A LOS POLÍTICOS Y MILITARES
En nuestra infausta Venezuela cohabitan y conviven en conveniente armonía, dos grupos de sujetos mezquinos y desdichados, que le dan la espalda al país cuando este más los necesita.
Uno de ellos los políticos.
De bando y bando (pagan justos por pecadores) que viven de la renta de la compra de conciencias. Ladrones usureros que trafican con las esperanzas de un pueblo, vendiéndolas, hipotecándolas, pagando su liberación, para luego repartirse los intereses entre ellos mismos, sin el menor pudor.
Hipócritas fariseos, que ven al país como una gran fiesta de carnaval, con una comelona eterna, donde no les importa intercambiarse los sudorosos disfraces, ni beber, borrachos de avaricia al pico de la misma botella, ni comer del mismo plato y con la misma cuchara de su “rival”, siempre y cuando olfateen, cual perros de presa, que habrá un beneficio y provecho mutuo y compartido.
Pésimos comediantes sobreactuados, grises titiriteros que, ante un auditorio decepcionado, fingen odio o amor entre ellos dependiendo de la música que suene.
Mediocres que se creen habilidosos, astutos y perspicaces, cuando en realidad son torpes, simplones y miopes. Habilidosos para ubicarse, astutos para sacar provecho y perspicaces para evadir, pero torpes para justificarse, simplones para rectificar y miopes para ver la realidad.
Que llenan sus bolsillos de dólares y prebendas, no por inteligentes y brillantes, sino porque no hay controles que no se lo permitan.
Descaradamente y sin escrúpulos, van hacia su objetivo, que no es más que la consecución del poder a como de lugar, nadando a placer en un mar de promesas y juramentos generalmente incumplibles e irrealizables.
Coquetean y flirtean con el tesoro público metiéndole mano sin recato ni vergüenza. Pocos son los honestos y siempre se les olvida quien los pone y los quita.
Padecen de una especie de desintonización crónica con los ciudadanos y su realidad. Pactan y venden sus almas al diablo creyendo poder anular las facturas que tarde o temprano este les cobrará.
El enemigo de ayer puede ser el amigo de mañana, según sea el tamaño de su dote.
El fin siempre justificará los medios y las prebendas y beneficios bien valdrían una eventual traición a sus supuestos ideales.
Con el entrecejo fruncido, las posaderas alegres y alborotadas y escoltados con un numeroso grupo de “aplaudidores profesionales”, convocan a diestra y siniestra, a ruedas de prensa para realizar “aclaratorias” sobre acusaciones “infundadas y malintencionadas” que mancillan sus prístinas trayectorias y dan charlas y conferencias sobre ética, moralidad y probidad. Falsos..!!!
Y así... de fiesta en fiesta. De guiso en guiso. De reparto en reparto, pierden lo único que decente que pueden ofrecer: La credibilidad y la confiabilidad.
El otro grupete nefasto, infeliz y desafortunado es el de los militares.
Tristes bufones que cambiaron el honor y la gloria heredados de heroicas gestas independentistas, por guacales de verduras y pipotes de dólares mal habidos.
Obesos, toscos y ordinarios uniformados verde oliva, que acuñaron la matriz de valorar a los últimos de la fila, a los más flojos, a los incapaces, a los incompetentes, a los ineptos, con la pueril excusa de haber sido segregados y discriminados por décadas.
Tipejos que no pueden justificar su modus vivendi y que impune y groseramente lo ostentan, alardeando sus codicias sin ningún tipo de reservas, sabiendo que la mayoría del pueblo venezolano pasa hambre y necesidad.
“Soldados de la patria” con las rodillas rotas y las palmas de las manos hinchadas de tanto aplaudir las sandeces del tirano que subyuga a sus hermanos.
Involucrados en cuanto chanchullo, tráfico de lo que sea y contrabando se presente.
Buenos para nada y toderos de oficio.
Sirven tanto para ministros, gobernadores y políticos, como para alcaldes, embajadores o cónsules. Hasta para presidentes de la República.
Sujetos perversos y desalmados, desfasados y desubicados en el tiempo y en el espacio, que disparan a un pueblo indefenso por el simple hecho de reclamar sus derechos consagrados en la constitución y confiscados por un régimen cruel e indolente.
Y a todas estas un pueblo que hambriento de justicia y comida e inconsciente de su fuerza y poder, cifra sus esperanzas de progreso, futuro y libertad en este par de instituciones desnaturalizadas y desvirtuadas.
Ahora bien... Podrá nuestra querida Venezuela zafarse de las garras de la atroz dictadura que padece, sin el apoyo desinteresado de este par de elementos pervertidos y desviados de sus principios...??? Quien sabe...!!!
Cierro con una “frase célebre” de uno de los mentores y referentes de este desastre llamado revolución bolivariana o socialismo de siglo XXI, que para los efectos es la misma deposición excremental.
“Las ideas son más poderosas que las armas. Nosotros no dejamos que nuestros enemigos tengan armas, ¿por qué dejaríamos que tuvieran ideas?"
Stalin

@rajozgui






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