Luhsinn

Lu Sin · @Luhsinn

14th Feb 2017 from TwitLonger

Los renovadores de la LR. Respuesta a @Bildung1941


Antes que nada, agradecer al señor @Bildung1941 que me ayudase a cumplir mi promesa de «aclararlo todo de una vez». Aún viendo que tal expresión le parece de una altanería antimarxista sin precedentes, no es menos cierto que mi muy ofensiva vanidad le ha arrastrado, por fin, a exponer sin ambages sus n o v í s i m a s críticas a la línea revolucionaria, sin andar mareando la perdiz con el manido «es que yo no he dicho eso» [1]. Ahora sí que ya puede colgarse medallitas al mérito en la lucha de dos líneas franca y honesta, pues, aunque su intervención está plagada de contradicciones con las que intenta d i s i m u l a r su oportunismo, la incomprensión de los postulados más básicos de la LR es totalmente evidente, así como es clara la «más que triste asunción de unas líneas discursivas repetidas dogmáticamente hasta la saciedad y que ni de lejos se llegan a comprender ni a corresponderse con la realidad». Pero dejémonos de charlatanería altanera antimarxista y vayamos al meollo del asunto.
¿Y cuál es el meollo del asunto? Pues, si me tengo que quedar con un fragmento concreto que represente la e s e n c i a de las desviaciones del compañero, sin duda escojo el siguiente:

«¿Por qué es necesario confrontar y doblenegar al feminismo para profundizar en la elevación del marxismo-leninismo para con una manifestación particular de opresión clasista a medida que se vaya concretizando el avance del comunismo revolucionario? Porque no es posible encontrar ciertas respuestas, o t o d a s las respuestas simplemente atendiendo al devenir de las experiencias de construcción de dictadura del proletariado ya que estas nunca llegaron siquiera a p l a n t e a r s e c i e r t a s p r e g u n t a s , lo cual encuentra su explicación a grandes rasgos si se tiene en cuenta e l n i v e l a l c a n z a d o e n t o n c e s p o r e l s a b e r u n i v e r s a l r e s p e c t o a l a s d i v e r s a s p r o b l e m á t i c a s q u e s u s c i t a l a c o n t r a d i c c i ó n d e g é n e r o [subrayado mío]»

Aunque el señor @Bildung1941 ha metido inmediatamente después un párrafo, puramente litúrgico, a modo de ''expurgación'' del tráfico de principios que sin duda ha percibido en el fragmento citado [2], semejante opinión aparece repetidas veces en su escrito [3] y, en cualquier caso, la idea central es lo bastante clara como para considerarla un simple ''desliz'': la experiencia ''bruta'' (i. e., sin sintetizar teóricamente) que es el Ciclo de Octubre como movimiento revolucionario no permite plantear ciertas cuestiones; sin embargo, otras ''corrientes'' (cf. nota 3) sí están en disposición de hacerlo («otras c l a s e s », puntualizamos nosotros).
¿En qué quedamos? ¿Llegó el Ciclo de Octubre a «las cotas más altas que la humanidad ha alcanzado en pos de la superación de toda opresión» o pueden o t r a s c l a s e s ponerse por delante de toda esta experiencia (aún por sintetizar) y plantear preguntas que a aquél no se le podían haber ocurrido? @Bildung1941 contestaría afirmativamente a ambas, pues para él el Ciclo de Octubre no puede aportar conocimiento teórico sobre las preguntas que ni bolcheviques ni maoístas se han planteado de manera explícita. Para haber llegado a la conciencia de semejantes problemáticas era históricamente necesario que el feminismo ─pues éste es el caso que nos ocupa─ viniese a sacarnos las castañas del fuego y traernos, junto a toda una amalgama de ''errores'' desechables, ciertos ''elementos progresivos'' que permitan plantear teóricamente aquello que los comunistas del siglo pasado ni se imaginaron que existía y que hay que arrancarles ''mediante la lucha de dos líneas'' (¡eterna coletilla!). Es el caso, por ejemplo, de la dicotomía sexo/género, que resuelve d e u n p l u m a z o los problemas que no puede solventar la l i m i t a d a tesis marxiana y engelsiana de la familia como el engranaje central de la opresión de la mujer [4]. Ésta es la razón por la que es necesario «confrontar y doblenegar al feminismo para profundizar en la elevación del marxismo-leninismo».
Ahora bien, en su planteamiento, nuestro crítico no sólo rompe con los postulados esenciales de la LR, sino con uno de los axiomas centrales del marxismo (y la LR no es más que la aplicación del marxismo a la época de repliegue del Primer Ciclo Revolucionario). A saber: que la teoría no es más que la síntesis de la práctica social acumulada, el momento epistemológico de un proceso global de t r a n s f o r m a c i ó n d e l m u n d o [5]. ¿Por qué rompe @Bildung1941 con éste? Porque postula que existe un tipo de conocimiento que ''salta'' por encima del proceso de transformación de la sociedad de clases hacia el comunismo, que se sitúa a su margen una vez que éste ha entrado en una etapa de reflujo y que puede empujar al «saber universal» hacia delante p a r t i e n d o de una subjetividad distinta al proletariado revolucionario, y de la cual éste se puede aprovechar posteriormente (vía negación de la negación). En plata: que es la existencia de este saber «que sí ha abordado problemáticas que el comunismo no se podía haber planteado» lo que delata las carencias históricas de la praxis revolucionaria y las alumbra (cf., e. g., nota 4), y no el fracaso último de la praxis revolucionaria misma.
@Bildung1941 protestará en este punto. Aducirá que su posición se divide en dos planos: por un lado el político, que se plasma en la bancarrota efectiva del CdO, y por el otro el ideológico, que articula la expresión c o n c r e t a y v a r i a d a de las corrientes feministas de nuestra época como efecto de aquella debacle [6]. Lo que no entiende «el derechismo» es que, si bien es verdad que el fracaso político-transformador del CdO es lo que abre este espacio a la ideología burguesa, es sin embargo la concreción histórica de esta misma ─como ideología─ lo que aprovecha la debilidad de la cosmovisión proletaria para imponerse [7].
Ahora bien, si es verdad que «el marxismo y la praxis histórica de las revoluciones proletarias reflejan sin lugar a dudas las cotas más altas que la humanidad ha alcanzado en pos de la superación de toda opresión», esta práctica revolucionaria ha desplegado al máximo las contradicciones inherentes a la sociedad de clases, mostrando sus dinámicas de la manera más prístina posible. Esto es, en su experiencia de t r a n s f o r m a c i ó n de la sociedad de clases, el proletariado revolucionario ha desatado una agudización sin parangón de las antinomias que han desgarrado a la humanidad desde que la civilización se ha erguido sobre las comunidades primitivas. Como reza uno de los axiomas fundamentales de la dialéctica, es durante la crisis de lo existente cuando éste muestra su esencia u n i v e r s a l de modo más claro y transparente, situando al sujeto transformador en la posición más avanzada p o s i b l e para comprenderlo y revolucionarlo de nuevo (esta vez hasta el final). Pues la piedra angular de la epistemología marxista (que constituye también su ontología) es que el conocimiento de la sociedad y la naturaleza no está ''fuera'' de su revolución práctica; o sea, que conocer significa c o n o c e r t r a n s f o r m a n d o . El conocimiento no puede j a m á s rebasar el límite que le impone la experiencia de la transformación realizada hasta el momento, lo que no significa, ni mucho menos, echar por la borda el principio de que sólo la teoría puede ser el punto de partida del nuevo ciclo de la RPM, pues de lo que se trata es de tomar clara consciencia de todas las implicaciones de la práctica desarrollada por el proletariado revolucionario. Necesariamente, este momento epistemológico va más allá de lo que ha ido el movimiento práctico del CdO. El conocimiento de la sociedad no es más que la síntesis de la práctica revolucionaria (transformadora) previa de cara a la definición de un nuevo punto de partida en ese proceso de transformación que, por lo mismo, «no cabe entenderlo como sustancia, sino, en la misma medida, como s u j e t o » (Hegel).
Pero ésto, como el señor @Bildung1941 sabe, tiene otra implicación. La práctica revolucionaria es aquella que parte de la ideología, de la conciencia de la que la cosmovisión comunista dota al proletariado. En su práctica como clase para sí, el proletariado comprueba la justeza de sus ideas a través de la experiencia de la transformación (del mundo y de sí mismo). Esto es, las ideas NO ''emanan'' de la realidad objetiva; la práctica NO es un medio de c o n t a c t o con el mundo p a r a conocerlo. La filosofía clásica alemana dejó sentado que no es posible conocer desde ''fuera'' del sujeto. De ahí su tendencia irreprimible hacia el subjetivismo, hacia la exacerbación del momento de la autoconciencia. El conocimiento pasaba por la reducción del mundo a la contemplación omnicomprensiva del individuo filosofante (el Espíritu Absoluto, que resume el mundo en el Concepto como historia cancelada [aufgehoben]). Pero el marxismo cierra el círculo, por así decirlo: no es posible adquirir ningún tipo de conocimiento desde ''fuera'' del sujeto, pero éste no puede existir ''fuera'' de la «actividad en la producción» [8], lo que en nuestra época histórica significa «lucha de clases» (y toda clase aspira a modelar la sociedad y la naturaleza según su concepción del mundo). La práctica es el momento en que las masas d e v a n g u a r d i a de la historia despliegan su cosmovisión COMO PARTE DEL MUNDO, esto es, transformándolo. El ser no se «revela» (idealismo existencialista), sino que es transformado, y esta experiencia es la materia ''bruta'' del conocimiento, de la síntesis teórica. El conocimiento puede ser ampliado porque lo que hace el ser humano en la práctica es probar la justeza de sus ideas para la revolución del mundo material dado. En este proceso conoce la naturaleza y se conoce a sí mismo, y el contenido que la práctica aporta debe se sintetizado ''a posteriori'' para acompasar el estado de conciencia (reconstitución ideológica) a la madurez de la práctica alcanzada en la experiencia anterior. Por eso es el conocimiento una infinita sucesión de ciclos de teoría─práctica─teoría (el conocimiento se aproxima infinitamente a su objeto porque la materia es infinita en sí misma, Lenin dixit). Por lo mismo, el Balance del Ciclo de Octubre no proporciona tan sólo la base del conocimiento de las estructuras sociales reificadas, sino que también evidencia las limitaciones de las armas que el proletariado revolucionario ha usado para acometer su destrucción. Es, ante todo, parte de un proceso de autoconocimiento, en el que las l i m i t a c i o n e s explicitan las insuficiencias del proletariado, pero que son, por lo mismo, el elemento sobre el cual hay que apoyarse a la hora de rearmarlo, puesto que la limitación e s u n m e d i o d e c o n o c i m i e n t o , que informa sobre la constitución del sujeto y el estado de desarrollo en el que se encuentra. Lo que en los albores del Ciclo era revolucionario hoy se muestra insuficiente, y ello significa que ha devenido insuficiente PORQUE SU OBJETO HA CAMBIADO, no porque haya sido siempre falso. La transformación práctica del objeto no sólo revela su esencia de un modo que desde la ideología burguesa (contemplativa por naturaleza) no se puede ni c o n c e b i r , sino que nos ha dotado del material (la experiencia revolucionaria) a partir del cual se hace imperioso elevar la subjetividad revolucionaria hasta un nuevo grado. Esto es, que el Balance del Ciclo de Octubre es l o ú n i c o que puede materializar un nuevo paso en la madurez del sujeto histórico que es el proletariado comunista, pues sólo ha podido desarrollarse en la medida en que revolucionaba prácticamente la lucha de clases. Sintetizar todo ese bagaje es hoy el medio de elevar la conciencia hasta el grado históricamente alcanzado por la clase en su conjunto y, en la misma medida, de asentar esas conquistas (lo cual impele de manera inmediata al relanzamiento de la RPM, en un proceso infinito de autoconocimiento mediado por la transformación).
Si @Bildung1941 sabe todo ésto, ¿por qué dice que hay que atender a las corrientes que ''históricamente'' (eufemismo por «al margen del único sujeto revolucionario contemporáneo») han acometido ciertas cuestiones para obtener respuestas sobre las mismas? Nuestro crítico menciona explícitamente algunas de estas [9], y no vamos a infligirle la ofensa de pasarlas por alto. La teorización sobre la «construcción de roles de género» o «del deseo y las dinámicas sexo-afectivas» es, en efecto, un precioso ejemplo de ''contenido progresista'' de ideologías burguesas... y su defensa una muestra todavía más preciosa de la supina incomprensión de los fundamentos filosóficos del marxismo. Porque el feminismo (como cualquier ideología burguesa) no parte ni puede partir de esas «cotas más altas que la humanidad ha alcanzado en pos de la superación de toda opresión»; esto es, su elaboración teórica sobre la sexualidad no puede asumir el contenido generado y evidenciado por la pasada experiencia comunista de revolución del mundo. Primero, y más importante que nada, porque la única forma de conocer es aquella que parte de la transformación del mundo que, como bien explicamos, sólo la puede llevar a cabo una clase de avanzada, de vanguardia, que en nuestra época (capitalismo imperialista) es el proletariado revolucionario, como desposeído universal en protesta contra esa desposesión.
Segundo, y como desarrollo lógico de lo anterior, porque los problemas que se le plantean al proletariado en la Revolución (sea éste consciente de ellos o no) son radicalmente diferentes de aquellos que se plantean día a día en la vida burguesa ''normal''. Ésta no puede llegar a mostrar más que su cáscara cosificada, su expresión en tanto órganos de opresión de esa clase universalmente humillada que es el proletariado sin su Partido Comunista. La Revolución Comunista, en cambio, los somete a la «crítica de las armas», los hace móviles, manipulables, los despoja de su aparente eternidad, los determina como algo más que meros órganos de opresión, puramente objetivos, al transformarlos en piezas de ajedrez con las que, ahora sí, el proletariado revolucionario puede jugar y ejercer su dirección del proceso histórico (tanto en sentido regresivo ─que culmina en la restauración capitalista─ como auténticamente progresivo, r e v o l u c i o n a r i o ); su subversión, sea total o parcial, despliega una infinidad de aspectos que no se pueden ni intuir durante los oscuros períodos de letargo de masas y, más importante aún, los enriquece en medio de un proceso de progresiva toma de conciencia de estas determinaciones que sólo entonces salen a la luz [10].
Pretender que desde el punto de vista del «saber universal», es decir, desde el punto de vista del burgués (o la burguesa) que actúa como si el siglo XX no hubiese visto un despliegue inaudito de la clase revolucionaria, y por tanto de su conciencia de la esencia de los fenómenos de la sociedad de clases; pretender que desde aquí, digo, se puedan realizar aportes útiles al punto de vista de la l u c h a d e c l a s e s proletaria, equivale a SUPRIMIR el hecho de que el proletariado sólo se enfrenta a la realidad como clase REVOLUCIONARIA, esto es, como Partido Comunista que revoluciona prácticamente su propio mundo. Las teorías elaboradas sobre la base de la vida burguesa ''normal'' (que para el proletariado no significa sino la humillación permanente ante la que nada puede hacer) a lo máximo que pueden aspirar es a plantear enfoques adaptados a esa misma cotidianidad, a la pasividad de las masas y a los límites de su mera subsistencia como clase [11]. A su utilización, por lo tanto, como capital político o carne de cañón de las diferentes fracciones burguesas, pues su punto de partida y su punto de llegada son uno y el mismo: la ausencia de un sujeto revolucionario como marco incuestionable de toda existencia posible.
Sin salirnos del ejemplo empleado, las relaciones sentimentales y sexuales también son, bajo el régimen burgués, cadenas que n i e g a n a los individuos en lugar de constituir su ser positivo y permitirles el libre desarrollo de sus potencialidades. Esto lo captan muy bien las corrientes de raigambre postestructuralista y posmoderna, y lo explican en términos de dominio, de poder o de lo que sea. Pero, una vez más, están obligados ─precisamente por adoptar el punto de vista del «saber universal», sin sujeto─ a ser incapaces de trascender eso, a ir más allá de poner el acento en la facticidad del hecho de que las relaciones sociales burguesas son, o b j e t i v a m e n t e , cadenas. Que «el hombre ha nacido libre y, sin embargo, se encuentra por todas partes encadenado» (Rousseau) es algo que los teóricos de la Revolución burguesa ya sabían, y ésta lo ha tenido que tener en cuenta a la hora de edificar el Estado moderno como síntesis y resumen de esas cadenas tal cual las encuentra, como su sanción política. Pero el proletariado r e v o l u c i o n a r i o (hoy, su vanguardia) necesita llevar ésto más allá, no le puede bastar con conocer esas relaciones tal cual vienen dadas en la vida burguesa cotidiana porque ellas mismas son, a los ojos de la Revolución Comunista, f a l s a s . Y son falsas justamente porque la Revolución burguesa (y lo que de ella no se hayan librado las revoluciones proletarias del siglo XX) ha a g o t a d o su contenido progresivo al tomarlo como la fuerza subjetiva que rompe las arbitrariedades del Antiguo Régimen y se cohesiona como naciente Estado burgués. La indignación espontánea de las masas ante sus propias vivencias subjetivas es el motor sobre el que se apoya la Revolución burguesa. Pero el proletariado, como Partido Comunista, pone toda esta objetividad dada en relación a un otro, al sujeto, al movimiento práctico de superación del estado de cosas existente. Por lo tanto, y para este fin, lo que las relaciones interpersonales puedan ser en el día a día burgués es sencillamente algo negativo, evanescente, una apariencia fetichizada (el ''puro reino de la interioridad'' de los bardos del imperialismo) que encubre el hecho de una relación esencial más profunda, que sólo sale a la luz cuando el proletariado revolucionario la transforma, es decir, cuando la dinamiza, quiebra su aparente absolutez y la pone en relación a sí como su «cuerpo inorgánico», que sólo vale como prolongación de su propia subjetividad. Y no se me replique aquí que el conocimiento de las relaciones sexo-afectivas tal cual se dan en la vida cotidiana de las masas aletargadas puede ponernos a los comunistas en una mejor posición para revolucionarlas, pues entonces caemos de lleno en el paradigma del reformador social que conoce p a r a transformar y presenta su praxis como una mera reorganización de elementos esencialmente ya dados (politiqueo burgués).
@Bildung1941 sabe todo esto [12]; pero aún así, aún sabiéndolo, dice sin sonrojarse que el hecho de que el comunismo no pudiese plantear correctamente el problema de la sexualidad «encuentra su explicación a grandes rasgos si se tiene en cuenta el nivel alcanzado entonces por el saber universal respecto a las diversas problemáticas que suscita la contradicción de género». Es decir, nuestro crítico no explica los ''errores'' del Ciclo de Octubre a partir del despliegue de su propia praxis y el colapso debido a sus limitaciones i n t r í n s e c a s , sino que esos errores se deben a que, ''de aquellas'', la humanidad era presa de su propia ignorancia. Pero hoy, gracias a D i o s , podemos informarnos de todos los estudios antropológicos que la academia burguesa ha venido produciendo en las últimas décadas y, desde nuestra atalaya del «saber universal», gritarles a los bolcheviques: «¡todavía erais demasiado ignorantes!»
Después de párrafos y párrafos de cháchara jactanciosa y petulancia huera, de ''acorralamiento de los derechistas'' y contradicciones manifiestas, los ''verdaderos portadores de la NO'' nos salen con que las políticas reaccionarias durante el CdO en materia sexual se debían a que el saber universal (EL SABER UNIVERSAL) todavía no había tocado la cabeza de los comunistas con sus divinos rayos. Pero entonces se plantea otra pregunta. ¿Qué o quién empujó hacia adelante ese saber universal? La síntesis teórica de la práctica revolucionaria ya vimos que no, que @Bildung1941 afirma que el Balance del CdO no basta para estas materias porque directamente no llegó a planteárselas nadie desde las filas de la revolución [13]. Para la línea revolucionaria, el saber universal de una época es aquel que se desarrolla como momento epistemológico de un sujeto revolucionario y material enredado en la transformación del mundo y de sí mismo («la teoría revolucionaria, como suma del saber universal y de la síntesis de la experiencia de la lucha de clase del proletariado», Nueva Orientación). Si quiere el señor @Bildung1941 planteárselo ''à la Lukács'', la burguesía ha perdido la capacidad de teorización justa y consecuente en la medida en que ha perdido la capacidad de dirección del proceso histórico [14]. Pero, por lo visto, se nos arrastra ahora a un saber que planea por encima de esta p a r t i c u l a r i d a d intrínseca al conocimiento (i. e., su s u b j e t i v i d a d , su necesaria toma de partido por cuanto que es un saber desarrollado por un partido determinado).
¿Qué es lo único que cabe, entonces, frente a las desviaciones que arrastraron al CdO a la debacle definitiva? La indignación, naturalmente. Comenta nuestro interlocutor a raíz de otra cuestión: «¿Entender que fue un auténtico despropósito (y una concesión a la Iglesia ortodoxa) la estigmatización de la homosexualidad con Stalin implica necesariamente tirar a la basura toda la experiencia socialista de su periodo?» [15] No, es que no fue un d e s p r o p ó s i t o , sino una l i m i t a c i ó n . Ahora bien, como el señor @Bildung1941 no ve en la limitación más que el aspecto puramente negativo, la limitación como simple límite, el ''despropósito'', es lógico que no conciba otro medio de superarla que poniéndola en relación con otra cosa, en lugar de consigo misma. Esa «otra cosa» no es sino el «saber universal» del que nosotros, ciudadanos del siglo XXI, gozamos, y que en este caso se encarnaría en la teoría transfeminista. Para él, la limitación es «limitación respecto a nosotros», que depende de lo que nosotros pensemos, como hijos de nuestra época, para poder ser concebida como tal limitación.
Pero la limitación es limitación e n s í m i s m a [16]. Las limitaciones de la praxis revolucionaria previa son las que la han empujado a su colapso definitivo, y si hoy las podemos concebir como limitaciones no es porque muchos años después otras clases hayan elaborado teorías sobre cómo sobrellevar mejor la vida afectiva burguesa (porque sabemos que el feminismo es incapaz de plantear un sujeto revolucionario transformador... ¿no?), sino porque su aplicación ha sido la causa i n m e d i a t a del declive de la marea revolucionaria. En la experiencia de Octubre

