir a que la gente se tomara la molestia de meterse en otra marcha.

Como muy buenos uribestias, y debo enfatizar aquí que todos los organizadores eran cortados por la misma tijera de Erika Salamanca, todos eran adoratrices de Uribe y todos se enorgullecen de serlo y hasta de decirlo en sus perfiles. Todos eran uribistas y bien uribistas sin una sola excepción. El tinte sectario, político y de culto a la personalidad de Uribe llenaba un océano sin límites. Todos llenaban los requisitos no muy exigentes para ser un buen uribestia.

Continúo. Como buenos uribestias los organizadores de la marcha desde Ana Mercedes Gómez Martínez y Erika Salamanca decidieron cometer su primer error craso: ignorar lo planteado por Claudia.

Lo hicieron, porque Claudia no es uribista y menos leal a Uribe y todo lo que venga de una persona que no sea uribista ni leal a Uribe es fariano y merece desaparecer. Y lo desaparecieron de sus mentes. Una sola cosa fue aceptada a regañadientes y fue que la marcha no fuera contra Piedad Córdoba. El punto hecho por Claudia Ruiz era tajante e inescapable. Hay que tener en cuenta que la marcha era una especie de matriarcado, sus principales cabezas eran todas mujeres y como género veían un poquito inconveniente hacer público en una marcha su odio a una mujer, así esa mujer fuera Piedad Córdoba.

Sin embargo, este cambio cosmético y formal no afectó un ápice el contenido de odio contra Piedad que respiraba la marcha. Lo que quiere decir que la anómala marcha seguía igual.

Como se podrán dar cuenta este primer error es una cadena de otros errores.



Segundo secreto (segundo error)

A este punto ya se puede decir que Erika Salamanca, en la que El Colombiana había confiado todo el mundo cibernético de la marcha, era una completa inepta para dirigir su tarea, porque no tenía el don del juicio crítico.

El entusiasmo artificial que creó Erika trajo como primera respuesta la idea de que los avatares se cambiaran por la fecha de la marcha para hacerla notar en el mundo de Twitter y, a punto seguido, colaboraciones espontáneas aparecieron con esos minicartelitos desenfocados y mal hechos.

Aquí fue cuando comprobé la ineptitud total de Erika Salamanca. En lugar de plantear que el contenido de la marcha debería ser el que la identificara y no los avatares, Erika aceptó con mucha lisonja cualquier cosa que los “entusiasmados” le iban presentando. Erika temía que rechazar esas ideas era como desestimular las contribuciones y ofender la lealtad a Uribe que ellos tan fervorosamente demostraban. Había sembrado una dirección maternal que más tarde se comprobaba por el consuelo y la felicitación que le daban a Erika cada vez que se veía atiborrada por todas las cosas que no sabía hacer.

Esta posición condescendiente y patronizadora de la dirección de Erika produjo como resultado que nadie se atreviera a decir ni siquiera en voz baja que esos micarteluchos eran una basura, que le quitaban identidad a cada uno de los twiteros y que visualmente eran aburridores con el agravante de que parecían como un desfile uniformado de las tareas de unos niños de Kinder. La credibilidad visual estaba por el suelo y la imagen de la marcha comenzó a definirse como improvisada, impreparada, infantil y cursi.

Varios twiteros del “otro lado”, del que no es uribestia y que los uribestias llaman “fariano” alertó con agudeza y en menos de 140 letras que esos minicarteluchos eran desastrosos. Incluso yo hice un trino tocando indirectamente el problema y aunque unos pocos estaban poniendo alguna atención a los puntos que una vez al día hacía, la dirección de la marcha ignoró toda advertencia del descalabro de esa estúpida idea de los chambones minicarteluchos.

Como buenos uribestias calificaron la advertencia, y no hay que sorprenderse aquí, que era un ataque de las FARC contra el gran planeamiento y diseño de la marcha, que todo lo que las “FARC” estaban buscando era sabotear la marcha.

A este punto, escribí un trino directo a un par de twiteros para que no dijeran una palabra más sobre ese punto y que dejaran que esa caída de la marcha fuera 100% uribestia y no darles la excusa de que fracasó a causa de una operación muy bien calculada de las “FARC”

Muchas cosas vinieron a mi mente, fuera de comprobar la incapacidad campante de Erika para dirigir una marcha tan ambiciosa y con tantos “ideales“ de responsabilidad histórica que ella misma se puso en su canto. Una de las cosas que aprendí fue que se podía decir de frente los errores que veía de la marcha y al mismo tiempo ver cómo los organizadores iban cayendo en esos errores. La idea de que eran perfectos y que nadie sabía mejor que ellos qué era lo que se tenían que hacer, porque ellos eran uribestias y los demás farianos, la veía burlada de lo lindo si cada día les enrostraba los errores y dejaba que las correcciones las ahogaran con insultos mientras la marcha seguía con paso firme al abismo. Esa fue mi perversidad.

Había jugado con su teoría de la lealtad. Toda la aceptación de los minicarteluchos de mal gusto había sido causada por las sagradas lealtades mutuas. Veía en la práctica la tesis muy uribiana de que las misiones se les encargan a los más leales para mantener el poder desde la cabeza. Esa es la prueba de la culpabilidad de Uribe en todos los crímenes que se le acusan. Uribe solo encomienda el DAS o un ministerio a gente que le es leal a él, quienes no harían nada que él no les ordene y haya aprobado directamente.

Mi tesis es diferente. Si yo encargo a alguien de algo quiero que lo haga bien. No me importa si me es leal o no, lo que me importa es que sea un experto en la materia y que me asegure que demostrará su dominio del tema en su resultado. Porque de ese resultado depende la reputación de mi dirección. Uribe confía en Ana Mercedes Gómez Martínez y Erika Salamanca porque le son leales y lo han comprobado a través de los años, no porque sean idóneas en lo que hagan.

La gente cercana a Uribe son criminales que Uribe defiende frenéticamente, si no lo hace no es leal a ellos y si no prueba su lealtad ellos pueden delatarlo. Nada se hace a espaldas de Uribe y sin que Uribe sepa cada detalle de lo que sus leales hacen y es esa lealtad la que prueba su complicidad y culpabilidad.

Nadie mejor que Erika Salamanca podría encargarse de la promoción cibernética de la marcha, pero la lealtad a Uribe no la convierte en una experta en marchas ni en una ejecutiva eficaz, que da resultados óptimos y por encima de lo esperado. Erika Salamanca con Obdulio Gaviria trabajan en Primero Colombia en Washington en su tarea del culto a la personalidad de Uribe. La lealtad de Erika a Uribe es incuestionable, pero eso no se traduce en competencia y excelencia en las misiones que se le encomienden. La marcha es solo un ejemplo.



¡ATENCIóN!

Demás errores mañana a las 12 del mediodía. Los más cruciales: publicidad, coyuntura y estrategia, entre otros.



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