La manipulación y el machismo tienen las patas muy cortas. Respuesta a @Luhsinn


Antes de abordar de pleno el contenido de tus capturas, conviene realizar dos aclaraciones importantes. En primer lugar, y dado que en el tuit se incluye al camarada @Lucarelli_1917, a lo largo de este escrito en ciertos momentos me expresaré en plural no en tanto que “portavoz” del camarada, sino en tanto que representante de una línea concreta, siendo totalmente indiferente que el presente texto fuese publicado en mi cuenta o en la suya.

De igual forma, es evidente a todas luces (y ya no es solo molesto, como indicaba a lo largo de la discusión, sino abiertamente reaccionario) el afán de manipulación, tergiversación e intoxicación que se desprende de las intervenciones, y se ha llamado en varias ocasiones la atención sobre ello. Es decir, no es un problema de malas interpretaciones inocentes, errores de entendimiento o deslices por parte de @Luhsinn, ni una falta de claridad, concreción, explicitación o ambigüedad por la mía, la cual no pongo en duda, como autocrítica lo digo, que haya podido caer en alguna ocasión. A las continuas mentiras le subyace un correlato político claro: ante el arrinconamiento en la lucha de dos líneas que sufre el derechismo desde hace meses, la táctica política a emprender ha sido la descalificación y ya no el retorcer el argumento rival, sino la completa deformación y reelaboración en función de un marco ideológico preconcebido en el que constreñir (a la fuerza) una crítica ideológica honesta. Hay, como señalo, una voluntad política, que viene de lejos, de enturbiar la lucha de dos líneas cuyo principal afán no es otro que pretender salvaguardar la “sacrosanta unidad de los comunistas” (1) por encima de la lucha ideológica, subvirtiendo la significación leninista de la articulación de la vanguardia marxista-leninista y destruyendo lo que de revolucionario tiene la dialéctica materialista: la transformación de lo real y la a u t o s u p e r a c i ó n, en el terreno político, a través de la lucha de dos líneas y algo que ha quedado completamente relegado al ostracismo por el derechismo, la crítica honesta y la a u t o c r í t i c a, principios de cabecera para cualquiera que siquiera pretenda ser comunista. La voluntad a sabiendas de tapar las vergüenzas de la Línea de Reconstitución en lugar de enfrentarlas y superarlas, de descalificar con adjetivos vaciados de todo contenido político (2) a quienes discrepamos con la reacción y la más que triste asunción de unas líneas discursivas repetidas dogmáticamente hasta la saciedad y que ni de lejos se llegan a comprender ni a corresponderse con la realidad, coloca al derechismo en una posición de partida, aparte de a la defensiva, enfrentada al proceder comunista que exige la cosmovisión marxista, de la que su coherencia interna queda hecha añicos al traficar desvergonzadamente con lo viejo que heredó el marxismo de viejo ciclo, sobre todo a lo que la cuestión de género se refiere.

Todas estas afirmaciones, lejos de pretender quedar como simples muestras de grandilocuencia por mi parte o como excusas baratas, serán demostradas a lo largo del escrito (no así como ha hecho @Luhsinn), y muestra de ello es que @Luhsinn en su exposición no me cita, literalmente, n i u n a s o l a v e z, ni hace referencia a las posiciones que he ido mostrando públicamente a lo largo de meses (de hecho, las deforma por completo, como seguidamente se verá) ni a lo que se desprende de ellas. Sin más preámbulos, vamos con lo que merece ser tenido en cuenta de las capturas.

Es en el primer párrafo donde encontramos la burda manipulación de nuestra posición, que al final se intenta blanquear con la tesis de que no se ha de tomar lo que un individuo piensa de sí como su posición política. Al final iré sobre ello, vayamos “punto por punto para dejarlo claro todo de una vez”, obviando la altanería antimarxista con la que se expresa. Cito textualmente: “Pero desde el momento en el que se acusa a la LR de derechista por no tratar al feminismo teniendo en cuenta su tremenda heterogeneidad (…)”. Evidentemente, no te apoyas en palabras que yo haya podido decir para justificar tu presupuesto porque j a m á s se ha afirmado tal cosa. En primer lugar, no se “acusa a la LR de derechista”, sino que se ha puesto en evidencia la t e n d e n c i a derechista en su seno, la línea oportunista de derechas la cual seguirá siendo retratada a medida que avance el deslinde de campos. No hemos tratado, ni el camarada @Lucarelli_1917 ni yo, a la LR en su conjunto como derechista, ni hemos rechazado sus lineamientos esenciales que la sustantivan como tal, ni nos hemos manifestado en contra del Plan de Reconstitución (¡todo lo contrario!), lo cual debiera ser una obviedad si se tiene en consideración a toda una línea ideológico-política por derechista a no ser que se pretenda caer en el más absoluto sinsentido. Se viene denunciando las desviaciones derechistas que atentan contra el sentido último de los planteamientos esenciales de la Línea de Reconstitución, no se pretende destruir lo que representa, hasta la fecha, la muestra más avanzada del comunismo revolucionario en la actualidad en el MCE (Movimiento Comunista Estatal). Para que se me entienda, procederé con una simple analogía que considero tremendamente acertada teniendo en cuenta la problemática que subyace a la presente controversia: debiera ser del todo conocido las desviaciones derechistas de Lenin en materia sexual (3), producto de las limitaciones históricas que le eran inherentes (lo que no exime crítica alguna). ¿Acaso implica el ser consciente de sus limitaciones y el criticarlas como desviaciones burguesas que son el desdeñe del bolchevismo al completo como “derechista”? ¿Entender que fue un auténtico despropósito (y una concesión a la Iglesia ortodoxa) la estigmatización de la homosexualidad con Stalin implica necesariamente tirar a la basura toda la experiencia socialista de su periodo? No, todo ello implica desarrollar la lucha de dos líneas en pos de superar las limitaciones presentes en la praxis histórica de nuestra clase. Tanto más podría hablarse de otra serie de limitaciones históricas de la línea proletaria, como los resquicios de la teoría de las fuerzas productivas, la incomprensión de fondo del papel transformador de la conciencia en pos del materialismo vulgar, la importancia de las revoluciones culturales en el avance hacia el comunismo, la táctica militar como principio universal de la lucha de clases, ciertos remanentes espontaneístas y economicistas en general, etc.

