[@Brimi_enana]

[Relato de AU de Origen para el concurso de #SpanishFakeESDLA]

[Primero, os recomiendo encarecidamente ver la película antes de leer el relato, lo disfrutaréis más y veréis mejor las piezas que encajan.

Y segundo, para leer el relato necesitaréis esto:

-La OST de Inception (Empezad con “One Simple Idea” al leer y dejad el autoplay para escuchar las siguientes en orden) : https://www.youtube.com/watch?v=v6ziKuWe5BE&list=PLzyv1ub445X2uHaiCWp1mBwHWiWiULVps

-Una ambientación de los principales personajes en sus roles: http://awesomeheirsofdurin.tumblr.com/post/73673869006/thorinkingoferebor-the-hobbit-inception

-Y una última imagen de presentación del relato:

http://1.bp.blogspot.com/_T_4J0W8kr0E/TFe_fyAkELI/AAAAAAAAAbs/g5dDNQxIpDI/s1600/inception15.jpg

Espero que lo disfrutéis. Nos adentramos en el sueño.

P.D: No he tenido espacio como para describirlo, pero Dori sería el piloto de avión, Ori el azafato y Nori el que se encarga de la máquina del sueño.]











[AU] ORIGEN

Se deslizaba. Poco tal vez, pero de un modo antinatural. El vaso continuaba en su sitio, pero el agua de su interior se inclinaba como una pendiente sobre la propia superficie. Y mientras, un dedo acariciaba el borde del cristal, un gesto liviano que practicaba como un mero recordatorio. La mirada del hombre se fijaba detenidamente en aquel fenómeno en particular. Aquella singularidad que revocaba las leyes de la física era el recordatorio de un hecho muy simple. Seguía soñando.

-Sospecha. -Gruñó entonces una voz ruda desde su auricular, sin duda alguna Dwane, el teniente en armas del operativo. La interrupción quebró su ensimismamiento, alejó la mano del vaso y centró su atención en el verdadero objetivo.

-Claro que sospecha, ya sabes quién es. -Replicó la voz experimentada de Balint, el falsificador del grupo, también por el auricular.- Thorald, esto no me gusta. La táctica del “Sr. Charles” es muy arriesgada.

-No tenemos elección. -Zanjó de inmediato quién unos segundos antes había estado centrado en el vaso que se hallaba a su vera. Era fácil distraerse en un sueño y dejarse llevar por pensamientos lejanos. Pero el líder del operativo recordaba bien cuál era el cometido. Centró su mirada de acero celeste en la barra del bar, allí donde se encontraban dos figuras que reconoció enseguida. Uno de ellos era alto, con un buen traje, cuello y cara alargados, mandíbula prieta y unos ojos astutos bajo una cobertura fría en un semblante pausado. El otro, tenía el cabello revuelto, rostro más afable, de gestos nerviosos, bajo de estatura y de apariencia humilde. Era tan inquietante como ver a un dragón sentado frente a una oveja, sabiendo que en cualquier momento sus fauces lo devorarían sin piedad. Pero allí se encontraba el destino de los presentes, todo apostado a una sola carta. Un extractor.- Debemos darle más tiempo al Señor Bagginhill con su estrategia.

Mas el tono de Thorald, aunque firme, lejos estaba de mostrar una seguridad completa en Bill Bagginhill. Había sido Gaillard, a quién llamaban “El Gris”, uno de los políticos de la Cámara de los Lores, quien había organizado la ejecución del plan. Y fue él quien había impuesto a un sencillo psicoanalista como extractor de un proyecto de riesgo, alguien al que no dudaron en apodar como “el turista” de la operación. Sin embargo, Bill se enfrentaba en aquel momento a sus nervios y empleaba sus técnicas para convencer al hombre más temible del país de una verdad muy peligrosa y de la estrategia más arriesgada. Que él también estaba soñando.

-¿Qué demonios están haciendo esos malditos irlandeses ahí fuera? -Gruñó Dwane de nuevo. Todos comprendieron inmediatamente a qué se refería. Las copas colgadas de la barra se inclinaron cuarenta grados mientras todo permanecía en su lugar. En el primer nivel que ya habían dejado atrás, los parientes Urllahan conducían las furgonetas con el objetivo de llegar al puente, pero sin duda estaban teniendo dificultades por el camino.

-Balint, es tu turno. -Ordenó Thorald, olvidando el tema de sus soldados irlandeses. Bill Bagginhill ya salía del bar con el Señor Smauglion, el blanco. Tras ellos, y a prudente distancia, los siguió Balint, quién podía adoptar la apariencia de un allegado del objetivo. El plan consistía en poner al marcado en contra de las proyecciones de su propio subconsciente, haciéndole creer que uno de sus cercanos trataba de traicionarle. Ese era el único modo de obtener la confianza del sujeto para llegar a la fuente de su ser.- Es la hora. En marcha.