«tenemos un rico, complejo y multifacético desarrollo teórico del marxismo que es preciso abordar críticamente para separar el grano de la paja, lo que es verdadero aporte a la teoría proletaria, en consonancia con sus postulados gnoseológicos, de lo que no lo es. En último término, es preciso concluir que no es posible recuperar el marxismo o el marxismo-leninismo como referencia ideológica sin una labor de REELABORACIÓN, en el sentido de depuración de los c o n t a m i n a n t e s y elementos extraños que aún le acompañan ─como demuestran las distintas versiones que todavía compiten de la mano de un sinfín de organizaciones más o menos revolucionarias─ y de aprehensión crítica d e t o d o s u d e s a r r o l l o [subrayado mío] que nos permita situar aquel punto de partida ideológico a la altura de las exigencias de la preparación de un nuevo ciclo revolucionario.» (PCREE: Nueva Orientación).

Entonces, si la estigmatización de la homosexualidad ha sido un elemento que objetivamente ha contribuido a la debacle del Ciclo ─que lo ha sido─ ello se debe al curso que tal viraje impuso al devenir revolucionario. Y, por lo tanto, es en este devenir p r á c t i c o y m a t e r i a l donde se encuentra la clave para comprender y superar las limitaciones ideológicas que han alimentado la susodicha línea política. La forma de la derrota no es indiferente, sino que la progresiva e histórica descomposición que esa medida en concreto ha impuesto al actuar revolucionario es la materia prima que tenemos que investigar para estar en condiciones de «separar el grano de la paja» (¡«el grano de la paja» de dentro de la ideología proletaria, no de ideologías burguesas!) La penalización de la homosexualidad fue una limitación porque, al ser aplicada, ha llevado la senda de la Revolución por determinados derroteros, y éstos son los que nosotros debemos estudiar para poder criticar la línea ideológica que le subyace y concebirla, efectivamente, en tanto limitación. Por eso, la limitación y su crítica es, ante todo, la forma universal del progreso del conocimiento, el acompasamiento de la conciencia de los problemas de la revolución a los resultados prácticos que la aplicación del marxismo del viejo ciclo ha d e s a t a d o pero no comprendido, por cuanto le faltaba la perspectiva del ciclo c l a u s u r a d o con todas sus consecuencias. Y ésto es lo fundamental: que es el balance en torno a los problemas de la construcción del comunismo lo que nos permite superar el marxismo del viejo ciclo. La teoría proletaria sobre las relaciones sexo-afectivas surgirá justamente sobre la crítica de las formas concretas de debacle que el fortalecimiento de l a f a m i l i a ha impuesto a la Revolución, pues no tiene otro material sobre el que teorizar. La historia la hacen las masas de v a n g u a r d i a , que llevan la dirección del proceso histórico. Y si nosotros aspiramos a ponerlas de nuevo en esa posición, lo que compete es el balance sobre la deriva concreta que su actuación consciente ha impuesto a su (nuestra) lucha de clase, la síntesis teórica de todas esas formas de materia que ha desplegado en su actuación (pues la conciencia de todas las determinaciones de un fenómeno concreto se desarrolla siempre con posterioridad al mismo). Por hilar esto con el fragmento del MAI sobre el posmodernismo que @Bildung1941 cita a modo de ejemplo [17], la crítica del fetiche del progreso automático se debe a que, en su actuar, la revolución proletaria ha probado el agrio jugo de la realidad y se ha topado con que, efectivamente, el socialismo no es un tranquilo discurrir mecánico. Pero si nosotros estamos en posición de criticar ésto (y los posmodernos en posición de saludarlo como una derrota del comunismo) se debe a que nuestra clase no sólo ha aplicado prácticamente tal postulado y ha e x p e r i m e n t a d o su fracaso, sino que, además, ha desarrollado YA los elementos que la sitúan en condición de superarlo; a saber, la Gran Revolución Cultural Proletaria como máximo grado de contradicción entre los presupuestos ideológicos democrático-burgueses (con su positivismo inmanente) y las tareas proletarias a las que se enfrentaban los maoístas chinos de los 60.
Que @Bildung1941 no es capaz de ver en la limitación nada más que un e r r o r (a cuya conciencia llega gracias al «saber universal» de nuestra época) se ve otra vez cuando habla de que el marxismo de viejo ciclo no llevó a cabo, e n t r e o t r a s c o s a s , la «profundización en la destrucción de las instituciones familiares, algo que está en la propia base del marxismo prácticamente desde su constitución y sobre lo cual las experiencias proletarias sí que tienen mucho que aportar pero precisamente para ahondar en su e s t a n c a m i e n t o ». Si hubiese asumido coherentemente y sin prejuicios la significación del Balance del Ciclo de Octubre, comprendería que de ese estancamiento, sobre el que t o d a v í a no se ha hecho balance, se desprende una multitud de enseñanzas sobre las tareas y medios de la revolución, o lo que Mao llamaba «aprendizaje por lo negativo». Que el proletariado revolucionario paralizase la destrucción de la institución familiar también tiene un contenido p o s i t i v o , que se revela desde el marxismo del nuevo ciclo que la LR lleva fundamentando dos décadas en base a examinar críticamente los derroteros por los que se ha encaminado el Ciclo de Octubre. Obviamente, poniéndonos las anteojeras del marxismo de Viejo Ciclo, a lo máximo a que podemos llegar es a ver en la renuncia a la aniquilación de la familia un grave error, que hay que subsanar acudiendo a todas esas doctrinas del «ala izquierda» del feminismo que nos enseñan que tal cosa está m a l . Como la limitación no es, para nuestro interlocutor, el momento esencial del proceso de conocimiento, su resolución sólo puede provenir de fuera de la ideología marxista-leninista y del Balance del CdO, lo que @Bildung1941 reúne bajo el rimbombante eufemismo de «extracción de lo positivo de las corrientes burguesas mediante la lucha de dos líneas» (aunque luego lo compense, en la sopa ecléctica de su intervención, dedicando largas parrafadas a recordarnos cómo las posiciones frente a la cuestión de la mujer deben ser desarrolladas desde el propio marxismo ¿A qué jugamos?). Nuestro interlocutor no concede que vayan a ser los proletarios conscientes, armados con el marxismo del futuro ciclo, quienes creen teorías a b s o l u t a m e n t e n u e v a s para dar respuesta a las problemáticas concretas que suscitará la aniquilación de la familia, como segmento particular de la lucha por la aniquilación de la sociedad de clases. Obvia que no hay ninguna teoría burguesa que se pueda poner en el punto de partida, nuevo y cualitativamente superior, que es el marxismo reconstituido sobre el Balance del CdO, Ciclo durante el cual se desplegaron por primera vez y de manera íntegra las dinámicas de clase que subyacen a todas esas formaciones sociales sobre las que los intelectuales de la burguesía teorizan pero no comprenden, y NO pueden comprender, porque carecen de la necesaria perspectiva de la revolución comunista que ya ha vivido todo un Ciclo histórico, y que c o n o c e t r a n s f o r m a n d o (de lo cual se sigue que un conocimiento fuera de ese proceso histórico de transformación es, sencillamente, parcial, y en cuanto parcial, f a l s o ).
Obviamente, esta tarea de Balance, que nuestro crítico dice comprender (pues se sabe la Nueva Orientación de arriba abajo), es imposible de entender desde el momento en que se parte del positivismo y del empirismo. Y como @Bildung1941 ve que en nuestra época de extremada reacción los problemas relacionados con la afectividad y la sexualidad se plantean en clave de género, automáticamente asume que hay que tomar tal categoría como algo fundamentalmente esencial para la comprensión de la sociedad de clases (es decir, como c o n t r a d i c c i ó n fundante) [18]. Claro, nuestro hombre negará que lo haya asumido «automáticamente». Puede que incluso proteste porque le atribuyamos que entiende la afectividad en clave de género en lugar de en clave de clase. ¡Si él mismo ha dicho que la contradicción de género es una «forma particular en la que cristalizan las relaciones sociales DE CLASE»!
Pero el género es una determinación i n d i v i d u a l , que efectivamente expresa una determinada relación del individuo singular con sus allegados y, por extensión, con el mundo que le ha tocado vivir. Pero ésto vale tanto como decir que la conciencia sindical expresa la relación que el obrero singular establece ya no con su patrón, si no con el mundo del trabajo asalariado en general, en cuanto simple mundo que le niega su sustantividad y personalidad, y nada más. Siendo más maliciosos, pero no por ello invalidando la comparación, podemos decir que quien ve en el género la explicación de la actual organización sexual humana (incluyendo en ésta la familia como su derivado) es análogo al economista burgués que explica el capital industrial a partir de la ley de oferta y demanda que rige las actividades particulares de los capitalistas individuales.
Y si tan p e r v e r s a comparación es válida, ello se debe a que en ambos casos se parte de una posición epistemológica común, que no es otra que el reduccionismo empirista. @Bildung1941 lamenta que la LR reduzca las innumerables formas de opresión que sufre la mujer a la institución familiar, y nos comenta que la familia es «un producto, una cristalización, de unas relaciones sociales determinadas, y no a la inversa. La familia es una proyección misma de la sociedad, y el ámbito social en el que necesariamente se reproduce la opresión de la mujer no es una mera continuidad de las relaciones domésticas». ¿Dónde está el escamoteo? Que nuestro crítico identifica la familia con el ámbito doméstico y, alegremente, se complace en ser el niño del público que señala que el emperador está desnudo. En efecto, si el «ámbito social en el que se reproduce la opresión de la mujer» es más que una «mera continuidad de las relaciones domésticas», ¿tenemos que entender que la familia no es ella misma social? ¿Es «un producto, una cristalización, de unas relaciones sociales determinadas» o CONSTITUYE ELLA MISMA ESAS RELACIONES SOCIALES?
Efectivamente, si nos ponemos las gafas empiristas, tenemos que reconocer forzosamente que no todos los seres de este nuestro triste mundo se agrupan bajo el paraguas de la familia, de la misma manera que no todos los seres de este nuestro triste mundo son o burgueses o proletarios; y no es en absoluto extraño que con semejante vara de medir se rechace el carácter universal de la lucha de clases (pues el mismo argumentario de la burguesía liberal es recogido por los teóricos del g é n e r o , por mucho que lo tilden de ''relación clasista''). Pero cuando desde la LR ─es decir, desde el marxismo─ se dice que la familia es la institución que vertebra la opresión de la mujer, no se pretende señalar nada más ni nada menos que el hecho de que la familia proletaria misma es una r e l a c i ó n s o c i a l capitalista (i. e., de clase) cuya e s e n c i a es distribuir el salario entre sus miembros. Si esencia y apariencia coincidiesen toda ciencia sería superflua, como señala Marx en El Capital. Por ello, decir que la familia es la célula de la reproducción (fisológica y biológica) del obrero y la obrera en cuanto obrero y obrera no quiere decir más que ésto: que tal determinación es la determinación central, e s e n c i a l , que subsume el resto de fenómenos ''sexual-afectivos'' (en el sentido más laxo) que se dan en la vida burguesa como su centro de gravedad, y los cuales deben explicarse a partir de esta su esencia, AUNQUE SU MERA EXISTENCIA PAREZCA CONTRADECIRLA.
A modo de ejemplo, y ya que nuestro crítico se escandaliza por ello como un Jeremías, mencionemos la cuestión de la homosexualidad: «Más ejemplos [de ideología burguesa reaccionaria] los encontramos en “La emancipación de la mujer exige la reconstitución del Partido Comunista”, en el que se afirman cosas como que la homosexualidad “no es la forma más habitual de unión” (literal) como subterfugio para desdeñar abiertamente toda la problemática que suscita, rozando (siendo benevolentes) la homofobia más reaccionaria [!!!]». Pues bien, el artículo de marras habla, en el apartado intitulado «El sexo», de que la familia proletaria se distingue de la burguesa en que no está sujeta al condicionante de la propiedad y la herencia (tesis que retoma las observaciones de Engels en torno al carácter no monogámico de la familia obrera, en el sentido de que le falta el presupuesto económico fundamental que ha caracterizado históricamente a la monogamia ─la herencia). Inmediatamente después, se dice:

«Para las [parejas] homosexuales también supone una gran preocupación [la libertad de unión y separación], puesto que sus relaciones están mal vista e incluso perseguidas. En esta cuestión no nos atrevemos más que a decir que no es la forma más habitual de unión. Pero la misión que tenemos como clase está por encima de reivindicaciones puramente parciales que afectan a una ínfima minoría de la clase. De modo que nuestra actitud hacia este sector no debe ser diferente. La cuestión de que se trata es: Dictadura de la burguesía o Dictadura del Proletariado hacia el Comunismo» (La Forja 3).

El señor @Bildung1941, aficionado a citar a medias (tendremos ocasión de ver más ejemplos), transforma en «la homofobia más reaccionaria» la sencilla aseveración del PCREE, casi diría que puramente empírica, de que la familia es el órgano social encargado de reproducir a la raza de los obreros (es decir, que implica forzosamente el predominio de las relaciones heterosexuales orientadas hacia fines reproductivos). Y ésto no sólo explica la persecución y estigmatización que viven los homosexuales, sino que la pone en relación a la lucha de clases: pues las «reivindicaciones parciales» de este colectivo (a saber, legalización del matrimonio homosexual, derecho de adopción, etc.) toman necesariamente como modelo esa familia reproductora del obrero en cuanto obrero, y no pueden no hacerlo. Naturalmente, los teóricos de la comunidad LGTBIQ+ pueden dejarse llevar por las más bellas ensoñaciones acerca de utópicos modelos familiares, pues el marxismo no niega la espontaneidad intelectual e imaginativa. Niega, eso sí, que ese ''libre albedrío'' intelectual pueda sustraerse a las determinaciones que le imprime la sociedad de clases al ser llevado a la práctica. Y así sucede con nuestro ejemplo: las familias ''alternativas'' que puedan surgir sobre el desagradecido suelo del capitalismo estarán, siempre y unívocamente, subordinadas a las instituciones clasistas que vertebran la sociedad burguesa, por mucho que parezcan elevarse sobre ella [19].
Que la teoría del género se opone, como doctrina positivista, a la teoría marxista de la familia, se ve más que claramente en este punto. En lugar de deducir los géneros de la familia, en cuanto relación social clasista que atraviesa t o d a la sociedad burguesa, se deduce la familia de los géneros (que son siempre individuales, como se indica parcialmente con la acotación «sexo≠género»). Ello lleva a una doble conclusión perfectamente lógica: 1) que la familia resulta de la agrupación de individuos determinados por el género, invirtiendo la fórmula marxista que ve los géneros como resultado y expresión individualizada de ese movimiento de agrupamiento que es la familia misma (invierte idealistamente la relación colectivo-individuo); 2) que la familia es una esfera restringida, ''aparte'', respecto a la sociedad (cuya expresión genuinamente social serían esas relaciones de género que se resumen bajo el vocablo «patriarcado» o su variante vergonzante y pseudomarxista de «relaciones patriarcales»). El compañero, en primer lugar, hace del género las relaciones sociales que posteriormente cristalizan como familia (que él restringe al más cerrado ámbito doméstico), para, después, hacer pasar por la postura de la LR la soberana tontería de que la violencia que sufre la mujer se reduce al ámbito doméstico (y un par de tonterías más que luego revisaremos) [20]. Desde un aparato conceptual de partida como éste, es hasta cierto punto lógico que entienda las cosas ''de aquella manera''. Pero es que nuestro nada manipulador crítico prefiere pasar de puntillas por encima de ''ciertos'' fragmentos que la línea proletaria ha ido históricamente elaborando sobre la cuestión de la mujer. Por ejemplo:

«LA MORAL COMUNISTA EXIGE DE CADA MILITANTE UNA CONCEPCIÓN Y UN COMPORTAMIENTO EJEMPLAR, al menos en lo fundamental, en aquellas cuestiones que defendemos como base de la estructura social a conquistar: el Comunismo; es decir, considerando las limitaciones que el sistema capitalista nos impone, adoptar una actitud vital que sea muestra de nuestra visión de los problemas y una síntesis lo más cercana posible a la concepción del HOMBRE Y LA MUJER n u e v o s [subrayado mío] que pretendemos alcanzar con el socialismo y el comunismo. En lo que a la cuestión de la mujer se refiere, esto supone ABANDONAR Y COMBATIR TODA FORMA DE EXPLOTACIÓN, DESIGUALDADES INJUSTAS Y COMPORTAMIENTOS MACHISTAS CONTRA LA M U J E R E N G E N E R A L [subrayado mío]» (LF 2: Sobre el trabajo de masas y la emancipación de la mujer)

Incluso el i n f a m e «El feminismo que viene» nos dice que el feminismo «ha sellado un pacto de silencio con el capital sobre la verdadera naturaleza de la c u l t u r a m a c h i s t a que impregna esta sociedad e n t o d a s s u s e s f e r a s [subrayados míos]». ¿Qué es este misterio? La LR dice primero que la raíz de la opresión de la mujer está en la familia, para después afirmar que hay una «cultura machista» que «impregna todas las esferas de la sociedad». Una de dos: o la LR nos toma el pelo y anda rebotando de un extremo a otro por el puro placer de contradecir, o es que de hecho es a b s u r d o creer que la familia se reduzca al estrecho ámbito doméstico. Naturalmente, si damos por asumido que la familia es producto de unas relaciones machistas transversales (sintetizadas como «relaciones patriarcales» o «de género») y no esas relaciones sociales mismas, en su dinámica fluidez, es lógico que sea reducida a la íntima esfera doméstica.
Pero si la e s e n c i a de la familia es ser la célula mínima de la reproducción fisiológica y biológica de los obreros, y n a d a m á s , de ello es posible deducir todas sus otras determinaciones históricas: no sólo que cristalice (ahora sí) como estrecho «ámbito doméstico» (como espacio mínimo vital que necesita el obrero para reproducirse y consecuencia d e r i v a d a de lo anterior), sino también que erija toda una serie de manifestaciones ideológicas que constituyen esa cultura machista de la que habla el PCREE, entre las que se incluyen, verbigracia, los géneros, o el predominio necesario y ''forzoso'' de la heterosexualidad como garantía de la reproducción s i n f i n de la «raza de los obreros» (Marx). Y como sabemos que la cultura y la ideología no se limitan a ser una reproducción pasiva de la realidad, sino que la crean activamente, ello aporta la razón por la que esa cultura machista aparece como una fuerza irresistible anidada en las cabezas de los individuos, y es el subrayamiento u n i l a t e r a l de este aspecto lo que da pie a las teorías del género (aún apostrofadas con la coletilla «género como cristalización concreta de las relaciones clasistas»). Pero es que son todos estos fenómenos lo que constituyen la familia como institución de la sociedad de clases, pues la familia misma rebasa lo que es el estrecho ámbito del hogar. Distinta cuestión es que estas manifestaciones del contenido esencial puedan, a posteriori, tomar una aparente independencia de su sustrato real, como si su entera existencia no estuviese condicionada desde el principio por el modo de producción capitalista hegemónico, cuya forma de aglomerar al proletariado es la institución familiar, en su sentido más amplio (de la misma manera que su forma de aglomerar a las masas de las diversas clases es el Estado-nación, sin que ésto nos permita negar la naturaleza igualmente burguesa y derivada ─particular─ de los Estados plurinacionales y de las naciones sin Estado, por mucho que parezcan contradecir aquel principio).
Por ello es que nuestro crítico, que sustituye la definición marxista de la familia (basada en su papel económico y político, como aglutinador más básico de la clase proletaria) por la feminista (basada en deducirla de los géneros), habla de que la LR (¡perdón!, la «tendencia derechista de la LR») padece una «confusión de principio entre género y sexo, lo cual conlleva exposiciones confusas y posicionamientos que rozan la hilaridad». Explayándose un poco más sobre ello, nos cuenta que «[n]o entender la contradicción sexo-género en su significación marxista conlleva en última instancia a redundar en el paradigma biologicista que aborda la comprensión de las categorías hombre-mujer». Hace suyo es esquema del feminismo radical que señala la esencia social (que no de clase) de la opresión de la mujer y p o r e l l o introduce un corte abrupto entre naturaleza y sociedad, entre fisiología y cultura. ¿Es cierto que la esencia de la opresión de la mujer es social? Sí. Pero ello no quita que lo que determina que «los individuos socializados como mujeres» sean socializados como mujeres sea el haber nacido de sexo femenino. Con su dicotomía beauvoirista, nuestro hombre soslaya el hecho de que, en la sociedad de clases, precisamente por ser de CLASES, el ser humano todavía tiene un pie en la animalidad, en la determinación fisiológica, en esa lucha por la existencia mil veces más encarnizada que en el reino natural de la que nos habla Engels. Y si bien el amor sexual individual fue introducido por la burguesía, no es menos cierto que la familia que esta clase engendra tiene fines exclusivamente reproductivos, circunscritos efectivamente a las relaciones entre s e x o s (pues el fin de la familia como institución es la reproducción de la raza de los obreros, y no su amor). La familia es la partera de la fuerza de trabajo que necesita el capital; todo lo demás es accesorio y circunstancial, y se añade como simple especie de su concepto. Que la época burguesa haya introducido cierta independización del género frente al sexo indica ya su potencial emancipador latente, pero ella misma es incapaz de realizarlo. @Bildung1941 confunde, igual que todo el esquematismo feminista, la p o s i b i l i d a d de la independización de la individualidad sexual frente a la determinación fisiológica con su realización e f e c t i v a , que sólo puede ser llevada a cabo una vez que la familia haya sido revolucionariamente enviada al vertedero de la historia. La opresión de la mujer es de naturaleza c l a s i s t a (y por ende social), sí, pero el individuo-mujer está oprimido precisamente por haber n a c i d o mujer. Y esto no debiera escandalizar a ningún marxista, pues sólo con el comunismo «cesa la lucha por la existencia individual y con ello, en cierto sentido, el hombre sale definitivamente del reino animal y se sobrepone a las c o n d i c i o n e s a n i m a l e s d e e x i s t e n c i a [subrayado mío], para someterse a condiciones de vida auténticamente humanas (…) Sólo desde entonces comienza este a trazar su historia con plena conciencia de lo que hace» (Engels: Del socialismo utópico al socialismo científico).
Quizás ahora se pueda comprender por qué habla la LR de «violencia doméstica» en «El feminismo que viene». No significa ni que la LR reduzca la opresión de la mujer a la violencia en el hogar ni que la rechace como opresión específica. Es que la moderna familia proletaria, como relación social capitalista, constituye la expresión más inmediata del orden burgués en la vida del obrero, la ''primera'' con la que toma contacto y en cuyo seno ─como hogar o ámbito doméstico─ se desarrolla como individuo. Y esto atañe tanto al varón como a la mujer proletaria, pues «las instituciones que oprimen a l a m u j e r [subrayado mío] no son instituciones creadas por los varones (…), sino instituciones creadas por las clases explotadoras a lo largo de los siglos» (LF 5: La emancipación de la mujer exige la Revolución Socialista). La familia no es única ni principalmente, como se desprende del reduccionismo feminista que @Bildung1941 hace suyo, la ''herramienta'' con la que el ''hombre'' asfixia a la ''mujer''. Es ante todo la institución que distribuye el salario entre sus miembros, que cría al violador de mañana, que educa a los niños en el estrecho horizonte de futuro de tener que trabajar para ganarse el pan, que recluye a los ancianos en asilos cuando ya no puede mantenerlos, que engendra a «la venus que ha moldeado la lujuriosa mente del burgués y cuya proyección idealizada su esposa acepta como modelo de sí misma» (ibíd.), etcétera etcétera. Y toda esta violencia, que es transmitida de generación en generación por la educación y las relaciones paterno-filiales (es decir, que el padre y la madre la hacen subjetivamente suya), emerge, precisamente, como la manifestación (cristalización) doméstica de esa institución s o c i a l que es la familia, y cuyo concepto consiste en ser el órgano de distribución del salario, ni más ni menos (es decir, algo que por su proyección trasciende absolutamente lo que es el hogar). Como se comprenderá, todas las variantes que se puedan sobreponer al modelo ''estándar'' de familia (parejas homosexuales, adopción, etc.) no afectan en nada al contenido económico esencial de la misma, como condición sin la cual es imposible la reproducción capitalista. Y es que lo que la familia sea no depende de lo que queramos ver en ella, sino de su posición en el entramado social burgués, el papel universal que desempeña en todas sus posibles y variadas formas. No es necesario que traiga aquí a colación las innumerables referencias de los padres de nuestra cosmovisión en torno al papel económico de la familia moderna, pues de seguro que nuestro interlocutor ya sabe de ellas.
Sin embargo, el señor @Bildung1941 parece que, según qué textos de la LR, lee para encontrar frases aisladas que le permitan dar rienda suelta a su i n d i g n a c i ó n . Nuestro interlocutor, que ha estudiado profundamente la dialéctica y su historia, sabe de corrido que «la universalidad del fenómeno no puede ser reducida a una expresión particular determinada, así como una totalidad dada no es la mera yuxtaposición formal de cada particularidad que la compone». No obstante, parece que cuando de la cuestión de la mujer se trata, da igual toda la tinta que la LR haya vertido sobre el tema (oficial y extraoficialmente): basta coger una frase y, obviando descaradamente todos los documentos previos que permiten comprenderla, sacarla a pasear como la muestra más evidente de la «tendencia derechista» y «misógina» de la LR. Calcadito a lo que hacen elementos (a menudo simples payasos cibernéticos) que, al contrario que @Bildung1941, desconocen los documentos fundamentales de la LR y pese a ello afirman, como auténticos campeones del aplauso fácil, que las posiciones de la línea revolucionaria bien podía haberlas firmado Ciudadanos. ¡Sí, sin duda pretender destruir la familia, crear un hombre y una mujer nuevos y cimentar el Poder proletario que permita a las masas aniquilar de una vez por todas la milenaria cultura machista es la reivindicación por excelencia de la nueva derechona!
Pero por qué @Bildung1941 y colaboradores hacen suya la ''crítica'' del feminismo a la LR, con todos sus lugares comunes y escamoteos, tiene que ver precisamente con esa incomprensión de la unicidad que el marxismo prescribe a la teoría y la práctica y que se expresa, a día de hoy, como la necesidad del Balance del CdO. Nuestros críticos no ven en los infructuosos intentos de las revoluciones proletarias del siglo XX por aniquilar la familia más que un solemne fracaso (lo único que destacan es que «ahondaron en su estancamiento...»), en lugar de ver en ellos los primeros esfuerzos prácticos de nuestra clase por dar una solución o r i g i n a l , p r o p i a y p r o l e t a r i a a los problemas de la Revolución en este campo. Y si se trata de respuestas ingenuas (como las guarderías sociales de Kollontai) ello no se debe simplemente a la incapacidad del aparato conceptual que el marxismo había ido elaborando hasta entonces sobre la base de la experiencia práctica de la clase obrera, sino a la necesaria falta de perspectiva del primer Ciclo terminado del que carecían bolcheviques y maoístas, y cuya riqueza tiene que impulsar hoy la «separación del grano de la paja» que germinó en los sucesivos intentos por abordar esta materia. Ésta es la única manera de elevar la ideología, pues lo que nos sitúa en condiciones de hacerlo es precisamente aquello que la clase revolucionaria desplegó en su praxis pero todavía no ha comprendido hasta el fin [21]. Y es obvio que la cuestión particular de la emancipación de la mujer va intrínsecamente unida a la cosmovisión que rige el Ciclo y su estadio de madurez determinado [22]. Si el comunismo puede emancipar a la mujer es porque el comunismo puede emancipar a toda la humanidad, de manera que la concepción global de la Revolución (la Línea General) determina la respuesta que los revolucionarios pueden articular a cada uno de los problemas concretos de la Revolución.
Un ejemplo práctico: en la «Carta a una reunión de obreras en Moscú» (28 de noviembre de 1923), Trotski dice que «hay dos maneras de alcanzar la transformación de la vida familiar cotidiana: desde abajo y desde arriba. ''Desde abajo'' significa combinar los recursos y esfuerzos de familias aisladas, construir grandes unidades familiares con cocinas, lavaderos, etc. comunes. ''Desde arriba'' significa la intervención estatal o de los Soviets locales en la construcción de barrios obreros, restaurantes comunales, lavaderos, guarderías, etc.» Ni que decir tiene que es precisamente la concepción estatalista del socialismo lo que orientaba las soluciones que los bolcheviques podían proponer en torno a esta cuestión (y Trotski no es, desde luego, una excepción, de la misma manera que ninguno de sus camaradas se podía sustraer a esta limitación). Pero para superar estas limitaciones, que reunimos bajo el concepto de «marxismo del Ciclo de Octubre», no basta con criticar los resultados sin duda reaccionarios (pues constituyeron un dique para la revolución) en los que derivó la actuación histórica y subjetiva de la clase. Entonces estaríamos dando palos de ciego, pues la simple crítica de tal o cual cuestión concreta no permite rebasar ese marco que es el marxismo de Viejo Ciclo. Al contrario, sólo haciendo el Balance de lo que fue la experiencia GLOBAL de Octubre podemos ser conscientes de todas las implicaciones de la ideología que lo animaba y, en consecuencia, situarnos en condiciones de superarla. Y este ejemplo me viene al pelo, pues el artículo «En la encrucijada de la historia...», presentado en el número 0 de Línea Proletaria, arroja conclusiones reveladoras sobre el origen del estatalismo como resultado del entrelazamiento de la Revolución democrático-burguesa con la Revolución Proletaria, con todas las consecuencias que ello implica para haber fomentado el enterramiento definitivo de la primera ola de la RPM.
Pero nuestros críticos han estudiado dogmáticamente los documentos de la LR. Asumen los resultados que hasta ahora ha producido como algo dado y definitivo, a partir del cual podemos deducir YA todas sus implicaciones ideológico-políticas. Mientras el resto del revisionismo estatal cierra los ojos al hecho de que ha sido la propaganda de la LR lo que ha creado un clima de, por ejemplo, crítica generalizada al sindicalismo o al republicanismo (por mucho que en la práctica demuestre no ser consecuente con ello), @Bildung1941 y sus simpatizantes lo reconocen, y se declaran no sólo partidarios de la LR, sino sus auténticos portadores. Pero asumen la LR sólo en la teoría, o de palabra, y son incapaces de asumirla en la práctica. Nuestro crítico me ha echado en cara que con esto no hago más que repetir la letanía del revisionismo de «¡no salís a la calle!», y que, como no conozco su práctica, no me es dado opinar. Y es realmente decepcionante que, después de repetir no sé cuántas veces que práctica y teoría siempre están unidas, nos salga con éstas, como si yo o cualquier otra persona que ha defendido estos días pasados las posiciones proletarias pudiese caer en semejante vulgaridad. Pero vamos a ver: ¿acaso no dicen nuestros críticos que NO defienden la necesidad, en el momento actual, de entablar lucha de dos líneas con el feminismo para extraer sus aportes (teoría) mientras, EN LA PRÁCTICA, han asumido por completo su esquema discursivo y sus postulados teóricos (su teoría del género, que además presentan como resultado del «saber universal»)? ¿Acaso la crítica de @Bildung1941 y cía a LP no se basa en contraponer a una inexistente «tendencia derechista» en la LR el aparato conceptual del feminismo, aún cuando dicen que la tarea de adoptar los ''aspectos progresivos'' que éste pueda proporcionar pertenece al futuro?