Pero la enjundia se encuentra en el “por no tratar al feminismo teniendo en cuenta su tremenda heterogeneidad”, pues es básicamente el eje central de todo el desarrollo y es, sin rodeos, una afirmación f a l s a. Ya que no se tiene en cuenta mis posicionamientos, que se me permita traerlos a colación: “Se critica la abstracción del feminismo para erigirlo en hombre de paja que justifique vuestros posicionamientos misóginos y revisionistas, no el hecho de que se haga una crítica (general) a una generalidad concreta. (…)No se critican simplemente las formas, como se ha esgrimido para escurrir el bulto, sino el contenido POLÍTICO E IDEOLÓGICO de vuestras desviaciones [mayúsculas, a modo de subrayado, en el original].” (4) Esta es la posición que he mantenido y que expresé e n e l p r o p i o d e b a t e que dio origen al texto al que respondo, y evidencia sin medias tintas las palabras que encabezan este escrito. No hay posibilidad alguna de confusión, pues la claridad con que me expresé fue meridiana (o, por lo menos, tal es mi entender. Si en terceras personas esa exposición suscita ambigüedad, que me lo comuniquen sin ninguna duda y lo tendré en cuenta para futuras intervenciones a modo de autocrítica). O bien @Luhsinn simplemente no vio estos tuits, lo que me cuesta horrores creer ya que fue para dar respuesta exactamente al mismo planteamiento que luego vertebra su texto, o los obvió descaradamente, afirmando el propósito de tergiversación deliberado que ya he expresado.

Abordémoslo brevemente. La denuncia del derechismo en el seno de la LR no gira en torno a la necesidad, expuesta por esta, de realizar una crítica al feminismo en general, sino al c ó m o se hace esta, a los presupuestos y principios que se enarbolan y a las concepciones burguesas que se expresan en las publicaciones oficiales de la Línea. Es decir, el problema no reside en la necesidad de defender los principios marxistas básicos en cuanto a la cuestión de género en contraposición al feminismo (o a cualquier corriente revisionista que pretenda integrar a este con el marxismo), sino en que precisamente esos principios básicos se desarrollan de la mano de las más sonoras desviaciones burguesas reaccionarias. Cuando decimos, a tenor del estado actual del movimiento comunista y de las necesidades de la vanguardia para ir desplegando su actividad hacia la revolución en función de la táctica-plan, que la tarea actual no pasa por doblenegar al feminismo de forma inmediata ni que la situación exija el tratamiento en profundidad de la cuestión de género ni el desbrozar cada expresión feminista particular, no se hace por motivaciones subjetivistas ni en pretensión de salvaguardar no se sabe qué apariencias. Se hace (5) precisamente por la comprensión de la fase de la revolución en la que se encuentra inmersa la vanguardia marxista-leninista: el esbozo de la l í n e a g e n e r a l de la revolución. Para ser más preciosos, en tanto que la necesidad actual pasa por trazar las líneas generales que han de orientar al comunismo revolucionario para enfrentar y superar sus propias tareas, lo que compete efectivamente (y, de nuevo, la arbitrariedad brilla por su ausencia, pues esto no es debido sino a las capacidades subjetivas de la vanguardia y a las necesidades objetivas de la revolución) es cimentar la posición proletaria respecto a la cuestión de género y la emancipación de la mujer, lo que requiere el deslinde de campos con el feminismo como corpus teórico g e n e r a l, algo sobre lo que obviamente tenemos plena consciencia.