De diversos emplazamientos del hotel salió el resto del equipo, todos preparados para los cometidos asignados. Thorald y los dos más jóvenes vestían trajes italianos a medida, chaquetillas ajustadas y el cabello encerado hacia atrás. No obstante, todos actuaban como una formación de élite de las fuerzas especiales británicas. Ascendieron a la quinta planta y entraron por la puerta 528, donde les aguardaba Bill.

-Se lo ha creído. -Comentó algo nervioso y mostró el interior de la habitación. Un maletín plateado abierto de par en par mostraba una máquina compleja del que salían unos cables, de los cuales dos de ellos estaban conectados a los cuerpos dormidos del objetivo y de Balint.- Cree que va a descubrir al ladrón.

-Bien hecho, Señor Bagginhill. -Thorald asintió con su potente voz de capitán.- Pongámonos en marcha. Phillip y Killian, vosotros dos os quedáis en este nivel. Los detonantes están colocados, procurad hacer el salto a tiempo. -Suavizó el tono con los dos más jóvenes, ambos fornidos y dispuestos, sus sobrinos.- Dwane, tú encárgate de los explosivos para el salto en el tercer nivel. Y vosotros dos, Groy y Owen, sois los especialistas de fuego rápido. Llevad al objetivo lejos de la fortaleza y atraed fuera a las proyecciones de sus guardias. ¡Vamos!

No hubo más que discutir, todos se posicionaron y conectaron el potente sedante a sus venas. El producto del químico Randall, un indio al que llamaban “El Pardo”, era más que suficiente para mantener con fuerza los tres niveles del sueño y que a la vez tuviera un efecto inmediato. Sin embargo, las muertes acaecidas dentro sin una patada caerían en el limbo, un lugar insalvable donde podrían perderse para siempre. No existía el privilegio de fallar, no para ellos.

[3rd Level]

Frío. La brisa mordía con gélida ferocidad, clara y libre. La nieve se agolpaba por doquier, encumbrando los valles y el terreno en la distancia como un manto de nácar. Y en el horizonte cercano se alzaba una única y poderosa montaña erigida como un torreón de poder en la inmensidad.

-La Montaña Solitaria... Había oído hablar de ella en los artículos de prensa. Aquí... -Pronunció asombrado Bill, sin llegar a finalizar su propio comentario.

-Aquí comenzó todo. -Puntualizó al final Thorald con un una nota de amargor en sus palabras.- Hemos de apresurarnos, Señor Bagginhill. Los demás ya están en marcha y a nosotros no nos queda mucho tiempo.

Ambos se pusieron en acción con los esquís de nieve y el equipamiento militar de camuflaje para zonas árticas. Les quedaba un camino hasta la fortaleza en el interior de la montaña y sólo podían desear que nadie padeciera ningún altercado en sus funciones dentro de la misión.

[1st Level]

-¡¡POR MIS BARBAS!! -Boyd Urllahan dio un fuerte volantazo y la furgoneta derrapó llevándose consigo a un motorista que les había estado disparando desde hacía un buen rato. Maniobró como pudo mientras seguía a una furgoneta gemela conducida por su hermano Bolton, tan orondo que era un milagro que pudiera caber dentro de la cabina del conductor. Y detrás, con las puertas abiertas de par en par, se encontraba Biford disparando como un loco y ladrando palabrotas con un acento tan cerrado que ni sus dos parientes comprendían una sola palabra de lo que decía.- ¡Estas malditas proyecciones... -Otro volantazo y desplazó el morro de un jeep negro que pretendía adelantarlo.- ...seguro que son... -Se agachó ante nuevos disparos que destrozaron el retrovisor de su izquierda.- ...JODIDOS GABACHOS!

La lluvia era incesante, los vehículos habrían presentado mejor aspecto de estar en un desguace y los gritos de los tres irlandeses casi ascendían por encima de los propios disparos. Pero pese al mal trayecto ya vislumbraban el puente que les servía de meta. No les quedaba demasiado para lanzarse con las furgonetas con todos sus compañeros dormidos dentro y así cumplir el primer salto. Les faltaba poco, muy poco.

[2nd Level]

Hermano, ya vienen. -Avisó Phillip desde el dintel, el mayor de los dos aunque también el más bajo y rubio. Desplazó con la mano la chaqueta del traje gris y desenfundó la Smith&Wesson 9mm de su cintura.- Vienen bastantes.

Con un raudo movimiento, Phillip disparó un par de veces eliminando a uno de ellos antes de volver a cubrirse en el dintel. Los disparos se redoblaron ahora por parte de las proyecciones de seguridad, atraídas por el soñador a quién debían eliminar.