No es sólo que nuestros críticos digan que hay que apropiarse de los ''contenidos progresistas'' de la ideología de otras clases, es que de facto YA LO HAN HECHO (y desde luego, ni siquiera sobre la base de ''la lucha'', pues no se les conoce una crítica al feminismo; más bien al contrario, más allá de las generalidades teóricas que sueltan de vez en cuando). De esta manera, renuncian a la tarea del Balance, pues, como han demostrado innumerables veces al enfrentarse a la línea revolucionaria, sólo pueden realizarlo desde el aparato conceptual propio del feminismo, que el compañero @Bildung1941 ha tenido el placer de detallar en sus 15 páginas de parrafada ecléctica. ¿Y por qué ecléctica? Porque primero dice que la lucha de dos líneas en torno al Balance del CdO es el motor de la Reconstitución ideológica (correcto), pero luego éste no puede contestar a todas las problemáticas de la humanidad dado que algunas ni siquiera se las han planteado nuestros antepasados revolucionarios (falso, precisamente, el Balance va teóricamente más allá de lo que ha ido el Ciclo en su práctica, pues es la plena toma de consciencia respecto al mismo y sus resultados). Primero, «no proponemos “tirar a la basura” toda palabra que ha pronunciado hasta la fecha la Línea de Reconstitución sobre el tema», pero luego criticamos la posición de la LR desde las categorías que han ido elaborando ideologías ajenas al marxismo (o sea, desde fuera del marco del Balance de CdO, ''tirándolo a la basura'' de hecho, pues que no quieran aplicar hasta el final sus ideas sobre el género a «La emancipación de la mujer exige la Revolución Socialista» no quita que éste texto sea absolutamente opuesto a ellas, como ya hemos tenido ocasión de comprobar). Primero «hay que abordar la contradicción de género desde el propio marxismo», pero luego resulta que antes de darnos cuenta ya lo están planteando precisamente en los términos del feminismo. Primero nos dice que «el feminismo institucional (...) es la d e r i v a l ó g i c a [del feminismo,] como todo movimiento desprovisto de sujeto autoconsciente que vincule y desarrolle una praxis revolucionaria...»; para luego, y en la misma frase, afirmar que el feminismo institucional «es una expresión p a r t i c u l a r del feminismo, no su ser u n i v e r s a l ». Y ésto por no mencionar todos los galimatías que enturbian su posición de fondo y desconcertarían al mejor criptólogo: «crítica general a una teoría en su generalidad», «crítica general a una generalidad concreta» «feminismo como movimiento en su universalidad» y demás jerigonzas, que se presentan como genuina dialéctica pero que, como luego veremos, no es más que verborrea ecléctica.
Por reciclar la afortunada expresión de Pavel, nuestros críticos «hacen trampas jugando al solitario». Dada la imposibilidad del marxismo de Viejo Ciclo de dar hoy respuesta a las dinámicas concretas que su propia aplicación desencadenó, sólo hay dos alternativas: o bien asumir la tarea del Balance del CdO como puesta a punto de la ideología para, posteriormente, descender de nuevo a lo concreto y contestar «aquellas preguntas que durante el CdO no habían ni llegado a plantearse», o bien asumir las categorías de una ideología de otra clase, más o menos acabada, para dar una respuesta teórica finiquitada, cosa que ya hemos visto que hace @Bildung1941. Pero optar por esto último, es decir, criticar la posición de la LR acerca del feminismo (la «tendencia derechista») desde categorías elaboradas por el propio feminismo y no desde el Balance del CdO, lleva y sólo puede llevar a conclusiones que ya estaban dadas de antemano. ¿Qué resultado va a dar el análisis del fortalecimiento de la familia en la URSS de los años 30 hecho desde el prisma burgués que ve la familia (lo colectivo) como cristalización de determinadas relaciones de género (lo individual)? ¿Acaso puede dar otro espurio resultado que el lamentar el «despropósito» de Stalin de no acomodarse a las ideas que los ciudadanos de este reaccionario siglo XXI tienen acerca del género y las relaciones sexo-afectivas? Que nuestro hombre emplee esta expresión no es, de hecho, gratuito. Traigamos de nuevo a colación la reveladora pregunta, que expresa a la perfección cómo aplican estos elementos la teoría de la LR a un fenómeno concreto (i. e., como la aplican prácticamente): «¿entender que fue un auténtico despropósito (y una concesión a la Iglesia ortodoxa) la estigmatización de la homosexualidad con Stalin implica necesariamente tirar a la basura toda la experiencia socialista de su periodo?» Véase en qué disposición están nuestros críticos de superar el marxismo del Viejo Ciclo que, para empezar, plantean la pregunta como si la estigmatización de la homosexualidad no fuese nada más que un «despropósito» del individuo Stalin (o sea, caen de lleno en los términos del paradigma estatalista y personalista hegemónico). Y eso ni siquiera es lo grave, pues siempre podrá aducir el señor @Bildung1941 que estoy retorciendo otra vez sus argumentos (¡eterno refugio!) Lo grave es que esa pregunta se postula así: «que tal(es) revolucionario(s) mantuviese(n) una posición reaccionaria p o r n o t e n e r n u e s t r a s i d e a s s o b r e s e x u a l i d a d , ¿implica tirar a la basura toda la experiencia...?» No, dicen nuestros renovadores, basta con que los revolucionarios futuros t e n g a n l a s i d e a s s o b r e s e x u a l i d a d q u e t á c i t a m en t e y a h e m o s a s u m i d o . Sea como fuere, el resultado de proceder según tal razonamiento va a ser el mismo en todos los casos: igual que «adoptamos lo bueno y rechazamos lo malo» de las teorías burguesas (cosa que, repetimos, nuestros críticos ya han hecho), superar el marxismo de Viejo Ciclo se limita a que, partiendo del rasero de estas novísimas teorías reformistas, «rechacemos lo malo y adoptemos lo bueno». Es decir, el empirismo positivista de siempre.
Los ''verdaderos portadores de la NO'' pueden permitirse trampear así con el Balance porque han asumido sus resultados como algo dado y acabado que la LR se ha limitado a descubrir [23]. Su posición hacia el pasado revolucionario de nuestra clase se circunscribe a aplicar los grandes hitos teóricos de la LR, generales y abstractos, a determinados estadios concretos del desarrollo del Ciclo. Al concebir estos principios como un órganon, o como un m é t o d o , el Balance del CdO se reduce a aplicarlos a momentos determinados del auge revolucionario, y de esa manera obtener una e x p l i c a c i ó n de su fracaso. Por ello, junto al «despropósito de Stalin» (sic), nuestro hombre se limita a e n u m e r a r «otras limitaciones» que, entendemos, son también «despropósitos»: «los resquicios de la teoría de las fuerzas productivas, la incomprensión de fondo del papel transformador de la conciencia en pos del materialismo vulgar, la importancia de las revoluciones culturales en el avance hacia el comunismo, la táctica militar como principio universal de la lucha de clases, ciertos remanentes espontaneístas y economicistas en general, etc.»
El silogismo que subyace a la posición epistemológica de nuestros críticos es el siguiente: si tenemos un principio explicativo (e. g. la concepción espontaneísta de la revolución) que permite e x p l i c a r un fracaso concreto del CdO (verbigracia el aplastamiento de la insurrección espartaquista), luego para explicar otro fracaso concreto es necesario un nuevo principio explicativo. El Balance consiste, pues, y siempre para nuestros críticos, en dotarnos de un sistema teórico que dé una solución a tal o cual problema particular. Por eso, aunque el Balance sea el eje vertebrador de la Reconstitución Ideológica, es necesario «entablar lucha de dos líneas con las ideologías burguesas más avanzadas» para obtener de ellas principios explicativos nuevos que permitan responder a esos problemas que ni siquiera llegaron a conciencia de los revolucionarios durante el CdO.
Pero esto es una vulgarización de la columna vertebral de la LR. Remito de nuevo a la primera parte del texto, en la que se discute la naturaleza del conocimiento según el comunismo revolucionario, para captar dónde está el error. Las limitaciones del Ciclo se descubren, justamente, a través del Balance, por lo que no son tanto principios explicativos como e l r e s u l t a d o m i s m o del Balance. Y ésto es, ni más ni menos, la Reconstitución Ideológica en su aspecto teórico (cuyo correlato político es la construcción de vanguardia). Nuestros críticos dan por buenos determinados resultados del Balance hasta ahora realizado por la LR, pero los conciben como herramientas cognoscitivas, como esquemas formales que se aplican a los fenómenos concretos: «tal cosa la explica la teoría de las fuerzas productivas; esta otra, el paradigma insurreccionalista, etc. etc.» No entienden que llevar a cabo el Balance del Ciclo de Octubre supone sumergirnos d e s n u d o s en el devenir de la lucha de clases revolucionaria desde la ideología que nos ha legado el susodicho, sin apriorismos que parcialicen y distorsionen el contenido práctico que poseemos en forma de experiencia revolucionaria por sintetizar. Desde luego, los resultados ya obtenidos por el Balance son el punto de partida inmediato para el trabajo posterior, pero ésto no significa ni de lejos que haya que tomarlos como recetas que baste aplicar a su objeto para obtener nuevos principios ideológicos. No. Porque a lo que lleva ésto es que cada resultado obtenido por la LR en sus años de elaboración ideológica pasados sea erigido en axioma, atomizando el conjunto y haciéndolo pasar por una metodología compuesta de reglas formales que se aplican mecánicamente al estudio de lo concreto. El siguiente paso en la degeneración de los postulados de la línea revolucionaria es evidente: si los principios de la LR son una suerte de reglas de conocimiento más o menos independientes entre sí, la respuesta a una cuestión concreta sobre la que todavía no se ha hecho Balance pasa por erigir un nuevo dogma, un nuevo axioma que permita e x p l i c a r por qué ha fracasado el movimiento comunista en ese plano determinado (recordatorio a navegantes: «de lo que se trata es de transformarlo»). Lógicamente, si la LR es una suma de postulados, podemos dejar de lado aquellos que no nos gusten y sustituirlos por las novísimas doctrinas de la burguesía, fruto del avance impersonal del «saber universal», que puedan explicarlo m e j o r . Y es en este punto donde nuestros originalísimos críticos pueden introducir de tapadillo el revisionismo feminista. Si la posición que la línea revolucionaria ha venido elaborando en sus veinte años de existencia sobre la cuestión de la mujer y el feminismo no nos gusta, basta con echarla a un lado y criticarla desde los presupuestos teóricos feministas, ya dados y terminados. Naturalmente, es una pescadilla que se muerde su propia cola: criticamos a la LR desde las categorías teóricas del feminismo porque su posición no es la revolucionaria; la posición de la LR no es la revolucionaria porque no parte de las categorías teóricas del feminismo. Es bastante indiferente, en este punto, que @Bildung1941 y compañía digan que no son feministas, y que lo que el feminismo haya de aportar es aún cosa de futuro; su posición ideológica e s feminista de hecho, y ésto, su p r á c t i c a (¡que tiene poco que ver con ''la calle'', tal y como alguno ha querido escurrir el bulto!), revela la pobreza de su asimilación de los principios teóricos de la LR. No lo saben, pero lo hacen (žižekadas aparte). El texto del compañero no pasa de ser, en fin, una alternancia continuada de auténticas odas al oportunismo (que bien podrían firmar los cabecillas de IC o del FRML) con citas del MAI y la NO ''para compensar''. Pero asumir una línea de ideológica no consiste en repetir sus generalidades al mismo tiempo que las molemos a patadas a la hora de aplicarlas prácticamente (es decir, a la hora de criticar «a los acorralados derechistas»)
Retomando el hilo de mi exposición, seguramente que incluso a nuestros oportunistas les sonará raro lo siguiente: «criticamos a la LR desde las categorías teóricas del sindicalismo porque su posición no es la revolucionaria; la posición de la LR no es la revolucionaria porque no parte de las categorías teóricas del sindicalismo». Y, sin embargo, será una ''casualidad'' que «sólo el feminismo levante ampollas», por parafrasear uno de los versículos predilectos de la Biblia de nuestros centristas. Será también una ''casualidad'' que «El feminismo que viene», como crítica a una rama concreta de la mentalidad sindicalista (el feminismo), apareciese en el número 34 de La Forja, mientras que «El sindicalismo que viene», como crítica al sindicalismo e n g e n e r a l , apareciese, precisamente, en el número siguiente, en el 35. ¡Otro misterio de los derechistas! ¿No sería más lógico que fuese la crítica del sindicalismo la que antecediese a la del feminismo, siguiendo el orden descendente de género a especie?
Pero sucede que la LR no es un compendio de axiomas alumbrados por ciencia infusa, sino que el Balance y la lucha de dos líneas contra el revisionismo han ido, progresivamente, generando ciertos principios ideológicos que ya forman parte del acervo teórico de la vanguardia marxista-leninista. Esto se sabe, pero por lo visto no se entiende: es imposible c o m p r e n d e r la crítica esgrimida contra el sindicalismo en LF35 sin entender que, históricamente, ha sido la crítica del caso concreto del feminismo la que ha permitido llegar a la claridad presente en aquélla. La crítica más amplia, sistemática y exhaustiva de la LR al sindicalismo no ha surgido sino sobre la generalización de los resultados obtenidos en la polémica con el feminismo desarrollada medio año antes (junto con, obviamente, toda la producción teórica anterior). Es imposible compartir, pues, las opiniones expresadas en LF35 sin compartir aquellas de LF34. O mejor dicho: es posible, pero a condición de hacer de los principios ideológicos de la LR fetiches, peleles teóricos que surgen por obra y gracia del genio de determinados individuos (lo que en consecuencia permite decir alegremente que aquellos que no nos gustan son fruto de «elementos derechistas»). Compartir la LR es comprenderla no como un conjunto de dogmas (como cree el revisionismo), sino como un proceso dirigido por el aspecto s u b j e t i v o , es decir, por el aspecto de progresiva clarificación y armamento del único sujeto revolucionario posible. De la misma manera que no es posible saltarse etapas «hacia delante» (cosa que nuestros críticos sabrán repetir como loros), tampoco es posible saltárselas «hacia atrás» y suponer que los principios que hoy enarbola la LR podrían siquiera existir sin toda la elaboración teórica previa, sin excepción. Los revolucionarios tienen que aprender a dirigir su propia organización antes de pretender dirigir a las masas, y ello implica que tienen que saber verse reflejados en todos y cada uno de los movimientos pasados de nuestra clase, ya sea durante el CdO, ya sea durante el largo camino por relanzar la RPM. «El proletariado no tiene nada que perder salvo sus cadenas»... y su experiencia revolucionaria. Si hoy existe la crítica de la LR al sindicalismo tal y como la conocemos, no es posible soslayar que su origen se debe, justamente, a la crítica de una de sus manifestaciones concretas, como el germen particular de un desarrollo universal.
¿Por qué no le chirrían a @Bildung1941 cosas como que «la involucración directa del Estado burgués en la gestión de los intereses de la clase capitalista erigió un modelo de acumulación fundado en el capitalismo monopolista de Estado, que, a su vez, traía de la mano al sindicato como c o g e s t o r [subrayado mío]»? ¿Y qué dirá de «el proletariado, o se incorpora a la revolución con el Partido Comunista, o se incorpora a la r e a c c i ó n [subrayado mío] desde alguno de sus organismos de masas, como el sindicato»? ¿Acaso no hay un sindicalismo «de clase y combativo» del cual pueda aprender algo el proletariado revolucionario? ¿No podrán los teóricos de este sindicalismo de clase «plantear preguntas que el CdO ni se pudo imaginar»? A nuestros centristas les parece cosa natural y consecuente con el marxismo decir que el Estado burgués, en su fase imperialista, reconoce al proletariado como clase a través del Convenio Colectivo al asignarle un puesto, en cuanto tal clase (i. e. en cuanto esclavos), en la maquinaria estatal burguesa. Sin embargo, les «llama la atención» la «defensa absurda que realiza el texto [se refiere a El feminismo que viene] del ordenamiento jurídico burgués y de la “igualdad jurídica”», lo que es «de nuevo, otra muestra más de connivencia con la propia burguesía».
El compañero @Bildung1941 (que, vaya por delante, para nada es un manipulador que retuerza los argumentos del rival a fin de encajarlos en esquemas preconcebidos) ha sufrido aquí un fugaz lapsus y ha transgredido su voto de honestidad contra el derechismo. No le culpamos, dado que no es la primera vez que cita a m e d i a s , como ya vimos más arriba. Veamos, pues, qué dice el muy reaccionario y misógino «El feminismo que viene» después de entregarse a la ''defensa absurda del ordenamiento jurídico burgués'':

