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yo no · @errordesconocid

26th Apr 2017 from TwitLonger

Le Pen, Macron y el fascismo


Se habla muchos estos días de lo que algunos denominan el ascenso del fascismo en Europa, comparando la situación política actual nada menos que con los años 30. Y no se dice ya sólo desde los medios de comunicación corporativos (como todos sabemos, siempre comprometidos con la democracia y la libertad) sino incluso desde la izquierda que se reclama más radical, que en ocasiones parece más un club de moralistas peleándose por quién es más tolerante y abierto de mente que el resto (a fin de cuentas, a eso se reduce hoy el término izquierda: a ser abierto de mente)

Al parecer, los resultados del partido Front National son la prueba evidente de que en Europa están a punto de empezar a construirse campos de concentración para extranjeros (no de los democráticos que hay en Grecia, Francia o España, sino de los chungos) y la anulación de los derechos civiles (no tipo las leyes antiterroristas que llevan a tuiteros a prisión, sino en plan mal)

El Front National, evidentemente, es un partido nacionalista de derecha conservadora que aboga entre otras cosas por acabar con el matrimonio entre personas del mismo sexo y endurecer la política migratoria y de obtención de nacionalidad. Cada cuál que haga sus juicios políticos y morales como le plazca y denunciará lo que quiera, pero hablar de fascismo es un disparate y no sólo conceptual, sino político y estratégico.

El fascismo no es "ser muy de derechas": ni ser racista o xenófobo, ni ser homófobo, ni ser un carca, ni estar a favor del control de fronteras, ni ser nacionalista. Se puede ser todo esto sin ser fascista, como lo fueron o son casi todas las democracias occidentales en algún momento, y también se puede ser fascista sin cumplir estos requisitos. Ni que haya fascistas que te voten. Ni siquiera el hecho de contar con antiguos fascistas en tus filas convierte un partido en representante del fascismo: de lo contrario, casi todos los partidos europeos serían fascistas. El fascismo es un salto cualitativo en el modo de dominación del gran capital, siempre por la fuerza - esto es: independiente de resultados electorales -, y que se da en momentos muy concretos. Sólo tiene 3 características sinequanon:

1º Es un movimiento fundamentalmente clasista (antes que racial, de orientación sexual, etc)
2º Surge de la burguesía monopolista (dicho de otro modo: es financiado, apoyado y llevado al poder por el gran capital, el poder financiero)
3º Sólo surge como último recurso frente a un movimiento obrero o popular organizado y muy poderoso, con el objetivo de reprimirlo y exterminarlo físicamente.

El fascismo casi siempre presenta muchas otras características: puede ser fundamentalista religioso (yihadismo), neoliberal (Pinochet), supremacista (Hitler) y un largo etcétera pero estos tres son los requisitos fundamentales.

A día de hoy, el Front National ni persigue sindicalistas ni lo tiene entre sus prioridades (cosa innecesaria además ante un panorama en el que los sindicatos actúan cada vez más como agentes de la patronal), ni tiene el apoyo del gran capital francés (de hecho, el poder financiero se ha volcado en peso con su oponente Macron, seguramente por la presunta postura pro rusa y anti UE de Le Pen) ni existe a día de hoy ningún movimiento popular organizado en Europa que sea una amenaza para ese gran capital, con alguna excepción, como en Grecia o en Ucrania (ese fascismo del que tanto se preocupan los medios) Es más: en Europa, nunca fue menos necesario el fascismo que hoy. Incluso el partido franquista PP, que a día de hoy sigue jactándose del exterminio de la oposición que supuso la Guerra Civil, acepta dar ciertos derechos y libertades porque el poder de la banca y los empresarios nunca estuvo más afianzado.

El candidato de los monopolios europeos actualmente es Macron y no se han molestado en ocultarlo. Es el candidato de diseño de la oligarquía, del FMI, la UE y la OTAN, a quienes les bastan unas elecciones burguesas y un engendro político creado de un día para otro para mantener su dominio sobre lo trabajadores franceses. No necesitan el fascismo. Y la mejor y única manera de la que conseguirán hacer que los franceses se traguen a quien saben que representa todo lo que está hundiendo su país es crear un falso dilema: o ellos o algo mucho peor. Neoliberalismo o campo de concentración de Auschwitz.

Y sorprende que personas que supuestamente tienen algo de formación marxista, o algún conocimiento de historia, se traguen sin chistar la caracterización del fascismo que les da Antena 3, con el agravante de caracterizar primero al Frente Nacional como fascista y luego decir que no se decantan por ningún candidato. Porque esto sí que es grande: tenemos una izquierda que ve fascismo donde no lo hay, pero que aun creyendo verlo es capaz de decir la irresponsabilidad de que no se posiciona entre liberales y fascismo, una vez más dejando claro que no tiene ni idea de lo que significa el término. Al menos los socialdemócratas del Partido Comunista Francés, siguiendo la definición anapastoril del fascismo, han sido coherentes y han llamado a votar por Macron.
En cualquier caso, felicidades, genios de la izquierda más moralista que nadie: son cómplices de estar revitalizando un sistema político decrépito, corrupto y desprestigiado haciendo creer, una vez más, que en esta democracia que es el capitalismo hay opciones. Creyendo la idiotez suprema de que vivimos en unos países tan democráticos que hasta podemos elegir cuándo vendrá el fascismo, que es algo que decidirá el poder financiero y seguro, SEGURO, contará con el apoyo de sus marionetas como Macron.

Mientras, la OTAN, el brazo armado del capitalismo, el órgano encargado de la represión brutal, abierta y terrorista contra todo el que se oponga a los designios de la oligarquía, seguirá engendrando y engordando el fascismo en todas sus versiones locales: ya sea en Siria, en Ucrania o en Venezuela. Fascismo de verdad: del que mata masivamente, del que se extiende, del que no sale por televisión. Del que esa izquierda, más preocupada por sus moralinas que por la realidad material, por la conclusión cuqui que por el análisis, ha vuelto a convertir en un mal menor. Por eso en estas elecciones, ni estaba ni se la esperaba.

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