Hermano mayor... -Bufó Killian, el alto y moreno de los dos, mientras se aproximaba con un gran lanzagranadas entre las manos. Con el sonido de un “CLANK” ajustó el cargador y salió del dintel para lanzar un disparo certero a la mitad del pasillo. Nada más cubrirse de nuevo se escuchó una tremenda explosión que dejó gran parte del lugar en llamas y a los adversarios eliminados.- No debes temer soñar a lo grande.

-Ya, claro. -Suspiró el mayor, hastiado de la chulería de su hermano.- Ahora habrás atraído a toda la seguridad que haya en su subconsciente hacia nosot... ¿Qué cojones?

De pronto, todo se contuvo como en la caída en picado en un parque de atracciones, salvo por el hecho que nada volvió a descender y estar en su sitio. Todo había quedado como si hubiera una falta total de gravedad. Ambos hermanos se miraron anonadados un segundo, comprendiendo sin palabras lo que estaba sucediendo. Los irlandeses se habían lanzado apresuradamente por el puente sin acordarse de poner la canción “Non, je ne regrette rien” como antelación. Habían realizado el salto demasiado pronto y debido a la caída de la furgoneta se encontraban casi flotando en el aire.

-Maldita sea... Tenemos dos minutos antes de que las furgonetas alcancen el agua. -Aclaró Phillip al tiempo que se ponía a recoger a sus compañeros flotantes alrededor de la habitación.- Tenemos que colocar las cargas en el ascensor. Y rápido.

[3rd Level]

Un disparo amortiguado por el silenciador y otro más había caído. Bill seguía de cerca a Thorald, quién se manejaba con extraordinaria movilidad entre los enemigos, ejecutándolos uno a uno con suma precisión. Habían alcanzado ya la zona exterior de la fortaleza y se habían abierto camino sin llamar la atención de los guardias hasta alcanzar las rejas de un conducto de ventilación. Allí habían colocado los detonantes y se habían apartado lo suficiente por seguridad.

-Owen, ¿me recibes? -El capitán posó los dedos índice y corazón en el auricular de su oreja.- Necesitamos la distracción. ¡Ahora!

Un estallido en la distancia se hizo visible de inmediato y Thorald no lo dudó, apretó el interruptor y la carga explosiva en los barrotes hizo detonación, pero quedó amortiguado gracias a la explosión anterior.

-Bien, vamos, Señor Bagginhill. -Le apremió a entrar con urgencia. Era un conducto más ancho de lo esperado, cargado de aire caliente y humedad, pero podían ascender casi erguidos del todo.

-¡Jefe! ¡Jefe! ¡Ha escapado! ¡Lo sabe! -Gritó la voz de Owen desde el otro lado del auricular.

-¿¡Cómo!? -La tensión se hizo evidente, frunció el ceño y abrió los ojos, sorprendido.

-¡No lo sé, se lo habrá olido! ¡Ha robado el walkie de Groy y una moto de nieve y va hacia la montaña! ¡Va a por vosotros!

Ambos hombres permanecieron en la incertidumbre, asombrados por el giro de los acontecimientos. Pero la sorpresa no tardó en ser mayor.

-Sí... Voy a por vosotros. -Una nueva voz se escuchaba por el auricular, una intensa, fría y cruel.- Bien, LADRÓN... ¿Dónde estás?

Al final, se sumergieron en el silencio. Pero aquella voz persistía en sus mentes para anidar en ellos como un temor sin nombre. El capitán soltó el aire de sus pulmones como si fuera mercurio líquido con un suspiro muy pesado. Alzó la vista de nuevo a Bill, quién le miraba con clara preocupación. Un gesto de la cabeza le indicó al inexperto extractor que siguiese adelante.

[2nd Level]

Un cable rodeaba una y otra vez a todos los compañeros de la unidad, como si pudiera empaquetarlos mientras giraban lentamente en el aire. Las manos de Phillip se movían a toda prisa, aunque trataba de conducir a sus camaradas y amigos dormidos lo mejor posible al sacarlos de la habitación. A la izquierda seguía habiendo llamas del disparo del lanzagranadas. Y a la derecha, al fondo, se hallaba Killian con el ascensor abierto.

-¡Ya están colocadas las cargas! -Exclamó el moreno desde su puesto, invitándole a darse prisa.

Phillip se impulsó en los tabiques y columnas para avanzar lo más raudo posible. Estaba a punto de lograrlo para cuando aparecieron reptando casi por el techo dos agentes más de seguridad. Los hermanos no lo dudaron. Ambos desde sus posiciones saltaron al ataque como felinos, luchando contra ellos y chocando con violencia contra techo, paredes y suelo en un combate de agarre entre cuatro hombres trajeados levitando por el pasillo central. No podían permitirse perder.