«La política de cuotas trae implícito el principio de e s c a s e z en el disfrute del Derecho, i n t r o d u c e l a i d e a [subrayado mío] de la necesidad del r e p a r t o en el uso de los bienes jurídicos que, entonces, son considerados como escasos o limitados (...) Igual que los sindicatos ocultan la incapacidad manifiesta del capital para crear los puestos de trabajo necesarios para terminar con el paro detrás de falacias como la de que el trabajo es un bien escaso que hay que repartir [Nota Bene], las feministas ocultan la incapacidad del régimen burgués para ofrecer más democracia y más libertad al pueblo con la política de cuotas y la doctrina del reparto del Derecho y de la cola de la compra para su usufructo.» [24]

¡Vaya! Lo que antes parecía una defensa a ultranza del ordenamiento jurídico burgués se convierte, una vez retirado el velo de la cita sesgada, en la denuncia de la bancarrota absoluta del Estado imperialista para ofrecer una mayor libertad de actuación a las masas. Esa aparente apología de la democracia burguesa resultó ser un ataque directo contra todo programa de «democratizar la democracia». ¡Qué cosas tiene eso de leer los documentos hasta el final! Resulta que el PCREE no estaba defendiendo los buenos tiempos del liberalismo, sino que se limita a señalar, a través de la conciencia subjetiva de los «educadores de la sociedad» y sus consignas, la vinculación necesaria de imperialismo y reformismo: la idea de que es posible «democratizar la democracia» va de la mano de la noción de «escasez en el disfrute del Derecho», funcionando como correa ideológica del corporativismo entre las masas [25].
Pero para nuestros críticos ésto es ocioso, pues el feminismo institucional no representa generalmente la generalidad general del feminismo en general. Por lo visto, y al contrario que en el caso del sindicalismo, la crítica del feminismo no puede obviar que el feminismo institucional no representa la «totalidad concreta» de todas sus especies. En plata: que el feminismo «de clase» se sale de los esquemas del PCREE, pues no constituye una correa de transmisión del Estado imperialista en el seno de la vanguardia. Vamos a obviar que al propio @Bildung1941 se le escapa que el feminismo institucional es «la deriva lógica» del feminismo por cuanto éste no es un movimiento revolucionario que pueda superar el estado de cosas existentes, pues enseguida se apresura a matizar esta apreciación (enteramente correcta) con sus elucubraciones acerca de la diálectica de universal y particular sobre las que también luego incidiremos. La cosa está, en fin, clara: el feminismo «de clase» merece ser analizado en su idiosincrasia como propuesta teórica autónoma respecto al feminismo institucional, pues no deriva de éste, sino de la Idea de «feminismo en general».
Además, «¿cuál es la influencia del feminismo liberal o institucional en el seno de la vanguardia teórica? Es prácticamente inexistente». Para variar, este nuevo oportunismo no se diferencia del viejo ni siquiera en su pésima memoria. Por lo visto, hace falta recordarle la v e r g o n z o s a reacción de TODA esa «facción izquierda» del feminismo (desde los acólitos del PCE hasta maoístas) tras los repugnantes sucesos de los San Fermines del año pasado. No sólo aplaudió la iniciativa de los voceros de la gran burguesía de instalar aquellas dichosas cámaras, sino que l i n c h ó , literalmente, a los camaradas que pusieron en tela de juicio la significación revolucionaria de ese apoyo. Con pasmosa estrechez de miras, denigró su probidad hasta el punto de salir con aquello de «no vamos a esperar al socialismo para que dejen de violarnos» y «esas cámaras no van a provocar la detención de ningún revolucionario». Pero es que el problema no son esas dicotomías estúpidas, sino que asuma con semejante naturalidad el supuesto carácter neutral del Estado, como si fuese un simple órgano de administración de la vida pública que se pone por encima de la lucha de clases. Saludar como un favor a las mujeres el fortalecimiento de los tentáculos del Leviatán es la demostración práctica de que toda esa radicalidad teórica del feminismo «de clase» queda en papel mojado, pues redunda, en cuanto pretende incidir en la «amplia lucha de masas», en la legitimación ideológica de la dictadura de la burguesía y, como no podía ser de otra manera, reproduciendo en sus masas la idea de que los organismos corporativos anexos al Estado pueden ser un paliativo para su situación, una «democratización de la democracia» [26].
Seguramente nuestros críticos, que saben muy bien que la ideología burguesa basa su hegemonía en la debilidad de la ideología proletaria, ya se habrán dado cuenta de que el feminismo «de clase», el feminismo «marxista», no acaba legitimando la dictadura burguesa sino porque ese marxismo revisionista que enarbolan arrastra TODOS los vicios acumulados de siglo y medio de desgaste, más algunos de regalo. Porque ya no hablamos de las ilusiones estatalistas que podían dar cobertura ideológica a los burócratas soviéticos y su vía reformista al comunismo, sino de las ilusiones estatalistas que se entregan encantadas al Estado burgués imperialista sin necesidad de que éste porte una careta roja ni demás parafernalia. Ya no hablamos de la táctica-proceso masista que los economicistas decían que desbordaría al Estado autocrático, sino de la táctica-proceso que, directamente, te firma que la reforma del Estado burgués es un paso adelante para la progresiva toma de conciencia de las masas (acerca de la bonhomía del Estado, debe de ser...) Ya no hablamos del entrismo trotskista que reducía al Partido Comunista a ser una corriente más dentro de un movimiento obrero ascendente, sino del organicismo que se conforma con aspirar a ser una confederación de luchas parciales. ¿Es ésta el «ala izquierda del feminismo» que va a aportar novísimos contenidos a la ideología en vías de reconstitución? ¿Es ésta el «ala izquierda del feminismo» sobre la cual tiene nula influencia el filisteísmo de las ideólogas del corporativismo oficial? ¿Es ésta el «ala izquierda del feminismo» que plantea elementos teóricos progresivos aún cuando su entera práctica le baila el auga al imperialismo?
En el caso particular de @Bildung1941, el error de fondo que inspira todas las ilusiones sobre la existencia de un «ala izquierda» del feminismo independiente del feminismo liberal es la generalización metafísica del carácter particular y ú n i c o del marxismo como ideología. Pero el cambio en la concepción del mundo es, a decir de Mao, un cambio r a d i c a l . El marxismo-leninismo es la savia de un «movimiento transformador histórico-subjetivo». Esta expresión debe de parecerle gratuita al compañero, pues interpola un «sic» inmediatamente detrás cuando me cita, como si de una burrada se tratase. Pero sólo el marxismo, y nada más que el marxismo, puede desarrollar un movimiento histórico revolucionario a partir de sí mismo, es decir, de las premisas ideológicas que lo c o n s t i t u y e n . Por ello mismo, por el carácter dirigente del factor consciente, es un movimiento subjetivo, capaz de volver sobre sí mismo y su pasado a fin de elevarse a un nuevo plano, cosa que sería imposible sin la experiencia anterior. El error es la escuela de su infinito proceso de autoperfeccionamiento, que procede a través de ciclos de teoría─práctica─teoría. El marxismo es capaz de examinarse críticamente como cosmovisión a la luz de su propia experiencia práctica pasada, precisamente porque el sujeto que la dirige no tiene nada que perder salvo sus cadenas [27].
El feminismo, como cualquier ideología reformista, es INCAPAZ POR PRINCIPIO de plasmarse como línea política independiente y autoconsciente a partir de sí mismo, a partir de sus propios postulados teóricos. O mejor: es reformista precisamente porque, como ideología, NO puede devenir línea política según su propia ''voluntad'', sino sólo a merced de las circunstancias coyunturales. Es decir, sus diversas manifestaciones políticas (institucional, liberal, radical, «de clase»...) no se deducen de unos postulados ideológicos apriorísticos, sino al revés: sus postulados ideológicos se desprenden por abstracción de las muy diversas corrientes políticas que se amparan bajo el paraguas de una «contradicción inconciliable de género» para defender su derecho a participar del pastel de la clase dominante. @Bildung1941 no comprende ésto cuando dice: «al igualar [sic] feminismo “en general” con feminismo institucional se aprecia una incomprensión de la relación dialéctica universalidad-particularidad, pues la crítica general a una teoría en su generalidad (valga la redundancia) [vale] pasa por abordar sus preceptos que la dotan de sustantividad como universal-concreto, como abstracción que va deviniendo concreta». Es que el feminismo como ideología NO es una «abstracción que va deviniendo concreta», como si a partir de ella descendiesen sus ramas más opuestas. Esto es una mistificación idealista, pues sitúa, por sobre el desarrollo político real del feminismo, la Idea del feminismo, que no es más que una abstracción hipostasiada ''a posteriori''. ¿Acaso no está @Bildung1941 generalizando aquí el esquema ideología-política-masas, únicamente válido para el comunismo revolucionario, al feminismo, que como ideología reformista procede NECESARIAMENTE al revés, masas-política-ideología (esto es, el esquema oportunista)? ¿Por qué dice entonces que «la línea burguesa se impone s i e m p r e a través de la d e b i l i d a d de la línea proletaria» si aquella es, por lo menos en el caso del feminismo, una «abstracción que va deviniendo concreta»?
Porque claro, aquí suponemos que @Bildung1941 sabe que el pensamiento humano es dialéctico porque su objeto es él mismo dialéctico, semoviente, de manera que el movimiento pensado no es más que el resumen (en forma de esencia, totalidad) de todos los aspectos limitados y parciales de un movimiento real. Y si nos dice que el conocimiento del feminismo pasa por investigar cómo se va concretando desde los principios hasta las diversas líneas políticas que emanan de ellos, estamos forzados a entender que lo que nuestro hombre está afirmando aquí es que el feminismo efectivamente procede como ideología que se concreta en línea política para luego vincularse a las masas... lo cual es absolutamente contradictorio con el hecho de que 1) sea una teoría reformista (pues @Bildung1941 dice asumir ésto); y 2) suponga, en el seno de la vanguardia, el culto a la espontaneidad [28].
Pero lo que determina el devenir de las diversas corrientes ideológicas del feminismo (cuyo conocimiento nuestro crítico pone como condición para conocer el feminismo como «universal concreto») es la propia coyuntura, el estado de conciencia de las masas tal cual viene dado a fin de adaptarse al mismo e instrumentalizarlo políticamente. Ya vimos el ejemplo práctico de cómo los gestores de la dictadura de la burguesía le colaron a toda la vanguardia feminista que la instalación de unas cámaras prevendría más violaciones, sirviéndose de ella (de la vanguardia) para que las masas que acaso estaban bajo su influencia entrasen en el redil de la connivencia con el Estado, vía su mitificación como dispensador de justicia. Y lo mismo cabría decir de la LIVG, cuya denuncia como correa de transmisión del Estado imperialista entre las masas («democratización de la dictadura») es otro «despropósito» que pone a la LR a la altura de la «burguesía más reaccionaria». Burguesía reaccionaria que, vaya por Dios, decidió no presentarse en el Congreso el día en que se votaba la benemérita ley, resultando aprobada con t o t a l unanimidad por todas las fracciones del capital [29].
Y el mismo proceder metafísico con el que nuestro crítico desvirtúa el Balance reaparece aquí, al dar cobertura filosófica a sus tesis idealistas sobre el «ala izquierda» del feminismo. @Bildung1941 se arma con generalizaciones filosóficas abstractas y procede a descender, desde ellas, al mundo profano, encajonándolo a priori en esquemas arbitrariamente elegidos. Apoyándose en Iliénkov, nos sale con que el marxismo «es capaz de comprender lo particular como expresión concreta de la totalidad que lo determina, la universalidad del fenómeno no puede ser reducida a una expresión particular determinada, así como una totalidad dada no es la mera yuxtaposición formal de cada particularidad que la compone.» Traduzco: el feminismo, como ideología interclasista, sólo puede ser correctamente comprendida a condición de descender desde él para explicar las formas particulares que adopta. Sólo entonces tendremos el Concepto concreto de feminismo en su autodesarrollo, y que se disfruta a sí mismo en la contemplación de sí. La fórmula abstracta del concepto se aplica al fenómeno del feminismo, et voilà, he ahí Lo Concreto.
Ahora bien, le recomendaría al señor @Bildung1941 que repasase la obra que él mismo nos tira a la cara con petulancia entrañable [30], pues el mismo Iliénkov distingue entre el universal abstracto y el universal concreto (nociones universales y nociones comunes en Spinoza, de quien las toma el soviético). Y mientras el universal abstracto es una generalización teórica que extrae lo común de fenómenos distintos (i. e. por abstracción) [31], el universal concreto expresa el origen g e n é t i c o de un complejo determinado. Es decir, el universal concreto es él mismo un elemento particular que, por ser raíz y origen de otros particulares, se vincula a ellos como su universal, y es, de hecho, lo universal real («universalidad y particularidad son dos aspectos contradictorios en unidad que se encuentran en todo fenómeno de lo real, son dos momentos inconcebibles el uno externo del otro»). Por eso dice la LR que la familia, como órgano de reproducción de la fuerza de trabajo, es la raíz de la opresión de la mujer, dado que engendra una multitud de determinaciones a las que antecede ontológicamente ─que no por ello históricamente─ y, por tanto, explica (ámbito doméstico, géneros, homofobia, cultura machista, etc.)
Pero si decimos, con nuestros críticos, que la crítica del feminismo «en su generalidad» pasa por «la puesta en evidencia de la propia heterogeneidad del feminismo como entidad ideológica y movimiento político», estamos asumiendo que el feminismo como ideología ANTECEDE a sus desarrollos políticos concretos, que serían sus especies. Y éste es el error, pues el feminismo como ideología transversal no es más que la abstracción a posteriori (es decir, universal abstracto, generalización teórica puramente instrumental) de toda una serie de movimientos políticos de clases más o menos diversas que comparten el rasgo c o m ú n de enarbolar una «inconciliable contradicción de género» como sanción ideológica de su práctica. @Bildung1941 quiere ver en las diversas corrientes feministas el desarrollo lógico del feminismo en general, de manera que a éste sólo cabría comprenderlo como la totalidad de aquéllas. Pero es justamente al revés, la noción de «feminismo en general» surge sobre la abstracción de lo común a todos aquellos movimientos que desvían la contradicción de clase hacia la contradicción de género, pues la ideología feminista surge como r e s p u e s t a espontánea a las condiciones coyunturales de un momento dado. La teoría feminista, como toda teoría parcial, no es más que una «coartada» (si se me permite la expresión) que encubre una práctica real de clase, más o menos disimulada ideológicamente. La crítica de estas corrientes pasa, pues, por señalar esa práctica de clase, ya sea propia de la aristocracia obrera o de la gran burguesía, y aquí no cabe más que la denuncia de su imposibilidad de ser elementos progresivos en el proceso de Reconstitución Ideológica del Comunismo. Es decir, que el feminismo carece de «contradicciones internas particulares» porque él mismo, en cuanto i d e o l o g í a , no es más que una abstracción, un n o m b r e que agrupa movimientos de distintas clases que c o m p a r t e n unos postulados teóricos que han adoptado en función de la coyuntura (de igual manera que, por ejemplo, Mas no era independentista hace diez años, y que haya adoptado este discurso en vista del debilitamiento de la posición de la burguesía catalana en el entramado del Estado no significa, ni por asomo, que haya mudado su base de clase). Sus «contradicciones internas particulares» no son sino las contradicciones inherentes a la sociedad de clases que dotan al feminismo de una aparente sustantividad ideológica, como Idea que engendra movimientos políticos contrapuestos, de la misma manera que el Caos original de las religiones abrahámicas se desgarró y dio origen al cielo y a la tierra. Y como vimos claramente en el caso antes mencionado, la práctica de ese feminismo «de clase» que le interesa a @Bildung1941 no obedece a la dirección consciente que ejercerían los principios teóricos del feminismo, sino a que arrastran los vicios que el marxismo ha ido acumulando tras decenios de desgaste. La «conciencia feminista», como cualquier otra ideología parcial (republicanismo, sindicalismo, anarquismo, antiespecismo...) carece de sustantividad en sí, y se articula, como bien dice nuestro interlocutor, a través de la debilidad de la línea proletaria. Ahora bien, el resultado práctico de la sustitución del análisis de clase consecuente y comprometido por el análisis parcial que absolutiza tal o cual contradicción derivada tiene siempre el resultado de hacer parecer esa derrota histórica del marxismo como un éxito. Esa justificación m a q u i a v é l i c a del Estado corporativo en la que sin querer ha incurrido el revisionismo es producto de la degeneración del marxismo, pero lo obvian precisamente porque se sitúan en el punto de vista de una ideología parcial, por esencia acomodaticia, que puede presentarlo como una victoria (o cuanto menos un paso adelante).
La crítica del feminismo «de clase» no es sino la crítica del revisionismo, del marxismo degenerado (o algo que se le parezca) de sus líderes teóricos, de la misma manera que la crítica del feminismo institucional no es otra cosa que la crítica de la burguesía imperialista, cosas de las que no es posible acusar a la LR de haber pasado por alto. La línea burguesa se impone siempre sobre la debilidad de la línea proletaria, y ésto es absolutamente cierto, como vemos: la ideología parcial, reformista, aparece como r e s u l t a d o de los callejones sin salida en los que se mete el revisionismo; no es de ninguna manera su presupuesto, y mucho menos los articula, pues el revisionismo halla su fuerza en el culto a la espontaneidad, en la acomodación al mundo dado. Y éste mundo dado es el mundo de la burguesía imperialista. Aunque nuestra aristocracia obrera difícilmente alcanzará más cotas de participación en el Estado burgués, ello no impide que a nivel subjetivo afiance esta ilusión entre sus masas (una vez más, «democratización de la dictadura del capital»). Y la única vía de preservar esta ilusión es sustituyendo la centralidad de las clases por la centralidad de un aspecto parcial, de manera que parezca que burguesía y proletariado (''representado'' por la AO) puedan alcanzar un acuerdo común que beneficie a ambos, y cuya consecución pueda ser interpretada como un éxito [32]. Y las teóricas del feminismo «de clase» pueden empeñarse todo lo que quieran en insistir que la emancipación de la mujer sólo se realizará con el advenimiento del comunismo: mientras el comunismo que tienen en la cabeza sea el marxismo desgastado por el CdO, su práctica no podrá sino ser redirigida hacia la colusión (ya real, efectiva, ya ilusoria) con la burguesía imperialista, pues una práctica que no parte de los principios proletarios es incapaz de sustraerse a la reproducción del orden de cosas burgués. El feminismo institucional, pese a ser una rama particular, es a su vez la forma universal del feminismo por cuanto el llamado feminismo «de clase» depende de su reproducción (como Estado imperialista) para subsistir ─a no ser que el señor @Bildung1941 niegue en este punto que el Estado imperialista sea el soporte objetivo de la AO y sus filosofemas. Los desarrollos ideológicos que el feminismo «de clase» pueda construir sobre esta base no afectan en nada al hecho de que su contenido fundamental es, justamente, esta tendencia inevitable a adaptarse al juego del feminismo institucional, pues no tiene otra posibilidad de éxito político ni un horizonte más elevado (revolucionario). Aquí, al contrario que en el marxismo, la forma ideológica concreta se deduce de la coyuntura política en la que está ensumida. La teoría de la ideología del revisionista Althusser no es, a fin de cuentas, nada más que el reconocimiento de este hecho: que la ideología es siempre la justificación de lo existente, y carece de autonomía frente al mundo que lo domina. El error del francés consiste, naturalmente, en reducir el marxismo a ser una ideología burguesa más, abortando la posibilidad de cualquier proceso revolucionario, i. e., dirigido por la conciencia. Pero lo fundamental es quedarse con que en éso consiste la fuente o b j e t i v a de la fortaleza de la ideología burguesa en la conciencia subjetiva del revisionismo: en que éste hace suyos los marcos que le ofrece el Estado imperialista porque carece de un horizonte revolucionario (marxismo reconstituido) y, en consecuencia, se ciñe a ellos, viendo en esta «práctica por la práctica» una victoria permanente y siempre ascendente, pues asumir los marcos políticos y organizativos de la burguesía no puede sino llevarla a ''compartir'' sus victorias (que en realidad son una victoria sobre la clase obrera, por cuanto la enfangan aún más en la impotencia política e ideológica). Y ésto no es nada nuevo, ni exclusivo de un estadio de debilidad de la línea proletaria. En 1920 ─momento en el que no cabía ver una situación de repliegue ideológico─, Lenin decía que el poderío de la burguesía «consiste no sólo en la fuerza del capital internacional, no sólo en la fuerza y la solidez de las relaciones internacionales de la burguesía, sino, además, en la fuerza de la costumbre». Costumbre que huelga decir reposa sobre la reproducción espontánea e inercial del mundo tal y como nos lo ofrece la burguesía, siendo su expresión ideológica un aspecto d e r i v a d o , que no se puede concebir por sí mismo.
La distorsión de @Bildung1941 consiste, pues, en hacer de la generalización teórica que es «el feminismo» un factor real y efectivo en el desarrollo de todas las corrientes que se adscriben a él, como si procediese como el marxismo-leninismo: ideología-política-masas, y no al revés. Más allá de que la propia obra que cita refuerza (con la distinción entre nociones comunes y nociones generales) la visión de la línea revolucionaria (la LR), su procedimiento nos lleva de nuevo a la desviación teoricista que ya señalamos antes: concibe los enunciados filosóficos y las generalizaciones de los resultados del Balance como herramientas de conocimiento (aunque luego afirme que el marxismo es una cosmovisión y le niegue carácter instrumental) en lugar de entenderlos como los r e s u l t a d o s que conforman el contenido de la Reconstitución Ideológica [RI] misma.
Por ello, introduce un hiato, una ruptura entre el Balance ─que debe sentar los fundamentos de la RI─ y la RI misma, que pasa por aprehender el contenido progresivo de ese saber universal que se ha ido desarrollando al margen de la práctica revolucionaria de la clase (en la que se inscribe también el actual proceso de Reconstitución). El Balance sería la labor negativa de deducir los límites prácticos del marxismo del CdO a partir de postulados dados [33], mientras que esa incorporación de contenidos ideológicos extraños (''doble negación'') constituiría el desarrollo teórico positivo de la ideología como cosmovisión [34].