La puesta en evidencia de la propia heterogeneidad del feminismo como entidad ideológica y movimiento político, que efectivamente sí se ha hecho (y en base a las exigencias de la dialéctica materialista) responde a dos motivos. Primeramente, porque sin comprender la unidad dialéctica entre lo universal y lo particular (luego me detendré en ello) no es posible lograr la apropiación teórica de tales fenómenos, ni por supuesto se está en disposición de desplegar una praxis transformadora que los supere definitivamente. Y en segundo, hilando con el párrafo anterior, porque tal proceder se revela como necesidad en función del avance del propio proceso de reconstitución ideológica, a medida que se vaya configurando la línea general de la revolución y se dé paso a la conformación del comunismo en línea política y programa de la revolución; es decir, a medida que la vanguardia marxista-leninista se ha de dotar de las herramientas para ir dando respuesta a cada vez más concretas expresiones de la cuestión de género, a problemáticas que su propio desarrollo político pone al descubierto a la hora de ligarse con sus masas y a medida que las necesidades de elevación del marxismo-leninismo para superar sus propias deficiencias (y a las distintas teorías revisionistas que influyen en el proletariado y con las que este habrá de pugnar, pues son momentos distintos del m i s m o p r o c e s o) en pos de ir solventando tales tareas vaya poniendo en evidencia los límites históricos con los que los revolucionarios precedentes se fueron topando (por lo que en el proceso, evidentemente, la lucha de dos líneas en torno al balance de ciclo se torna en mediación fundamental). ¿Por qué es necesario confrontar y doblenegar al feminismo para profundizar en la elevación del marxismo-leninismo para con una manifestación particular de opresión clasista a medida que se vaya concretizando el avance del comunismo revolucionario? Porque no es posible encontrar ciertas respuestas, o t o d a s las respuestas simplemente (6) atendiendo al devenir de las experiencias de construcción de dictadura del proletariado ya que estas nunca llegaron siquiera a p l a n t e a r s e c i e r t a s p r e g u n t a s, lo cual encuentra su explicación a grandes rasgos si se tiene en cuenta el nivel alcanzado entonces por el saber universal respecto a las diversas problemáticas que suscita la contradicción de género. No entraré a profundizar sobre todo ello porque considero que no es el momento y conllevaría ciertamente el desviar el debate, simplemente llamaré la atención sobre algunas cuestiones tales como la transexualidad, la intersexualidad, la construcción de roles de género en función de marcos socio-históricos determinados, la homosexualidad (que sí recibió atención durante las experiencias revolucionarias, pero para ser mayoritariamente denostada, por lo que evidentemente no se formularon las preguntas correctas, para seguir con la metáfora ), la construcción del deseo y las dinámicas sexo-afectivas, la profundización en la destrucción de las instituciones familiares, algo que está en la propia base del marxismo prácticamente desde su constitución y sobre lo cual las experiencias proletarias sí que tienen mucho que aportar pero precisamente para ahondar en su e s t a n c a m i e n t o, la jerarquización social en función de la expresión particular (patriarcal) de las relaciones sociales clasistas, las por desgracia múltiples expresiones de la violencia implícita y explícita que sufre la mujer o el paradigma biologicista en la dicotomía hombre-mujer, y un largo etcétera. Si no se parte de las limitaciones históricas que el marxismo arrastra, el próximo ciclo revolucionario estará atravesado por las mismas deficiencias, esta vez no como tragedia, sino como farsa. Por supuesto, todo ello no implica el rechazo al propio marxismo y a las bases fundamentales que fueron trazadas ya en el propio ciclo de octubre para abordar la cuestión de género y la opresión de la mujer, sino que lo p r e s u p o n e. El marxismo y la praxis histórica de las revoluciones proletarias reflejan sin lugar a dudas las cotas más altas que la humanidad ha alcanzado en pos de la superación de toda opresión, y esto es una máxima fundamental que sirve, a su vez, para delimitar claramente los campos en disputa. Sin el reconocimiento, con todas sus consecuencias y no de palabra, de la necesidad de partir de la cosmovisión proletaria y de la praxis social legada por nuestra clase, el avance hacia la emancipación universal se encontrará en un callejón sin salida. Y precisamente, la consecuencia fundamental de partir de este reconocimiento es entender, a su vez, las limitaciones p r o p i a s del marxismo, a nivel histórico, en este campo (como en tantos otros; “curioso” de nuevo que solo en esta parcela se enciendan las alarmas), lo que no significa que ello pase por defender algo así como que el marxismo directamente obvió el tema y no dijo absolutamente nada, como algunos oportunistas han hecho pasar por nuestras posiciones.

En definitiva, se pretende ni más ni menos que el deslinde de campos y la agitación y propaganda que desarrolla la LR contra el feminismo acerca de la cuestión de género (7) se halle en plena consonancia con la cosmovisión proletaria; ni abordar ya (y “porque sí”) el feminismo, ni tratar cada expresión particular del feminismo (también “porque sí”) por encima u obviando el balance de ciclo y el plan de reconstitución. Por consiguiente, todo el desarrollo que realizas sobre la falsedad ya comentada cae, en tanto que acusación, por su propio peso, siendo además en esencia plenamente compartido por nosotros. Pero sí que conviene hacer varias puntualizaciones acerca de ello.