[3rd Level]

¿Es aquí? -Preguntó Bill. Habían llegado a una sala inmensa de columnas titánicas que ostentaban una cúspide casi inalcanzable.

-Es aquí. -Aseguró Thorald, pues él era el arquitecto.- Por este lugar fuimos exiliados. -Señaló entonces hacia el ala norte del lugar.- Allí debe estar la cámara.

Era el momento del extractor de probar su valía. Se aproximó a una pantalla con dígitos junto a la puerta y tecleó una serie de números. Al instante, un portón desde la pared se abrió lentamente para dejar paso a una caja de seguridad incrustada entre cemento y acero, un lugar inaccesible donde se guardaría el mayor tesoro de todos. Bagginhill giró la clave para indicar otros números, como si los supiese de toda la vida, y la puerta de la caja cedió ante él.

Una luz brillante fue lo primero que vislumbraron en su interior. No era un fulgor común, sino uno en el que resplandecían multitud de colores que combinaban entre sí. Se trataba de una piedra con la forma de un huevo, pero en su contorno exterior estaban grabados signos semejantes a los de una placa base de ordenador.

-La famosa Piedra del Arca... -Murmuró maravillado Bill Bagginhill al contemplarla.- La fuente del saber del magnate Drake Smauglion. Aquí ha guardado todo, cada fuente, cada recurso, cada debilidad usada para extorsionar a los representantes de las Cámaras del Parlamento y al Primer Ministro.

-Así es, buen trabajo, Señor Bagginhill. Ahora entrégame la piedra. -Ordenó Thorald con un tono apremiante y rudo, alargando el brazo para recibir la joya de la información que estaban buscando.

-No... Esto no debe caer en manos de nadie, Thorald. Ni siquiera las nuestras.

-¡Bill, dámelo! ¡Fue él quien nos tendió una emboscada a mi unidad y a mí en este lugar! ¡Fue él quien limpió su nombre utilizándonos como culpables y nos condenó al exilio! ¡No puedes destruirlo! ¡Dámelo! -Gritó enfurecido, llevado por la desesperación y el vívido recuerdo de su dolor.

-No. Puedo hacerlo. -Replicó el sencillo hombre, seguro de sí mismo. Cerró los ojos un segundo y aproximó su dedo índice a la piedra, tocando con la yema la superficie rugosa. Sólo tenía que afianzar una idea en ella, un concepto, y ésta germinaría por sí sola. Tenía que dar algo que incentivara su propia destrucción en el subconsciente de Smauglion. Sólo necesitaba un origen.

-¡NO! -Gritó el capitán, adelantándose para tratar de conseguir aquel bien preciado. Pero ya era tarde, la luz menguó y un tinte negro arraigó en el interior de la piedra. Parecía haber menguado y ser ahora de cristal, con las paredes de la misma resquebrajándose con finas fisuras. Conseguido el objetivo, Bill apartó el dedo de la Piedra del Arca y cerró la puerta de la caja de seguridad de golpe. Había conseguido cultivar el origen, pero ahora se enfrentaba a la furia de un hombre que lo había perdido todo y que su obsesión rozaba ya los límites de la locura.- ¡Qué has hecho, maldito! ¡No sabes nada!

-Lo que debía hacer, Thorald. -El extractor posó la mano sobre una de las del soldado, quién aferraba el cuello de su camisa con fuerza.- Confía en mí.

En aquel momento un eco retumbó por toda la estancia, una canción francesa que se hizo cada vez más audible. Era el momento esperado. Bill sacó con su mano libre el detonador en el chaleco táctico de su compañero y con una mirada de desafío apretó el botón para que toda la estructura de la montaña cayera sobre ellos, sepultándolos.

[Realidad]

Allí estaba aquella mirada, pero era diferente. Sus ojos ya no reflejaban la seguridad y convicción de un depredador que siempre mantiene su supremacía. Smauglion le miraba, pero ya no destilaba frialdad alguna, sólo un asolador e inquietante desconcierto. Había sido sembrado en su subconsciente algo muy sencillo pero tan letal para sus ideas como un virus: La duda.

-Te dije que confiaras en mí. -Bill Bagginhill se sentó a su lado con una media sonrisa. Habían vencido.- ¿Qué harás ahora?

Thorald asintió con una mirada firme, algo que para quienes le conocían valía como una disculpa. Introdujo su mano en el bolsillo de la chaqueta y sacó una pieza metálica de un ajedrez, el rey. Lo colocó sobre la mesilla delantera y con un toquecito de su dedo la dejó caer.

-Volver a casa.

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