Ahora bien, el Balance del CdO es la RI misma. El Balance no es un fin en sí mismo, sino el medio (el ÚNICO medio) de la RI; a su vez, la RI no es tampoco un fin en sí mismo, sino el medio de la Reconstitución Política [RP]. He ahí la d o b l e n e g a c i ó n : el despliegue de la ideología proletaria durante el CdO socavó la correlación de clases que le daba sentido y justificación (transformándola) y quedando ella misma en retraso respecto a su propia madurez material, lo que constituye la limitación (es decir, ésta no es algo absoluto, presente desde siempre, agazapada en el subconsciente revolucionario, sino que ha llegado a s e r en el transcurso de la actuación práctica de la clase). Esta primera negación que es la limitación es conocida como r e s u l t a d o del Balance; pero, en segundo lugar, y como el Balance no es fin, sino medio, ese resultado, esa primera negación, es inmediatamente puesto en referencia a la actual correlación de clases, que brilla por la ausencia del sujeto revolucionario y, por tanto, establece el imperativo de la RP. Segunda negación, y negación de la negación [35]. En esa medida, el Balance es el momento de síntesis teórica que media y enlaza dos olas de la RPM, y se expresa políticamente (línea de masas) como construcción de vanguardia (ese plano de transformación superior al individual pero aún inferior al social que constituye la otra vertiente de la RI, cf. NO). No en vano el PCREE llega a la conciencia de la necesidad de la RI partiendo del reconocimiento de la imposibilidad práctica de su línea anterior de dar satisfacción al proceso de RP (es decir, no ha deducido la RP de la RI, sino al revés).
Pero @Bildung1941 diferencia, en sus esquemas, la tarea de Balance propiamente dicha (crítica del error) de la tarea de construcción positiva de la ideología, que tendría que recurrir a otras clases para dar solución a los problemas que la mera indagación en las causas de la debacle del Ciclo no puede aportar. En consecuencia, distorsiona el significado de la RI, pues si bien reconoce que el Balance es su medio, lo hace de manera unilateral (es decir, de manera metafísica), dado que disocia el medio (Balance) de un fin que aquél no completa por sí mismo, sino que necesita mediarse con «lo progresivo presente en lo viejo» a fin de constituirse positivamente como ideología (RI). Así, tenemos la paradoja de que el medio que permite alcanzar el fin necesita, a su vez, otro medio; el símil político más adecuado, a mi juicio, es el del «comunismo» republicano, que introduce entre el capitalismo y el socialismo una III República «social y obrera», a saber: una t r a n s i c i ó n a l a t r a n s i c i ó n . En palabras de nuestro crítico: meter entre lo nuevo y lo viejo la «asimilación, mediante la lucha de dos líneas, de lo nuevo presente en lo viejo».
Desde el punto de vista estratégico hay que despreciar a la burguesía, pero desde el punto de vista táctico hay que tomarla muy en serio. Cuando nuestros críticos introducen el paso de «asimilar lo progresivo presente en lo viejo (en lo burgués)», están supeditando la táctica-plan de la vanguardia al mundo imperialista y sus ilusiones ideológicas, pues ponen a éstas (particularmente al feminismo) como la condición del «autodesarrollo del marxismo». En consecuencia, la coyuntura en la que se han enredado los representantes de la burguesía en el movimiento obrero es elevada a condición de existencia del futuro Ciclo de la RPM (es decir, es absolutizado estratégicamente), en lugar de considerarla como la muralla que la RI debe romper a fin de permitir su propia materialización como PC (lo cual no implica que pueda ''saltar por encima'' de esa muralla, es decir, que no tenga que tomarla en serio tácticamente). Por eso, en estos todavía tímidos albores del futuro Ciclo, los elementos desclasados de la burguesía no están en disposición de contribuir a la conformación del sujeto revolucionario proletario, al contrario de lo que sucedió en el CdO, y lo que no excluye que se puedan incorporar al proceso revolucionario una vez que éste adquiera fuerza material transformadora (principalmente a partir de la RP).
Y si en los prolegómenos del CdO la burguesía o sus ideologías estaban todavía en disposición de aportar elementos a la ideología proletaria, ello se debía al solapamiento de la revolución democrático-burguesa con la revolución proletaria. La burguesía venía de ser una clase revolucionaria, y su experiencia en la transformación del mundo aún podía ser sintetizada por los representantes teóricos del proletariado, pues representaba lo más avanzado hasta el momento y, por lo tanto, lo que más fielmente podía pintar un cuadro preciso de la realidad (nótese que introduzco aposta la dualidad entre conocimiento y transformación, pues ésta no va a ser superada hasta que Lenin sintetice los fundamentos del Partido Obrero de Nuevo Tipo, con su noción implícita de «intelectual colectivo»). La Economía Política inglesa, el Socialismo francés y la Filosofía Clásica alemana representaban, para entonces, lo más avanzado de la milenaria cultura humana y, en la misma medida, su síntesis y recopilación.
Pero desde el momento en que «el movimiento obrero es el heredero de la Filosofía Clásica alemana», sólo él va a poder ponerse a la vanguardia ideológica de toda la humanidad. En su ausencia como sujeto revolucionario (que vivimos ahora), esa posición NO puede ser ocupada ya por la clase burguesa, y mucho menos por los teóricos de la aristocracia obrera, objetiva y subjetivamente al servicio del imperialismo. Por eso, @Bildung1941 y compañía hacen tabula rasa de la experiencia histórica del CdO, situándose en la posición del líder proletario decimonónico que todavía podía encontrar un apoyo ideológico en los representantes de la burguesía revolucionaria o, en su defecto, en los elementos desclasados que aún estaban en condiciones de pasarse a las filas proletarias. En perfecta consonancia con la posición del burgués reformador que encuentra en la revolución una palanca para el cambio social, nuestros críticos fetichizan los principios ideológicos que ha ido elaborando la LR como si fuesen herramientas de análisis. En consecuencia, allí donde éstas no bastan se hace necesario «atender a las ideologías [burguesas]» que históricamente sí han tratado tal o cual problema concreto y asumirlas como válidas para dar una respuesta positiva, teórica, a aquellas fallas que el Balance va revelando.
Pero será el Balance mismo del CdO lo que resuelva teóricamente los problemas que al proletariado revolucionario plantean la emancipación de la mujer y la destrucción de la familia al tiempo que rearma la ideología revolucionaria. Igual que el PC es el único modo que tiene el proletariado de incidir efectivamente y a gran escala en la lucha de clases global, la lucha de dos líneas en torno al Balance es su único medio de desarrollar la ideología revolucionaria. Las prisas de nuestros críticos por dar una respuesta inmediata a la cuestión de la mujer les ha llevado de cabeza a adoptar las categorías teóricas del feminismo, rompiendo con la necesaria unicidad de conocimiento y transformación y situándolos, subjetivamente, en los albores del CdO, cuando este tipo de estrategias de la VT aún podían ser progresivas. Efectivamente, se han dado cuenta de la imposibilidad del marxismo de Viejo Ciclo para dar solución a los problemas más elementales de la revolución, pero la asunción tácita del discurso feminista aborta directamente la posibilidad del Balance, sustituyéndolo por un mero cambio en las herramientas analíticas (sic) que únicamente serán capaces de llevar a cabo una negación s i m p le de las limitaciones del Ciclo: la política familiar y sexual del PCUS(b) fue un d e s p r o p ó s i t o , etc.
Las necesarias consecuencias políticas de esta distorsión de los principios fundacionales de la LR son hasta naturales. Para nuestros críticos, la LR acierta en todo s a l v o en la cuestión de la mujer, y si se equivoca en ésta es porque hace uso de «conceptos arcaicos» (es decir, que no se ha apropiado de las novísimas teorías de género) para justificar sus «posicionamientos revisionistas y misóginos». Estos posicionamientos serían fruto de una camarilla derechista (o tendencia derechista) con la que el «ala izquierda» de la LR no se atreve a romper en beneficio de la «sacrosanta unidad de los comunistas», que ahora representaría Línea Proletaria. Es decir, para dar cobertura a su tesis acerca de la incoherencia de las posturas de la LR sobre el feminismo con el resto de sus postulados (que ya hemos demostrado que no es tal), nuestros críticos tienen que meter por en medio a una inexistente «ala izquierda» de la LR que, supuestamente, estaría «secuestrada» por «los derechistas». Naturalmente, como no se han esforzado por comprender el devenir de la LR como sujeto, como totalidad, como agrupación de vanguardia portadora de una cosmovisión que ella misma ha elaborado, no les cabe en la cabeza que todos los componentes de la LR hayan podido ''ponerse de acuerdo'' sobre la postura revolucionaria acerca del feminismo. Más bien, como ésta es para ellos «una entre otras», lo lógico es que piensen que hay sectores internos que disienten sobre la misma, como si su incorporación a la LR se haya producido desde fuera de la ideología, y sobre la base de la simple unidad política u organizativa [36].
Todo esto conlleva, naturalmente, a una serie de paradojas que a estas alturas ya no nos sorprenden. Según cómo sople el viento, LP es para nuestros críticos lo más avanzado del MCE a la vez que un nuevo punto muerto de «sacrosanta unidad de los comunistas». Uno se pregunta cómo puede una organización supuestamente surgida sobre los principios del organicismo y del acuerdo formal ponerse a la cabeza del MCE. ¿Será que LP es organicista dependiendo de la materia concreta que aborde? Cuando hace Balance de la GRCP actúa como referente de vanguardia, pero cuando pone «El feminismo que viene» en la portada de su web actúa cual corriente derechista, que permite a nuestros críticos certificar «un retroceso ideológico importante». La mentalidad parceladora de estos elementos hace de la LR un Jano bifronte, que de un lado mira hacia atrás y, del otro, hacia delante. LP es lo más avanzado del MCE y, a la vez (o alternativamente, quién sabe ya), supone «un retroceso ideológico importante» respecto a tiempos pretéritos. ¿Será que puede ser ideológicamente lo más avanzado y aún así retroceder? Pero entonces ¿no será que lo más avanzado era en realidad la aglomeración de círculos atomizados que era la LR aún hace tres años?
No es baladí esta última cuestión, y que para estos señores la LR haya comenzado a degenerar desde el momento en que ellos entran en escena está directamente relacionado con ella. ¡Perdón! No es que haya comenzado a degenerar, es que «los derechistas» se escudan en «la organicidad dada» para cerrar el debate sobre un tema que divide el corazón de la LR. ¡Ay, tampoco! Es que si LP resulta de las concesiones de su «ala izquierda» a «los derechistas», entonces sí ha comenzado a degenerar, lo que supone un «retroceso ideológico importante». Pero... ¿luego la LR es derechista, lo es sólo una fracción, o es una tendencia común a todos sus miembros? Bueno, es indiferente. El asunto es que, una vez más, el señor @Bildung1941 hace gala de unos principios de los que se reclama el auténtico heredero mientras, al mismo tiempo, despotrica contra el derechismo de la política de la LR hacia el feminismo que, cabe señalarlo, identifica con la cuestión de la mujer y como la expresión de la madurez política de ésta (otro concepto tomado del revisionismo: cómo de progresiva sea una línea en la cuestión de la mujer se mide por su militancia femeninia).
Nuestro hombre podría retomar a Mao y recordar cómo empieza aquel escrito capital de los años 60: ¿De dónde provienen las ideas correctas? ¿Caen del cielo? «¡Por dios, no! ─contestará─ ¡proceden de la práctica de la lucha de clases!» Pues bien, examinemos esa lucha de clases: ¿quién defendía en solitario que hay que desarrollar la posición comunista sobre la cuestión de la mujer desde el marxismo, y no tomarla prestada del feminismo, hace ya no digo quince años, sino diez o incluso cinco? ¿Quién ha arrastrado a los sectores teóricamente más inquietos del MCE a replantearse los términos de este debate, aunque ello no les haya supuesto una ruptura con la ideología burguesa más que de palabra? ¿Qué línea ideológica ─con todos sus documentos y desarrollos─ ha logrado constituirse como el único espacio capaz de enfrentarse al cortoplacismo de todas las variantes de oportunismo que campan a lo largo y ancho del MCE? ¿De dónde ha sacado el propio @Bildung1941 esa noción de «superar el feminismo» que dice abordar consecuentemente?
¡Ah! ¿Y no será que los debates que la LR lleva entablando contra el revisionismo feminista (en el caso que nos trata) han sido los motores que la han llevado a la clara conciencia de los postulados que ''todo el mundo'' defiende hoy? Para @Bildung1941, por lo visto, su propia postura sobre la cuestión de la mujer, que dice ser la genuinamente reconstitucionista, podría haber existido sin documentos execrables como «El feminismo que viene». Más bien, existe a pesar de ellos. Y, una vez más, llegamos a la paradoja de que los postulados que hoy caracterizan y dan sustancia a la LR están desligados de su devenir político y organizativo, son Ideas que uno puede compartir «en su generalidad» mientras rechaza el desarrollo que les ha dado vida, como si éste fuese una camisa que se ha quedado estrecha y hay que desechar. Lógicamente, estos críticos se erigen en guardianes de unos principios abstractos que estaban ahí desde siempre y la LR se había limitado a descubrir o enarbolar, hasta que dejó de serle ventajoso. Véase si no: dicen nuestros críticos que «la Línea de Reconstitución hasta ahora había comprendido a la perfección [!!!] que no existe unidad comunista que no sea articulada a través de la lucha». ¡No! La LR ha ELABORADO, DEFENDIDO Y APLICADO una línea que no concede unidad organizativa más que a partir de la lucha de dos líneas, y porque la LR la ha elaborado, defendido y aplicado, nuestros críticos pueden subirse hoy a su atalaya y proclamarse los nuevos herederos de unos principios que nacen de ninguna parte y han caído del cielo.
Y es que la LR ha llegado a ser justamente al articularse como espacio político de vanguardia con cierta incidencia entre los sectores más inquietos de la VT, y la defensa firme de los principios proletarios expuestos en TODOS sus documentos acerca del feminismo y la cuestión de la mujer ha sido, junto con su desarrollo general de crítica consecuente al reformismo y el revisionismo, el centro de gravedad ideológico hacia el cual la VTML ha podido arrastrar al resto de la VT. Y, naturalmente, si esta atracción fuese completa o automática, no tendríamos, a día de hoy, elementos vacilantes que encubren su derechismo con verborrea acerca de superar el feminismo cuando, en la práctica, son incapaces de romper con su esquema discursivo y sus categorías teóricas (me refiero aquí al clima generalizado de ''crítica'' a las ideologías parciales, y ya no al caso particular de @Bildung1941 y colaboradores). La VTML, que ha vivido este proceso o, en su defecto, lo ha a p r e h e n d i d o , se ha conformado como el núcleo ideológico del cual parte LP, como su articulación organizativa que permite una incidencia política todavía más elevada y sistemática.
Lejos quedan los días en los que la LR era nada más que un cúmulo de círculos, pero parece que ciertos elementos echan de menos aquellos ''buenos tiempos''. Entonces, aún podían guardarse las apariencias de que cada círculo llevaba una vida independiente y enarbolaba una visión particular y ''personal'' de la LR. Y ésto es razonable, pues la vida de la LR era, de hecho, esa misma: caracterizada por cierto espontaneísmo teórico, ocupándose cada destacamento de sus trifulcas locales sin prestar demasiada atención al devenir de la LR en su conjunto, que se dejaba a su libre albedrío y sin poder someterlo a una organización política cohesionada. Y hay que estar ciego (o ser un manipulador de manual, como parece ser el caso) para no ver en todas las publicaciones de la LR, empezando por aquel comunicado conjunto del 9-N y acabando en el número 0 de LP, el esfuerzo de convergencia ideológica por poner la primera piedra del referente de vanguardia marxista-leninista, que no es otra que la conciencia. Claro, es más barato inventarse «alas izquierdas» que concilian con la «derecha» con el objeto de mantener a cualquier precio esa «sacrosanta unidad de los comunistas». ¡Qué más da, cuando se tira por la borda la historia de la LR y se hace de ésta un fetiche, una compilación de principios abstractos de los que se puede seleccionar los que a uno le venga en gana, como si aquella historia no fuese sino la historia de su propio devenir!
Y así llegamos a una nueva paradoja, que no es otra que nuestros críticos se presentan como la contracorriente de la LR... ¡cuando la LR ha sido de hecho, y durante todos estos años, la única contracorriente que, por su coherencia interna en todos sus campos, ha ido empujando a ciertos sectores del revisionismo al campo de la lucha teórica! Y, sin embargo, cuando los simpatizantes de la LR exigen a nuestros críticos que muestren al conjunto de la vanguardia su propia táctica-Plan, éstos se salen por la tangente aduciendo que lo que ellos defienden es la Nueva Orientación. ¡Pero es que no se pregunta éso! Si la diferencia que nuestros críticos mantienen con la LR en la cuestión de la mujer es una diferencia de principios ─que lo es─, lo primero que debieran hacer es exponer al conjunto de la vanguardia y sin ambages su propia estrategia para la actualización del bagaje teórico de la LR a través de la ''doble negación'' del feminismo o, cuanto menos, y si niegan que ésta sea una tarea de actualidad, mostrarnos el camino para sacar a la LR de su «desviación derechista» (o lo que sea). Ahora bien, cuando se les ha interpelado lo único que han sabido responder es que «lo que se critica es que la LR erija el feminismo en hombre de paja para justificar sus posicionamientos misóginos y revisionistas».
Y ¡vaya por dios!, ahora que le hemos arrancado a @Bildung1941 un escrito de 15 páginas en las que desarrolla sus posturas, resulta que éstos parten por entero del feminismo, no siendo la crítica contra la LR otra cosa que una pueril acusación de no compartir los presupuestos teóricos del mismo. ¡Criticar los «posicionamientos misóginos y revisionistas» de la LR desde el feminismo, de cara a favorecer el ''autodesarrollo'' del marxismo! ¿No hacen nuestros críticos lo mismo que nuestros viejos amigos de IC y del FRML, sólo que bajo un barniz ''reconstitucionista''?
Y a día de hoy, cuando la vanguardia aún suda sangre para despojarse de los prejuicios feministas más liquidadores (que ya vimos que no son otros que los prejuicios liquidadores que arrastra el marxismo de Octubre), situarse en la posición de la «consideración» hacia y la «puesta en valor de la heterogeneidad» del feminismo (o de cualquier ideología parcial) no es sino renegar a acercar a la vanguardia teórica a las posiciones revolucionarias. Porque hacerlo es un RESULTADO, una CONSECUENCIA, y no un objetivo o una premisa. E insisto, que a @Lucarelli_1917 se le haya escapado que la LR no dice cómo conquistar a la VT feminista es de lo más revelador acerca de la mentalidad masista que atenaza a nuestros centristas. Porque nuestros críticos ─creo que es evidente─ constituyen un nuevo centrismo, ese «reflejo de lo nuevo en lo viejo». No sólo porque se devanen los sesos por hacer respetable la LR ante la VT feminista (a la que quieren conquistar), sino porque ─como no podía ser de otra forma─ entregan los principios proletarios en la cuestión de la mujer y los sustituyen por aquellos de esa VT a la que dicen querer conquistar. Y efectivamente, la quieren conquistar, pero no elevar ni concienciar. No se conciencia a quien ya está concienciado, y si nuestros críticos parten de las premisas teóricas del feminismo para criticar a la LR, desde luego que no van a conseguir asimilar a la VT feminista; antes bien, será ésta quien los asimile a ellos.
Tal es la significación de la particular interpretación que @Bildung1941 y consortes hacen de la consigna de que «lo nuevo surge a partir de lo viejo». Aferrándose a un extracto de la NO ─y por ende distorsionando su significado─, nos quieren hacer creer que «lo viejo» son esas ideologías burguesas que se han desarrollado a la sombra del cataclismo histórico que fue la caída del Ciclo de Octubre. Pero es que basta tomar cualquier octavilla de agitación de la LR para ver que la RI es RI porque su objetivo es «desembarazar al marxismo de aquellos elementos teóricos de otras clases que le impidieron r e v o l u c i o n a r s e para superar los obstáculos que encontró en la edificación del socialismo» (cf. nota 21). Y es que «lo viejo lo que surge lo nuevo» no son las muy diversas ideologías burguesas que campan a día de hoy en el seno de la VT, sino la experiencia de la construcción del comunismo periclitada, justamente, por ese entrelazamiento de lo viejo y lo nuevo en su seno, del solapamiento de presupuestos democrático-burgueses con los elementos verdaderamente comunistas. Éso es lo nuevo de lo que surge lo viejo. A través de la praxis, de la revolución, de la experiencia en la transformación. Pero nuestros críticos pretenden entregarse a los jugueteos de un maniqueísmo que los enfrenta a ellos, auténticos intérpretes de «lo nuevo que surge de lo viejo», con la LR, que cae en la metafísica de creer que «lo nuevo surge de lo nuevo». Los defensores de «la lucha de dos líneas honesta» (que puede verter mentiras y difamaciones a mansalva, eso sí) contra los derechistas de «la unidad de los comunistas».
Pero así y todo, algo de éxito tendrán nuestros oportunistas con sus intrigas y sus discursos, pues individuos más inocentes (o ingenuos) que ellos han visto en sus filípicas contra la LR algo más que puro ruido y vana jactancia, como si fuesen una corriente de oposición a la LR desde dentro (es decir, desde la ideología que la LR ha venido ─y viene─ cimentando) y no desde fuera, desde «presupuestos enraizados en la ideología burguesa» que no tienen otra consecuencia que mantener enfangado el penoso estado actual de la VT. Como colofón, y casi diría que por una suerte de ironía política, nuestros centristas hasta niegan la existencia del centrismo, que viene siendo nada más ni nada menos que «el término de moda». Para ellos, el centrismo, claro está, se sitúa «fuera» de la línea revolucionaria, y es algo ajeno a ella, como una falsa alternativa entre el revisionismo clásico y la línea revolucionaria que no tiene nada que ver con el desarrollo de ésta última, como si ella misma no estuviese permanentemente en riesgo de caer en el centrismo, es decir, de fusionarse apresuradamente con sus masas (sean éstas las amplias masas de la clase o su vanguardia teórica no marxista-leninista). El centrismo, nos dice @Bildung1941 en una nota al pie, «adopta una posición relativamente pasiva». ¿Pasiva hacia la línea revolucionaria o hacia el revisionismo? Porque no nos negará nuestro crítico que las invectivas y pataletas contra la LR por parte de simpatizantes del FRML y de IC ─organizaciones que él considera centristas, desde luego─ no se han echado precisamente en falta a lo largo de los últimos años. ¿Y no será que el centrismo adopta «una posición relativamente pasiva» precisamente contra lo viejo que ha jurado destruir de palabra? ¿Creen nuestros críticos que la LR no sabe de sobra qué significa aferrarse al clavo ardiendo de «criticar la abstracción del feminismo» por parte de la misma gente a la que no se le conoce una crítica al feminismo más allá de la repetición litúrgica de generalidades teóricas? Y es que, francamente, @Bildung1941 y compañía ofenden a la experiencia política de la LR al plantear que «el centrismo es siempre un concepto relativo, pues efectivamente siempre acaba por redundar en favor de tal o cual tendencia, no se desenvuelve como ente autónomo» ¡Precisamente, su existencia se cifra en postularse como una tendencia alternativa a las dos líneas en pugna, lo que ante todo NO PUEDE NO recurrir a una autonomía política y organizativa que materialice esas ilusiones de constituir la «tercera vía»! Desde luego que el centrismo no es ideológicamente autónomo y siempre termina por «redundar en favor de tal o cual tendencia». En el caso de nuestros centristas, en empantanar aún más el asentamiento de los prejuicios de las ideologías reformistas, que dicen repudiar pero de las que asumen, sin más explicación, su aparato teórico. De ahí todos los pataleos por la «manipulación», todos los lamentos por la «tergiversación». En palabras de Stalin:

«(...) esa particularidad consiste en la amorfia del bloque oposicionista en cuanto a los principios, en su carencia de principios, en su carácter amiboideo y en las quejas de los líderes de la oposición ─quejas derivadas de todo eso─ cuando dicen a cada paso que ''no los han comprendido'', que los han ''tergiversado'', que les han atribuido lo que ''no dijeron'', etc. Se trata, en verdad, de la fracción de los ''incomprendidos''. La historia de los Partidos proletarios dice que esa particularidad (''¡no nos han comprendido!'') es la más frecuente y la más extendida entre el oportunismo en general. Debéis saber, camaradas, que exactamente lo mismo les ''sucedió'' a Bernstein, a Vollmar, a Auer y a otros notorios oportunistas en las filas de la socialdemocracia alemana a fines del último decenio del siglo XIX y comienzos del siglo XX, cuando la socialdemocracia alemana era revolucionaria y cuando esos oportunistas recalcitrantes estuvieron lamentándose muchos años de que ''no los habían comprendido'', de que los habían ''tergiversado''. Es sabido que la fracción de Bernstein era llamada entonces por los socialdemócratas revolucionarios alemanes la fracción de los ''incomprendidos''» (Stalin: Una vez más sobre la desviación socialdemócrata en nuestro partido)

NOTAS

1. Aunque, leyéndolo, parece incapaz de articular un solo argumento sin llamarnos tergiversadores y manipuladores. La trillada excusa de «os inventáis los argumentos» ya nos es, desafortunadamente, conocida, dado que es propia de cierta l í n e a que enseguida podrá identificar @Bildung1941 y contra la que, por lo visto, comparte las críticas elaboradas a lo largo de los últimos años por la LR. Pero no adelantemos acontecimientos.

2. «El marxismo y la praxis histórica de las revoluciones proletarias reflejan sin lugar a dudas l a s c o t a s m á s a l t a s [subrayado mío] que la humanidad ha alcanzado en pos de la superación de toda opresión, y esto es una máxima fundamental que sirve, a su vez, para delimitar claramente los campos en disputa. Sin el reconocimiento, con todas sus consecuencias y no de palabra, de la n e c e s i d a d d e p a r t i r d e l a c o s m o v i s i ó n p r o l e t a r i a [subrayado mío] y de la praxis social legada por nuestra clase, el avance hacia la emancipación universal se encontrará en un callejón sin salida.»

3. «Si se quiere dar respuesta a las problemáticas que suscita la contradicción de género d e s d e e l p r o p i o m a r x i s m o sobre las cuales no ha existido profundización apenas, necesariamente h a y q u e a t e n d e r (en clave de lucha, evidentemente; doblenegación) a l a s c o r r i e n t e s q u e h i s t ó r i c a m e n t e s í l o h a n a b o r d a d o [subrayados míos] para superar, precisamente, sus postulados erróneos de partida en pos del avance del propio marxismo-leninismo.»

4. «Respecto a la familia, el escrito [El feminismo que viene] literalmente circunscribe a esta las “relaciones entre sexos”, lo cuales ya en sí mismo un absurdo (sexo≠género), con lo que le da pie a enarbolar el concepto arcaico y demostrado más que insuficiente de “violencia doméstica” para reducir así t o d a f o r m a específica de opresión que sufre la mujer a la institución familiar. Ni qué decir tiene que estas rebasan con creces los estrechos marcos familiares, los cuales son un producto, una cristalización, de unas relaciones sociales determinadas, y no a la inversa. La familia es una proyección misma de la sociedad, y el ámbito social en el que necesariamente se reproduce la opresión de la mujer no es una mera continuidad de las relaciones domésticas; lo cual invalida el ya de por sí estéril argumento de pretender reducir toda forma de opresión (o toda concretización y expresión particular) al ámbito doméstico.» (Señalemos, por el momento, que aquí «ámbito doméstico» se identifica con «familia». Luego volveremos sobre esto).

5. «(...) la acción del sujeto es la primera “ley de la obra” revolucionaria, y sólo un proceso de lucha social que se fundamente en este primer principio, en la praxis revolucionaria del proletariado, posibilita la construcción de la nueva sociedad al mismo tiempo que el conocimiento de sus leyes. Éstas, por tanto, no existen ni pueden conocerse fuera de la propia experiencia revolucionaria del sujeto consciente, de manera separada de su práctica revolucionaria, de su interacción transformadora con la sociedad. Es en este sentido que decimos que el conocimiento de las leyes de la revolución es un problema de carácter s u b j e t i v o , no de ciencia positiva. Y por este motivo, la aprehensión de las leyes que pueden extraerse de la experiencia revolucionaria no puede producirse fuera del contexto, fuera del l a b o r a t o r i o , donde tiene lugar esa experiencia, es decir, fuera de la lucha de clases, en particular y en un primer momento, de la lucha de dos líneas. Únicamente en el marco de la lucha de clases teórica puede iniciarse el conocimiento de los principios que rigen la construcción del Comunismo, y sólo sobre la base de la experiencia revolucionaria acumulada.» MAI, El debate cautivo. Más explícitos todavía son, si cabe, los camaradas del PCREE, en su excelente documento de respuesta a la Asociación Jose María Laso Prieto: «el conocimiento del mundo no es algo distinto ni está separado de la revolucionarización del mundo. C o n o c e r y t r a n s f o r m a r s o n u n o y e l m i s m o p r o c e s o [subrayado mío], proceso en el que sujeto y objeto experimentan una mutua y permanente transformación. Esto, naturalmente, excluye la posición del sujeto como mero observador objetivo que exige la ciencia.» (…) «no existe propuesta transformadora más m o d e r n a ni avanzada que la del marxismo, aún reconociendo que también necesita ser puesta al día, y que n o e s p o s i b l e [subrayado mío] apoyar toda empresa revolucionaria en otra clase distinta del proletariado».

6. «Atenerse únicamente a un aspecto de la contradicción (el movimiento de masas reformista) obviando las concepciones teóricas y políticas no solo que lo vertebran de hecho, sino de las que su corpus interno limitado en tanto que ideologías parciales son resultado lógico.»

7. «(...) la línea burguesa se impone s i e m p r e a través de la d e b i l i d a d de la línea proletaria»

8. «No es posible adquirir ninguno de estos conocimientos fuera de la actividad en la producción». Mao: Sobre la práctica.

9. «No entraré a profundizar sobre todo ello porque considero que no es el momento y conllevaría ciertamente el desviar el debate, simplemente llamaré la atención sobre algunas cuestiones tales como la transexualidad, la intersexualidad, la construcción de roles de género en función de marcos socio-históricos determinados, la homosexualidad (que sí recibió atención durante las experiencias revolucionarias, pero para ser mayoritariamente denostada, por lo que evidentemente no se formularon las preguntas correctas, para seguir con la metáfora ), la construcción del deseo y las dinámicas sexo-afectivas, la profundización en la destrucción de las instituciones familiares [aunque por lo visto éstas no agotan la cuestión de la emancipación la mujer, cf. nota 4], algo que está en la propia base del marxismo prácticamente desde su constitución y sobre lo cual las experiencias proletarias sí que tienen mucho que aportar pero precisamente para ahondar en su e s t a n c a m i e n t o , la jerarquización social en función de la expresión particular (patriarcal) de las relaciones sociales clasistas, las por desgracia múltiples expresiones de la violencia implícita y explícita que sufre la mujer o el paradigma biologicista en la dicotomía hombre-mujer, y un largo etcétera.»

10. «Las masas de las que fundamentalmente aprende la vanguardia proletaria son las MASAS DE AVANZADA DE LA HISTORIA, las que protagonizan los momentos decisivos y determinantes de la misma, las que se encuentran en las encrucijadas de los saltos cualitativos que marcan el devenir de la humanidad, no las d a d a s en la empírica inmediatez circundante. Es desde la comprensión del papel de esas masas revolucionarias en la historia como la vanguardia empieza a alcanzar tal posición, lo que implica un proceso de transformación de sí misma (negación) que la coloca en situación de dar el salto cualitativo que le permita actuar sobre esas masas dadas, cuyo carácter es a su vez transformado por esa acción, elevándose ellas mismas a la posición de vanguardia, que vuelve así a ser transformada (negación de la negación). En este proceso los SALTOS son CUALITATIVOS e implican una permanente transformación e interrelación de los elementos que lo componen. Sólo así, de forma dialéctica e histórica, cabría comprender desde el marxismo la peligrosa consigna “de las masas a las masas”, siendo esencialmente las primeras de éstas las que han actuado en el curso de la historia, las que nos han dejado un legado de experiencia R E V O L U C I O N A R I A . Pero por ello, esta experiencia no puede reducirse a sus vivencias y opiniones inmediatas, ya periclitadas por la n e g a t i v i d a d de la historia, sino que se refiere a las concepciones históricamente determinadas que las guiaron, esto es, también a la posición de la vanguardia que en ese momento actuó, y a la forma concreta que adoptó la defensa más o menos consecuente de determinados intereses materiales. Este polifacético y dinámico complejo histórico-social no puede constreñirse simplemente en la categoría de “masas”, sino que su conceptualización más exacta es precisamente “LUCHA DE CLASES”». Línea Proletaria: «En la encrucijada de la historia: la Gran Revolución Cultural Proletaria y el sujeto revolucionario», pp. 48-49.

11. No es extraño ni sorprendente que las más punteras y modernísimas teorías sexo-afectivas hayan sido elaboradas de la mano de la teoría psicoanalítica y sus retoños, pues a fin de cuentas el psicólogo no es más que el burócrata administrador del alma (psyché) de los individuos desgarrados, el encargado de reconciliarlos con una realidad inhumana y de apelmazar su conciencia haciéndole creer que se encuentra positivamente en ella.

12. https://twitter.com/Bildung1941/status/827555906946744320. No obstante, esto parece no ser óbice para que clases que se sitúan objetiva y subjetivamente fuera del proceso de la RPM puedan aportar elementos que superen las limitaciones del marxismo del Ciclo. ¿En qué quedamos?

13. Curiosamente, el Ciclo de Octubre tampoco llegó a plantearse el problema de la Reconstitución Ideológica del Comunismo, y sin embargo ahí tenemos la Nueva Orientación. Los modos de razonar de nuestros metafísicos se reducen ellos solos al absurdo.

14. Lo cual indica ya una ruptura i n s o s l a y a b l e entre los grandes teóricos de la burguesía antes de la aparición del proletariado como clase independiente, y los apologetas que luego se enfrentarían a esta como los liquidadores de su conciencia de clase. Algunos se olvidan, al parecer, de que ya hemos vivido las jornadas de junio de 1848. Cf. Lukács: Historia y Conciencia de Clase.

15. El párrafo continúa: «No, todo ello implica desarrollar la lucha de dos líneas en pos de superar las limitaciones presentes en la praxis histórica de nuestra clase. Tanto más podría hablarse de otra serie de limitaciones históricas de la línea proletaria, como los resquicios de la teoría de las fuerzas productivas, la incomprensión de fondo del papel transformador de la conciencia en pos del materialismo vulgar, la importancia de las revoluciones culturales en el avance hacia el comunismo, la táctica militar como principio universal de la lucha de clases, ciertos remanentes espontaneístas y economicistas en general, etc.» Pero ya vimos que para @Bildung1941 ''desarrollar la lucha de dos líneas'' significa aprender (sea mediante la lucha) de las corrientes burguesas actuales que encarnan ese saber universal vetado a los bolcheviques y a los maoístas y que avanza al margen de los pasos que han dado las masas de v a n g u a r d i a de la historia. El saber y la historia se encuentran, en boca de nuestro crítico, en permanente ascenso. Lo que tiene que hacer el proletariado es ponerse a su altura, alcanzar el estadio universal en el que se encuentra la humanidad en su conjunto. Se sustituye aquí el «ponerse a la altura que exige la revolución proletaria» con el «ponerse a la altura de la coyuntura particular en la que se ha liado la sociedad burguesa sin horizonte revolucionario»... ¿para revolucionarla? Y no nos salga @Bildung1941 con que en la NO se habla de «poner al marxismo-leninismo a la altura del saber universal de nuestra época», pues sabe perfectamente que ese «saber universal» no es sino el resultante del avance de las ciencias, que, siendo su objeto (la naturaleza) anterior a la sociedad humana, efectivamente pueden sus conclusiones aparecer ''al margen'' del desarrollo concreto de la lucha de clases de un período histórico, aunque ello no signifique ningún tipo de poder sobrenatural (o más bien suprasocial) para el científico-burócrata del imperialismo. «La Weltanschauung así concebida exige una Wissenschaft, una ciencia; pero no una ciencia entendida como novedosa disciplina propia, ni tampoco como práctica experimental particular, sino como RESULTADO del saber universal, como asimilación y síntesis sistematizada de los progresos d e l a s c i e n c i a s [subrayado mío] y su integración crítica en el marco gnoseológico marxista-leninista.» Nueva Orientación.

16. «La limitación de algo no es p o r c o n s i g u i e n t e algo externo, sino que su propia determinación y d e s t i n o [subrayado mío] es también su limitación» Hegel: Ciencia de la Lógica.

17. Aquí el fragmento completo: «Dicho sea de paso, aunque la posmodernidad ha sido usada por la burguesía, en medio de la hecatombe del s o c i a l i s m o r e a l , para propalar el relativismo histórico y proceder a la d e c o n s t r u c c i ó n del proletariado y al destierro de la revolución del mundo intelectual, no nos vale a los comunistas con negarla, como hace la mayoría del MCI, pues eso es obviar lo que tiene la posmodernidad de expresión de un hecho real, el fin del Ciclo de Octubre y la caducidad de muchas de las concepciones e instrumentos que utilizó el proletariado durante dicha experiencia histórica, y es, por tanto, negarnos a comprender la época que nos ha tocado vivir. Como decimos, a la posmodernidad no vale con negarla, en el sentido de rechazar todas las concepciones indudablemente reaccionarias que ha traído consigo, sino que, como buenos dialécticos, hemos de n e g a r l a n e g a c i ó n , e incorporar lo que tiene ciertamente de p o s i t i v o , como, por ejemplo, su crítica del fetiche ilustrado del progreso automático e impersonal. Sólo en ese momento estaremos en situación de ganarle la batalla ideológica a la burguesía y revertir su actual hegemonía, lo que, sin duda, será la expresión de la creciente madurez del proletariado como sujeto revolucionario, un índice del avanzado grado de su proceso de reconstitución.» MAI: Crítica a UCCP. Nótese bien que el acento no está en la sustantividad de la teoría burguesa, sino en que es expresión (es decir, testimonio, espectadora) del trauma histórico que para la burguesía imperialista ha supuesto la Revolución Proletaria y su particular interpretación de su derrota transitoria. No se trata de decir «ah, que buena idea tienen estos posmodernos», sino de que seamos capaces de ver que el Ciclo de Octubre no nos lega solamente el fracaso de la doctrina del automatismo, sino también, y esto es lo que auténticamente nos importa como comunistas, la clave de su superación en forma de fenómenos dispersos aún por sintetizar, y con los que rearmar la ideología. Como ejemplo magistral de esta tarea, cf., nuevamente, «En la encrucijada de la historia...», especialmente el capítulo VI.

18. https://twitter.com/Bildung1941/status/825103138810118146.

19. Tenemos, asimismo, paralelos con la Economía Política: «El capital a interés y el capital comercial son formas derivadas, y entonces nos explicaremos también por qué se presentan en la historia antes que el capital en su forma fundamental [la industrial], que es la que d e t e r m i n a [subrayado mío] la organización económica de la sociedad moderna» (Marx: El capital, «La transformación del dinero en capital», §2)

20. Citemos, citemos: «Respecto a la familia, el escrito literalmente circunscribe a esta las “relaciones entre sexos”, lo cuales ya en sí mismo un absurdo (sexo≠género), con lo que le da pie a enarbolar el concepto arcaico y demostrado más que insuficiente [por el Ministerio de Interior] de “violencia doméstica” para reducir así t o d a f o r m a específica de opresión que sufre la mujer a la institución familiar. Ni qué decir tiene que estas rebasan con creces los estrechos marcos familiares, los cuales son un producto, una cristalización, de unas relaciones sociales determinadas, y no a la inversa. La familia es una proyección misma de la sociedad, y el ámbito social en el que necesariamente se reproduce la opresión de la mujer no es una mera continuidad de las relaciones domésticas; lo cual invalida el ya de por sí estéril argumento de pretender reducir toda forma de opresión (o toda concretización y expresión particular) al ámbito doméstico.»