Vuelvo a citar: “Es por ello que los documentos de la LR se limitan a criticar al feminismo institucional: porque es la forma más coherente del mismo (…)” De aquí es de donde se desprende un error capital de los documentos hasta ahora públicos de la Línea de Reconstitución en materia de crítica al feminismo, al que le subyace una limitación dialéctica importante que señalaba antes y que paradójicamente se contradice con lo que expones justo unas líneas más arriba: la necesidad de criticar al feminismo en general. Al igualar feminismo “en general” con feminismo institucional se aprecia una incomprensión de la relación dialéctica universalidad-particularidad, pues la crítica general a una teoría en su generalidad (valga la redundancia) pasa por abordad sus preceptos que la dotan de sustantividad como universal-concreto, como abstracción que va deviniendo concreta; no por hacer pasar una expresión particular por la universalidad en sí misma. Se obvia pues, lo universal en lo particular y lo particular en lo universal, pues son dos momentos contradictorios indisociables El feminismo institucional, aun asumiendo que es la deriva lógica como todo movimiento desprovisto de sujeto autoconsciente que vincule y desarrolle una praxis revolucionaria, es una expresión p a r t i c u l a r del feminismo, no su ser u n i v e r s a l. De igual forma que el marxismo no puede limitarse a ver en la unicidad su determinación en tanto que fenómeno exclusivamente aislado (8), sino que es capaz de comprender lo particular como expresión concreta de la totalidad que lo determina, la universalidad del fenómeno no puede ser reducida a una expresión particular determinada, así como una totalidad dada no es la mera yuxtaposición formal de cada particularidad que la compone. Universalidad y particularidad son dos aspectos contradictorios en unidad que se encuentran en todo fenómeno de lo real, son dos momentos inconcebibles el uno externo del otro: “El error más ordinario de la investigación teórica consiste en tomar por la forma universal de un hecho único, lo que no tiene relación en realidad más que a un curso dado de circunstancias pasajeras” (9)

Aquí se revela una problemática a tener en cuenta: los textos de la LR hasta ahora no critican el feminismo como movimiento en su universalidad(10), para lo cual es imprescindible, por cierto, atender a sus contradicciones internas particulares (lo que no implica su tratamiento “en profundidad”, sino su toma en cuenta en tanto que no existe su ser universal extrínseco a ellas), sino que hace pasar a una expresión particular históricamente configurada por la totalidad en sí misma (y esto es un reduccionismo unilateral que implica una desviación metafísica) para ser criticada desde la ideología burguesa, especialmente en “El feminismo que viene”. Lo cual nos llevaría, y siguiendo tu propio razonamiento, a una batalla por la definición de la línea de masas, pero en función de la influencia que ostenta el feminismo liberal en el seno de la VT, cuyas consecuencias detallas tú mismo. Además, ello es ratificado cuando en los textos publicados se equipara en todo momento feminismo “en general” con el feminismo institucional y su necesaria convergencia con las estructuras de poder capitalista (11); es decir, no se explicita que se proceda de tal forma porque el feminismo institucional sea la expresión “más coherente” del mismo, sino que se toma como base el hacer tabla rasa del feminismo en función de su expresión concreta más reaccionaria, cuya crítica, por cierto, sí tendría todo el sentido del mundo (y en según qué contextos, sería necesaria), pero que carece de significación marxista si lo que se pretende es desarrollar la base de los principios proletarios (esa “posición de mínimos” que se dice en el texto) respecto al feminismo como movimiento en su universalidad y, más concretamente, respecto a la cuestión de género. Las simplezas dificultan el deslinde de campos.

Además, ¿cuál es la influencia del feminismo liberal o institucional en el seno de la vanguardia teórica? Es prácticamente inexistente, a no ser, recogiendo lo que tú mismo señalas con relativo acierto, que consideremos al PSOE o a la JSE como integrantes de la propia vanguardia teórica, lo cual no dudo de que @Luhsinn comprenda el absurdo de tal suponer. Es más, este feminismo más descaradamente arribista diría que es de lejos el que menos presencia tiene en el seno de la vanguardia, y son precisamente las feministas (“de clase”, marxistas/socialistas, o radfems) las que han hecho a este blanco de sus ataques. ¿Qué necesidad hay, pues, en tal contexto, de desarrollar la crítica al feminismo de cara a la vanguardia ateniéndonos ú n i c a m e n t e a su forma más liberal? Puesto que nuestras masas se hallan precisamente en el seno de la propia VT y descender a las “amplias y hondas masas” de la clase las cuales se encuentren más posiblemente bajo el influjo de tal tendencia (aunque su base social mayoritaria sea, casi con total seguridad, la pequeña y media burguesía junto con ciertos sectores de la aristocracia obrera y la facción más liberal de la gran burguesía) sería una desviación masista, parece que no tiene sentido que no sea el de banalizar la cuestión. El deslinde de campos y el fortalecimiento del marxismo, que es el aspecto principal en la confrontación del marxismo respecto al resto de teorías que influyen sobre el proletariado y no tanto la ganancia de sectores mecánicamente, se producirá de forma más explícita y útil para el basamento de los principios proletarios respecto a la opresión de la mujer si se contrapone el marxismo-leninismo al feminismo en su generalidad, no tomando una forma concreta de este unilateralmente. Siempre partiendo de la situación concreta: la configuración de la línea general y la necesidad del balance del ciclo de octubre.
Siguiendo con lo que expone @Luhsinn: “La condición de existencia del feminismo y de su hegemonía ideológica (…) es su cristalización efectiva en la vanguardia práctica feminista” Este planteamiento, que es ratificado por el siguiente párrafo de su texto, coloca en la explicación del porqué de la hegemonía que ostenta sin duda el feminismo en el seno de la vanguardia como aspecto principal al propio feminismo (concretamente, a su “movimiento de masas”, como se dice a continuación) por encima del desarrollo objetivo y de las capacidades subjetivas, históricas, del marxismo a causa de la debacle del ciclo de octubre. Con esta tesis, que contradice a otra explicación (correcta, en la que se alude a las “correlaciones de clase”) que ofreció a lo largo del debate, se relega a la vanguardia marxista-leninista a un segundo plano, entendiendo además el desarrollo de las contradicciones de manera metafísica al colocar el factor externo como independiente de lo interno, que no es sino el propio desarrollo del comunismo. Es más, en tal exposición, que sirve como paso a desviaciones posteriores, obvias por completo el factor principal a tener en cuenta a la hora de abordar la pérdida de referencialidad del comunismo en el seno de la vanguardia: el propio comunismo revolucionario. La línea burguesa no conquista su hegemonía, hilando con lo que dice @Luhsinn para pretender justificar sus tesis, por su propia fortaleza en sí misma, por su suspicacia, por sus movimientos de masas (que no caen del cielo) o por una suerte de “conspiraciones” made in USA. No, la línea burguesa se impone s i e m p r e a través de la d e b i l i d a d de la línea proletaria.

Ello da pie a lo que subyace de fondo a lo largo de los siguientes párrafos: la incomprensión de la teoría respecto a la práctica en el curso de las luchas de clase a lo largo del ciclo de octubre, y especialmente tras su debacle. @Luhsinn, partiendo de una tesis correcta (la práctica como el criterio de la verdad para el marxismo) pone unilateralmente, de nuevo, el foco en un aspecto de la contradicción: el movimiento de masas práctico, con sus consecuentes fracciones de vanguardia práctica, que oscilan o que se ven influenciados por las corrientes reformistas; feminismo en este caso. Así, comenta que no es el movimiento de masas espontáneo el que se contagia de la “radicalidad” de los teóricos burgueses, sino que acaban siendo estos los que se ven arrastrados por las dinámicas sociales, y que para la superación de las corrientes reformistas se ha de atender a su consecuente correlato práctico, no al estudio minucioso de cada una de sus expresiones teóricas diferenciadas. Obviedad que, por supuesto, no contradice a ningún planteamiento que hayamos podido realizar. La unilateralidad viene, y esto ya no es que contradiga “nuestros planteamientos”, sino que se opone a la concepción marxista de transformación social, cuando todo este desarrollo resulta un refinado intento teórico de rechazar a p r i o r i la necesidad de atender, por un lado, a las particularidades de las contradicciones sobre las que los fenómenos se articulan (12) y, por otro, del rechazo mecánico de toda aportación teórica que enriquezca al marxismo “proveniente” (13), en este caso, del feminismo.