21. «En consecuencia, la tarea de Reconstitución del comunismo, del marxismo, conlleva el objetivo de recomponer el paradigma revolucionario del proletariado desde la concepción del mundo proletaria y desde el estudio de más de siglo y medio de lucha del movimiento obrero y con la perspectiva de casi un siglo de experiencia en la construcción del Comunismo. Ahora, a la luz de un c i c l o r e v o l u c i o n a r i o c o n c l u i d o , desde la perspectiva que ello proporciona, el proletariado revolucionario está en condiciones de DESEMBARAZAR AL MARXISMO DE AQUELLOS ELEMENTOS TEÓRICOS DE OTRAS CLASES (entre otras cosas) que le impidieron r e v o l u c i o n a r s e para superar los obstáculos que encontró en la edificación del socialismo. Para el marxismo el papel protagonista de la historia lo tienen las clases y su lucha, y no, como terminó prevaleciendo en la visión de la mayoría de los partidos obreros durante el primer ciclo revolucionario, el desarrollo de las fuerzas productivas (teoría que implica considerar a la tecnología como base del desarrollo económico y social y al espontaneísmo como base del desarrollo político). Contrariamente a esa teoría, el marxismo otorga el PAPEL DECISIVO DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL AL FACTOR SUBJETIVO-PRÁCTICO, al factor consciente y a la voluntad de las clases para llevar a cabo sus propios proyectos. Y puesto que el capitalismo ha creado ya las condiciones materiales para el comunismo, SÓLO LA VOLUNTAD DEL PROLETARIADO PUEDE REVOLUCIONAR ESA SOCIEDAD para transformarla, pues no existe ninguna ley natural que haga inevitable tal transformación. Esa voluntad de transformación debe manifestarse también en la voluntad de ejercer, no sólo como en el c i c l o d e O c t u b r e de vanguardia efectiva del proceso social, sino que ha de asumir también el papel de vanguardia teórica, que le dote de una total independencia (ideológica y política) frente a las otras clases. EL PROLETARIADO NO PUEDE DEPENDER DE LOS INTELECTUALES DE OTRAS CLASES para definir su proyecto revolucionario, como ocurrió en el anterior ciclo. La RECONSTITUCIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA, como movimiento político revolucionario del proletariado pasa por la RECONSTITUCIÓN DE SU IDEOLOGÍA, (del marxismo), Reconstitución que comienza con la crítica del viejo paradigma revolucionario, ya obsoleto, dentro del marco del BALANCE GENERAL DEL CICLO DE OCTUBRE, y con la búsqueda, sobre la base de los fundamentos del marxismo y de los resultados de ese balance, de una visión de la revolución y de sus requisitos más acorde con las leyes del socialismo científico. Ésta es hoy la tarea principal de la Vanguardia.» LF 35: La tarea de hoy.

22. «Creemos que el término “desgaste” da mejor cuenta de la SUSTANTIVIDAD del sujeto revolucionario, de cómo éste ha sido, es (ahora en ausencia, lo cual permite al capital campar a sus anchas) y será un ELEMENTO OBJETIVO MATERIAL del proceso de desarrollo social. Como hemos visto, la actuación revolucionaria del proletariado, socavó, d e s g a s t ó , su punto de partida material, esa correlación histórica de fuerzas de clase, sobre la que se sostenía su primer paradigma revolucionario; a lo que hay que añadir, además, los múltiples compromisos que el desarrollo de la lucha de clases impuso durante el Ciclo, que contribuyeron a introducir y reforzar en el marxismo e l e m e n t o s a j e n o s [subrayado mío] a su coherencia interna como cosmovisión. Por contra, el vocablo “retraso” nos reintroduce en esa visión dualista del proceso social como proceso objetivo (más bien objetivista) que expulsa de sí mismo al sujeto consciente, situándolo en su externidad y pareciendo que esta objetividad se ha ido alejando ante la incapacidad de ese sujeto para c o n o c e r su desenvolvimiento.» MAI: Sobre la ciencia y la praxis revolucionaria. Crítica a UCCP

23. Obviamente, nuestros críticos jamás firmarían semejante barbaridad, pero ya hemos insistido bastante en que es la práctica lo que determina el grado de asunción del marxismo-leninismo como cosmovisión. Y «práctica» significa aquí, señor @Bildung1941, aplicar la teoría de la LR a las tareas de Balance, cosa irrealizable desde los presupuestos teóricos del feminismo. Y cuando este personaje patalea cual «gato panza arriba» porque los simpatizantes de la LR «retuercen sus argumentos» recuerda, más que a un comunista consecuente, al militante medio de Iniciativa Comunista que protesta exclamando «¡¿pero dónde dice IC que su línea sea oportunista?!» A nadie debiera extrañarle que si a las «cándidas y honestas» palabras de nuestros críticos les subyace una posición política oportunista, éstos dediquen la mitad de sus intervenciones a reconducir el debate a la literalidad de lo escrito: «pero si yo no he dicho que...». Una cosa es cierta, y en ésto sí que me había equivocado: nuestros críticos no plantean la apropiación de los aportes positivos del feminismo como tarea a realizar en el momento actual... pero porque ya lo han hecho. Lástima que @Bildung1941 haya tenido que tomarse la molestia de escribir un somnífero de quince páginas para que estas «cositas» se manifestasen con la claridad del mediodía. ¡Debe de ser que hasta entonces estaba muy ocupado quejándose de cómo los derechistas retorcían sus argumentos!

24. Del mismo deleznable documento: «El sindicato moderno dejó de evolucionar a la par que el desarrollo revolucionario del proletariado y tendió a adaptarse a las condiciones de dominación política del capital hasta convertirse en un magnífico ejemplo de enquistamiento político y conservadurismo social. La capacidad otorgada a este agente social, en virtud del principio de representación, de decidir sobre los destinos de todo un colectivo, independientemente de que los individuos que lo componen hayan decidido voluntariamente asociarse o no con él, consigue el curioso efecto contrario de anular los escasos beneficios que aún podría reportar el ejercicio de los derechos individuales de la democracia burguesa, al mismo tiempo que volatiliza el potencial político de la unión asociativa de la masa trabajadora. El sindicato moderno decide por el trabajador individual al mismo tiempo que no educa su conciencia social, colectiva y solidaria, sino su conciencia individualista.» ¿Verán también aquí nuestros críticos una abominable defensa de la legalidad burguesa?

25. En esta línea, el compañero nos lanza la maliciosa acusación de caer en el determinismo frentepopulista, pues considera que plantear que el feminismo, en cuanto corporativista, coadyuva a la fascistización del Estado equivale a plantear que el fascismo es la tendencia natural del Estado imperialista. Pero él solito se contesta: «También afirma [el texto] que el feminismo coadyuva a la fascistización del Estado por la tendencia corporativista necesariamente presente en el mismo (...), como si el fascismo fuese posible reducirlo únicamente a la tendencia hacia el corporativismo, presente necesariamente en toda sociedad bajo el imperialismo». Efectivamente, el corporativismo es sólo una condición del fascismo, pero no es menos cierto que sin aquél este no podría sostenerse. Los movimientos políticos de la burguesía imperialista están necesariamente orientados a la parcelación corporativa de la sociedad, que reconozca a cada cual su papel en la correcta gestión de la maquinaria burguesa. Que ésto es una condición del fascismo, y nada más que una condición, es de suyo evidente; pero, por lo mismo, la fortaleza de un movimiento fascista en desarrollo va a verse favorecida por el asentamiento de la estructura corporativa y su interiorización subjetiva por parte de las masas (es decir, la interiorización del principio de que el Estado debe ser algo así como un gestor del buen funcionamiento de la maquinaria burguesa). Recomiendo a nuestros críticos «Guerra y elecciones», editorial de La Forja 29, que contribuirá a esclarecer la cuestión de cómo entiende la LR la relación entre corporativismo y fascismo y comprobar cómo es perfectamente acorde a lo expresado en «El feminismo que viene» (e igualmente en «El sindicalismo que viene», documento que por lo visto no les chirría a nuestros hombres).

26. Un par de ejemplos prácticos más: https://twitter.com/Babeuf__/status/769503437973233665 y https://twitter.com/PavelVlasov2017/status/826838343384174593.

27. «Las revoluciones proletarias como las del siglo XIX, se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: Hic Rhodus, hic salta!» Marx: El 18 Brumario de Luis Bonaparte.

28. «Todo lo que sea rebajar el papel del ''elemento consciente'', el papel de la socialdemocracia, equivale ─en absoluto independientemente de la voluntad de quien lo hace─ a fortalecer la influencia de la ideología burguesa sobre los obreros.» Lenin: ¿Qué hacer? La ideología que se fortalece a través del culto a la espontaneidad ─sea el feminismo o cualquier otra─ lo hace precisamente porque su esencia consiste en la adaptación. Esto es, y enlazando con la tesis central de mi anterior intervención, las formas políticas que adopta son impuestas por la coyuntura, siendo su generalización ideológica enteramente a posteriori, y absolutamente determinada por los tiempos que le marca el mercadeo político burgués. Es decir, que aquí la ideología se acomoda a la coyuntura (oportunismo), y por lo tanto es absurdo de por sí plantear que pueda aportar un contenido de v a n g u a r d i a , i. e., susceptible de ponerse a la cabeza de los acontecimientos.

29. http://www.elmundo.es/elmundo/2004/12/22/espana/1103724990.html.

30. https://twitter.com/Bildung1941/status/827550633871941632. Comentario de ilienkoviano redimido: lo cierto es que el bueno de Iliénkov, más allá de los indudablemente interesantes desarrollos filosóficos que ha escrito, hereda no sólo lo progresivo de la visión de Spinoza, sino que, con ella, hace también suyo el inmovilismo inmanente a la sustancia spinoziana. En «Lógica Dialéctica», señala que la virtud del spinozismo consiste en comprender el pensamiento como una propiedad de la materia ─lo cual es irreprochablemente cierto─, pero yerra al generalizar ésto como un principio que ha existido desde siempre. Lo formula diciendo que ello significa que siempre va a haber pensamiento en algún punto del espacio y del tiempo, encarnado en cuerpos pensantes concretos. Se carga, por lo tanto, la historicidad inmanente al ser que predica el marxismo, pues el pensamiento, la conciencia, no es una propiedad que haya estado ''latente'' ─o ''como posibilidad''─ desde siempre en la materia y que se despliega completamente cuando ésta alcanza formas de organización que permiten su desarrollo patente. No: estas formas de organización son su surgimiento mismo, el primer ser consciente fue una r e v o l u c i ó n que rompió todos los esquemas de movimiento de la materia anteriores, dotándolos de una nueva significación sólo a partir de ese momento. Lo mismo cabe decir del surgimiento de la vida o de la materia orgánica. No son principios ''potenciales'' latentes desde el mismo Big Bang, sino formas n u e v a s de movimiento que introducen una ruptura absoluta con todo lo anteriormente ''conocido''. Si las podemos pensar hoy como inmanentes a la materia es porque ésta no es sólo concepto, sino historia, superación de etapas. Para el surgimiento de la vida fue indispensable la proliferación de la materia orgánica basada en el carbono, y éste no surge hasta la muerte y combustión de por lo menos las dos o tres primeras generaciones de estrellas del universo. La muerte de éstas es una condición para la vida tal y como la conocemos. Sólo entonces fue ésta posible (y aún nada más que meramente p o s i b l e ). Éste desarrollo h i s t ó r i c o procede por revoluciones que enriquecen el concepto de materia, pero ello significa que estas determinaciones son efectivamente nuevas, y antes de su aparición efectiva eran ''impensables'' (de hecho, lo que Spinoza dice es que todo lo pensable existe de uno u otro modo, pues la sustancia no puede ser creada, y todo lo pasible de ser conocido ha existido desde siempre, bajo «cierta forma de eternidad» ─cf. Ética). Iliénkov soslaya ésto al reducir la historia al concepto, y en consecuencia se estanca en una visión teoricista de la dialéctica, según la cual sería un método de conocimiento omnicomprensivo que procede según la contraposición de argumentos (tesis-antítesis), enfrentando la conciencia a la materia de manera enteramente abstracta y, por ende, suprimiendo la práctica como momento determinante en el desarrollo histórico del conocimiento. Así en «La escuela debe enseñar a pensar» o «La dialéctica antigua como forma de pensamiento». El soviético podería firmar perfectamente esa consigna tan cara al maoísmo que reza que «la materia en su conjunto tiende al comunismo». Puede que por ello haya podido escribir una «Cosmología del Espíritu». Pero «el marxismo exige la unidad de la lógica y la historia. Las ideas son un r e f l e j o de la existencia objetiva, mientras que la lógica d e r i v a [subrayados míos] de la historia». Mao: Notas de lectura sobre el Manual de Economía Política de la URSS.

31. «La ''producción en general'' es una abstracción, pero una abstracción que tiene un sentido, en tanto pone realmente de relieve lo común, lo fija y nos ahorra así una repetición» Marx: Grundrisse.

32. Nuestros críticos se ofenden de que la LR se burle del estilo de vida parasitario y ocioso del enemigo de clase. Que una burguesa o burgués padezca sobrepeso se debe a su régimen de chupasangres que no ha dado un palo al agua en su vida y come con cubertería de plata, mientras que la obesidad que acaso pueda padecer «el equipo de verdaderos trabajadores y trabajadoras que curran para que ella luzca su palmito de talla supergrande» obedece a toda la comida basura y ''sedentarismo'' en vena que su vida de asalariados les impone. Es sintomático que @Bildung1941 y simpatizantes vean en María Teresa Campos a la mujer antes que a la burguesa, la parásita del televisor. Quizás por eso no se ofenden, por ejemplo, por cómo representa a los burgueses el póster «El camarada Lenin limpia la Tierra de suciedad» (incluido en la p. 39 de LF7) Cosa muy distinta, efectivamente, es juzgar la adecuación propagandística de la mofa que abre «El feminismo que viene» al Estado español, pues a día de hoy, y especialmente en los países imperialistas, la obesidad no es un fenómeno exclusivo de la burguesía, aunque obedezca a causas distintas y a nivel global el proletariado siga siendo la «famélica legión».

33. Tras decir que el Balance del CdO no basta para superar todas las limitaciones [sic], nuestro originalísimo crítico añade en una nota al pie: «no estoy negando en ningún momento la necesidad inexorable del balance en torno a la experiencia legada por el ciclo de octubre (de hecho, lo afirmo categóricamente unas líneas más arriba) que ha de ser el punto de partida en torno al cual se vaya articulando la reconstitución ideológica; sino que es necesario prevenirnos de una concepción unilateral».

34. Ésto es lo que él llama la «posibilidad (mediada por la lucha de dos líneas, no se da por supuesto nada a priori) de que el marxismo pueda y deba autodesarrollarse a través de la asimilación-superación de lo progresista presente en lo viejo». Aunque ya hemos explicado el oxímoron que constituye el concepto de «lo progresista presente en lo viejo» (entendido «lo viejo» como el mundo del imperialismo y sus coberturas ideológicas), lo que nos interesa aquí es señalar que, para nuestros críticos, el marxismo «puede y debe» asimilarlo para ''autodesarrollarse''.

35. «La negación [simple] no es meramente la nada en general, sino (…) la falta como falta de algo, o sea la limitación: la determinidad, puesta como lo que ella es en verdad, como no-ser, como limitación. Ella es con ésto negación de la negación, y negación absoluta (…) Cuando más adelante se hable de negatividad o de naturaleza negativa, no habrá que entender por tal aquella primera negación: el límite, limitación o falta, sino esencialmente la negación del ser otro que, como tal, es r e f e r e n c i a a s í m i s m a » Hegel: Ciencia de la Lógica.

36. No pienso concederle a nuestro honestísimo crítico el placer de entrarle al trapo con lo de «línea de masas con un maltratador». @Bildung1941 sabrá lo que hace y lo que dice. Si necesita injuriar a la LR con semejantes mentiras ─que además él sabe falsas─ será porque confía poco en la solidez de sus ''críticas'', que como vimos se basan en una repetición de los argumentos, las peticiones de principio y hasta las calumnias («la LR está petada de acosadores») que el feminismo lanza contra la LR, sólo que bajo un barniz ''reconstitucionista'', aderezados con una jerga que nuestro hombre ha demostrado no comprender. En cualquier caso, no me compete a mí desmentir estas falsedades. Sin embargo, sí voy a añadir dos comentarios, porque en este punto ya no pude evitar dejar escapar una sonrisa. En primer lugar, porque la acusación de nuestro hombre no es sólo falsa, sino una absurdez. Porque vale, entiendo que nuestros críticos están obsesionados con captar masas y usarlas como vara de medir del progreso una línea determinada («la LR no explica cómo conquistar a la VT feminista», que preguntaba @Lucarelli_1917). Entiendo también que tienen que formalizar su masismo denominándolo «línea de masas», por mantener las formas y cubrir con palabras la desviación en la que de hecho incurren. Pero «hacer» línea de masas con un maltratador es una absurdez, básicamente, porque la LR no «hace» línea de masas con nadie. ¡Como si necesitase ir detrás del primer elemento que se le presenta, y más aún tratándose de individuos deleznables! Quizá es algo que la mentalidad masista de nuestros críticos no comprende, pero «captar», «conquistar», elementos no es un objetivo, sino una consecuencia. Y si una organización revolucionaria ya no se desvive por ir detrás de nadie, menos aún lo hará para intentar mantener a un individuo en su órbita. Todavía menos si se trata de un maltratador, que sólo merece ser apartado, especialmente si por su (falta de) compromiso y voluntad de cambio no está capacitado para organizarse por la revolución. Y en segundo lugar, y ya para cerrar esta nota, es doblemente vergonzoso que quien se llena la boca con «lucha de líneas con individuos y colectividades honestas» nos salga con éstas. Porque ya no se trata sólo de una gravísima acusación ─que de ser cierta tendría que ser tenida muy en cuenta─, sino que además nuestro vendehumos nos la presenta como «síntoma» y «consecuencia» de unas «concepciones misóginas y reaccionarias». Más allá de que no hace falta más que un estudio serio y honesto de los documentos de la LR y los clásicos para rebatir esto último, basta darle la vuelta al argumento para ver el fin que le subyace: la forma de prevenir la incorporación de agresores pasa por adoptar los postulados teóricos de nuestros críticos, que no son otros que los del feminismo. Los simpatizantes de la LR, sin embargo, saben que no llega con cambiar la teoría para prevenir que los deshechos del mundo burgués se «infiltren» en una organización revolucionaria, sino que es ante todo la mano dura de ésta la que castiga con la contundencia que cada elemento merezca. Porque ─y ésto lo sabrá @Bildung1941─ no vivimos en el comunismo, y no hay manera humana ni divina de impedir que elementos reaccionarios se cuelen entre las filas de la revolución. Lo que sí podemos garantizar, y la LR lo garantiza, es d i c t a d u r a del proletariado contra ellos desde el mismo instante en que dejen ver sus intenciones, con consecuencias inmediatas y fulminantes. Pero si a nuestro crítico la calumnia le vale como pretexto para vendernos sus trasnochados principios le recomiendo encarecidamente que le dé otra vuelta a eso de «lucha de dos líneas honesta contra los derechistas», y examine en qué medida lo está cumpliendo o dejando de cumplir.

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