Así se ratifica esta posición en el texto: “Creer que el estudio concreto de todas y cada una de las formas ideológicas que un movimiento reformista ha generado en su devenir es la clave de su superación supone concederle la categoría de movimiento transformador histórico-subjetivo (sic) tan solo reservada al sujeto revolucionario comunista.” En primer lugar, jamás hemos siquiera dado a entender que el estudio de nada sea en sí mismo “la clave” para la superación de lo que fuere. Hemos puesto de relieve la necesidad objetiva y subjetiva, en función de las tareas de la vanguardia y no como forma de espontaneísmo teórico (esto ya se ha explicado) de que el marxismo proceda al abordaje de formas de saber universal, naturalmente histórico-burgués, que puedan suscitar aportes para su autodesarrollo, que coadyuven al despliegue de la praxis revolucionaria (¡He aquí la clave, y no el mero “estudio”!); ni siquiera de toda forma de expresión teórica o ideológica burguesa en general, sino siempre atendiendo a las necesidades t e ó r i c a s enfocadas hacia la p r á c t i c a concreta que exija el estado general de la lucha de clases. Todo lo cual, para desgracia de los derechistas, no es una invención propia o una forma de plegarse a las inquietudes subjetivistas masistas: “A la posmodernidad no vale con negarla, en el sentido de r e c h a z a r t o d a s l a s c o n c e p c i o n e s indudablemente reaccionarias que ha traído consigo, sino que, como buenos dialécticos, hemos de negar la negación, e i n c o r p o r a r lo que tiene ciertamente de p o s i t i v o (…). Sólo en ese momento estaremos en situación de ganarle la batalla ideológica a la burguesía y revertir su actual hegemonía, lo que, sin duda, será la expresión de la creciente madurez del proletariado como sujeto revolucionario, un índice del avanzado grado de su proceso de reconstitución. (…) Es este sector [la vanguardia teórica] el que elabora las ideas y concepciones que alimentan los movimientos de masas. Este campo lo compone el revisionismo, así como toda una serie de teorías pequeñoburguesas que van del anarquismo al neo-izquierdismo, pasando por todo el espectro de teorías posmodernas radicales. El marxismo debe medir sus armas con este sector, d e r r o t a n d o sus concepciones, pero también i n c o r p o r a n d o lo que en ellas pueda contribuir a su reconstitución ideológica (negación de la negación).” (Alrededor de la ciencia y la praxis revolucionaria; MAI. Subrayado mío). ¿Acaso el MAI está entendiendo aquí que el posmodernismo o el anarquismo son merecedores de “la categoría de movimiento transformador histórico-subjetivo tan solo reservada al sujeto revolucionario comunista”? ¿Pretende el MAI hacer pasar por revolucionario, en el sentido marxista, a todo movimiento de masas postmoderno o anarquista? Evidentemente que no, lo cual nos devuelve al tratamiento unilateral de @Luhsinn que señalaba antes. Teoría y práctica se presentan siempre, inexorablemente, en unidad dialéctica. Atenerse únicamente a un aspecto de la contradicción (el movimiento de masas reformista) obviando las concepciones teóricas y políticas no solo que lo vertebran de hecho, sino de las que su corpus interno limitado en tanto que ideologías parciales son resultado lógico (o su sentido último, como bien señala @Luhsinn en el texto), nos coloca de partida en una posición errada para con las necesidades de desarrollo de la cosmovisión marxista. Otro ejemplo más reciente podría ser el revisionismo avakianista. ¿Acaso este supone, en la práctica, ese “movimiento transformador histórico-subjetivo tan solo reservada al sujeto revolucionario comunista”? ¿Es el RCP-USA la constitución del partido de nuevo tipo leninista? ¿Supone la Nueva Síntesis la sistematización de la táctica-plan comunista para el caso de los EEUU que permite el despliegue consciente de la actividad revolucionaria? Confío en que @Luhsinn entienda que no es así. Entonces, ¿por qué desde el Comité por la Reconstitución se ha editado y publicado recientemente una obra del RCP-USA? Entendemos que es, pese a que el movimiento práctico que este genera no vaya encaminado hacia la revolución proletaria, porque a nivel teórico tiene algo que aportar (14) a un tema que además nos toca de cerca a los comunistas del Estado español.

Para continuar con la exposición de @Luhsinn, al hacer referencia (y que pretende hacer pasar por crítica a nuestras posiciones) a cómo la vanguardia marxista-leninista va ganando a sus masas, concretamente a las que se encuentren bajo influencia directa del feminismo, responde así: “Pues como se ha hecho siempre en la etapa actual de la Reconstitución: no buscando resaltar ‘lo positivo’ del republicanismo o del terrorismo [lo utiliza a modo de analogía], sino probando a estas corrientes como incapaces de satisfacer las necesidades de la Revolución Proletaria (…), lo que lleva a rechazarlas en bloque como alternativa al marxismo-leninismo” Simplemente haré un par de aclaraciones, pues la esencia del planteamiento ya ha sido expuesta más arriba. Entender la posibilidad (mediada por la lucha de dos líneas, no se da por supuesto nada a priori) de que el marxismo pueda y deba autodesarrollarse a través de la asimilación-superación de lo progresista presente en lo viejo (15) no equivale de ninguna manera a “resaltar lo positivo” (tal cual, sin mediación alguna del propio marxismo además) de lo viejo como táctica en la línea de masas. Esto es un absurdo en sí mismo y que tampoco hemos planteado. Por supuesto que, para la ganancia de aquellos sectores de vanguardia influenciados por el feminismo se ha de contraponer este en su totalidad a la cosmovisión marxista; lo que nosotros planteamos, repito, es que ello es imposible si la confrontación con el feminismo se hace desde presupuesto enraizados en la ideología burguesa. Es decir, el marxismo, a través de la lucha de dos líneas, logra adoptar posiciones s u p e r i o r e s a las que ostenta actualmente el feminismo (al contrario de lo que plantean algunos oportunistas que ya directamente confiesan que “no hay que superar al feminismo”), lo que conlleva necesariamente el “rechazo en bloque” de tal corriente. Eso sí, no un rechazo mecánico, sino una superación revolucionaria, como efectivamente el marxismo aporta, siguiendo con la analogía, contra el republicanismo o el terrorismo individual.

Como colofón, @Luhsinn apunta: “aunque digas que no defendéis que la doble negación del feminismo sea una tarea actual de la VT, en la práctica (…) actuáis como si lo fuera, pues entendéis que la condición de la conquista de los miembros de la VT ‘marxista-feminista’ pasa por la lucha contra lo que su corriente ideológica tiene de particular” Empezando por el final, que además da pie directamente a sus explicaciones ulteriores, esto ha sido ya explicado, y a medida que la lucha de dos líneas vaya dando sus frutos (desplegada con sujetos y colectividades honestas) se irá profundizando en la cuestión. Aquí, además, se condesa aquello de que no ha de tomarse lo que uno piensa de sí como su posición política, máxima que vaya por delante, no se pone en duda, pues lo contrario sería destruir el criterio marxista de la verdad: la práctica. ¿Dónde está la trampa? En que @Luhsinn desconoce por completo nuestra actividad práctica, más si cabe teniendo en cuenta que desconocía, parece ser (16), hasta nuestros lineamientos ideológicos fundamentales. Y esto es, por cierto, el recurso calcado del revisionismo “ortodoxo” (y no solo “ortodoxo”) ante la evidente supremacía de la Línea de Reconstitución, no únicamente en el terreno teórico, sino en el práctico, en el político. “¿Dónde está la práctica? ¡No salís a la calle! ¡Teoricistas!” es todo lo que puede aportar el revisionismo, completamente inoperante, que se basa, en ese concreto, en un concepto practicista de la actividad comunista, vaciando la práctica de sus profundas significaciones para el marxismo.

Respecto a las fases ulteriores del desarrollo de la revolución proletaria a la que @Luhsinn aduce, y el modus operandi respecto a la superación de cualquier corriente burguesa por parte del marxismo-leninismo, únicamente haré alguna aclaración. El despliegue de la guerra popular como mediación para barrer todo lo viejo y la creatividad ascendente de las masas no niega la necesidad de que su vanguardia ofrezca respuestas cada vez más concretas a las problemáticas que el desenvolvimiento revolucionario del proletariado (pues estamos ya en la fase militar, donde el Partido Comunista ha sido reconstituido) van revelando como necesidades a tratar. El precepto esencial de que “el partido dirige al fusil” implica no otra cosa que la necesidad de colocar, en todo momento, la consciencia comunista al mando; lo contrario es dar rienda suelta a la espontaneidad, por muy “en auge” en que esta se encuentre. A medida que el avance del comunismo se vaya topando con problemáticas cada vez más concretas que le superan y sobre las cuales el marxismo “ortodoxo” del viejo ciclo tiene poco que aportar, una de dos, o se deja paso a la arbitrariedad y a la reacción (o a su reverso espontaneísta teórico, esto sí, y no del que se nos acusa), o se sistematiza la lucha de dos líneas contra las diversas corrientes todavía necesariamente influyentes en tanto que el marxismo parte de una posición limitada en tales campos, siempre en función de las necesidades que se le vayan planteando al despliegue revolucionario de la vanguardia. Si se quiere dar respuesta a las problemáticas que suscita la contradicción de género d e s d e e l p r o p i o m a r x i s m o sobre las cuales no ha existido profundización apenas, necesariamente hay que atender (en clave de lucha, evidentemente; doblenegación) a las corrientes que históricamente sí lo han abordado para superar, precisamente, sus postulados erróneos de partida en pos del avance del propio marxismo-leninismo. Ello puede hacerse desde el espontaneísmo teórico o esperando a que las respuestas y los desarrollos del marxismo-leninismo caigan del cielo a través de la capacidad creativa de las masas en abstracto (que debe ser que estas se mueven al margen de la ideología y, por lo tanto, de los problemas teóricos), o a través de la acción consciente del organismo prepartidario/Partido Comunista, en función del contexto en el que se desenvuelva la situación. Si simplemente no se quiere dar respuesta a expresiones opresivas particulares, algunas de las cuales mentadas en este escrito, que son desdeñadas por lo más granado de la reacción en el MCE, el cual solo “reconoce” (¡nótese las comillas!, pues nada más lejos de la realidad, en última instancia) la opresión de la mujer, el comunismo jamás alcanzará su materialización en tanto que sociedad l i b r e d e o p r e s i ó n.

Para terminar, haré un brevísimo repaso, a petición expresa de @Luhsinn, de los posicionamientos reaccionarios y efectivamente misóginos que ha enarbolado la LR hasta la fecha. Dada la excesiva extensión del escrito (disculpas por adelantado), me limitaré simplemente a enumerarlas, pero no quepa la menor duda que serán objeto de crítica más seria por las vías que competan.

Si calificamos a “El feminismo que viene” (17) como lo que es, un documento profundamente reaccionario, es por cosas como las que siguen. Dejando a un lado la deficiencia analítica que implica el hacer pasar al feminismo institucional en tanto que particularidad como si del universal-concreto se tratase, que ya ha sido explicado, el texto empieza, literalmente, llamando g o r d a a una representante burguesa, una clarísima expresión de ideología burguesa utilizada para denostar (que no criticar desde las filas proletarias) a la propia burguesía, lo que ya en sí mismo es una vergüenza. Estas burlas, que sobra decir que en nada favorecen el deslinde de campos, son una muestra clara de ideología reaccionaria, no son meras “anécdotas” casuales. Asimismo, a lo largo de todo el escrito se aprecia una confusión de principio entre género y sexo, lo cual conlleva exposiciones confusas y posicionamientos que rozan la hilaridad. No entender la contradicción sexo-género en su significación marxista conlleva en última instancia a redundar en el paradigma biologicista que aborda la comprensión de las categorías hombre-mujer; curiosamente, oponiéndose a las pretensiones del texto (“no lo saben, pero lo hacen”). La interpretación del ascenso del feminismo que realiza el texto es reducida, literalmente, al “apoyo que recibe desde el poder”, quedando la derrota del comunismo completamente en segundo plano, lo que justifica la reducción del feminismo como un “lobby” (que es, por cierto, una muestra de la coincidencia para con la burguesía más reaccionaria) que está presente a lo largo del escrito. Llama la atención también la defensa absurda que realiza el texto del ordenamiento jurídico burgués y de la “igualdad jurídica”; de nuevo, otra muestra más de connivencia con la propia burguesía. Continúa con el “análisis” de la LIVG, abiertamente misógino que realiza, llegando a comparar la violencia que ejerce el hombre (como sujeto opresor) hacia la mujer (como sujeto oprimido) con la violencia que ejerce la mujer hacia el hombre y poco menos que se queja del tratamiento discriminatorio que recibe el hombre. Un auténtico despropósito.
Respecto a la familia, el escrito literalmente circunscribe a esta las “relaciones entre sexos”, lo cuales ya en sí mismo un absurdo (sexo≠género), con lo que le da pie a enarbolar el concepto arcaico y demostrado más que insuficiente de “violencia doméstica” para reducir así t o d a f o r m a específica de opresión que sufre la mujer a la institución familiar. Ni qué decir tiene que estas rebasan con creces los estrechos marcos familiares, los cuales son un producto, una cristalización, de unas relaciones sociales determinadas, y no a la inversa. La familia es una proyección misma de la sociedad, y el ámbito social en el que necesariamente se reproduce la opresión de la mujer no es una mera continuidad de las relaciones domésticas; lo cual invalida el ya de por sí estéril argumento de pretender reducir toda forma de opresión (o toda concretización y expresión particular) al ámbito doméstico. Aquí la coincidencia con el argumentario más retrógrado no deja lugar a duda.

Para seguir, el texto, en su única referencia al desarrollo histórico del feminismo en general, se limita a señalar lo progresista que resultó el movimiento sufragista burgués por el contrario de todos los desarrollos feministas modernos. Sin más. También afirma que el feminismo coadyuva a la fascistización del Estado (¡sic!) por la tendencia corporativista necesariamente presente en el mismo (aunque en el texto hable únicamente del feminismo institucional, esto es extensible al feminismo en tanto que movimiento reformista en su conjunto), como si el fascismo fuese posible reducirlo únicamente a la tendencia hacia el corporativismo, presente necesariamente en toda sociedad bajo el imperialismo. ¿Suena de algo todo esto?

Por supuesto, no falta la negación explícita de la contradicción de género y, por ende, de la opresión de género, algo que ciertos elementos que habían mantenido posiciones centristas no acababan de asumir, pero que el deslinde de campos ha contribuido a que representantes más reaccionarios de la línea derechista lo hayan terminado afirmando con rotundidad, quitándose la careta que se pretendía utilizar para guardar ciertas apariencias.

Más ejemplos los encontramos en “La emancipación de la mujer exige la reconstitución del Partido Comunista”, en el que se afirman cosas como que la homosexualidad “no es la forma más habitual de unión” (literal) como subterfugio para desdeñar abiertamente toda la problemática que suscita, rozando (siendo benevolentes) la homofobia más reaccionaria. También se pinta el panorama respecto a las uniones afectivas en el seno del proletariado bajo unas formas idealizadas hasta la náusea que desprenden moral burguesa (y, por cierto, esencialismo burdo al pretender que el proletario en tanto que tal es capaz de desarrollar relaciones amorosas “ideales” porque se le presupone una capacidad objetiva de superar espontáneamente las determinaciones burguesas de las que parte, pues hablamos de “uniones amorosas” bajo las relaciones sociales del c a p i t a l i s m o), obviando por completo las formas opresivas que se desarrollan en las relaciones sexo-afectivas del proletariado (que no proletarias) y las formas en las que la mujer continúa subsumida al hombre, llegando incluso a afirmar literalmente que “somos [los proletarios] mucho más libres que los burgueses [en el ámbito de las relaciones].” Merecedora de atención resulta el tratamiento absolutamente banal que se hace, por ejemplo, del divorcio, idealizándolo como si de un trámite inocuo se tratase y obviando, de nuevo, cómo en este aspecto concreto cristaliza también la opresión de la mujer. Se afirma literalmente: “Y cuando una pareja no puede convivir, se separa; no necesitamos sacrificar nuestro goce ni practicar el engaño.”
Todo ello encuentra su correlato político, aparte de enarbolar principios reaccionarios como línea política, cuando se ha hecho línea de masas con m a l t r a t a d o r e s a sabiendas de ser sujetos completamente execrables. Estas son algunas muestras de lo que es a todas luces elementos ajenos a la cosmovisión proletaria y procederes misóginos que se han llevado a cabo desde la LR, lo cual debería hacer reflexionar a aquellos camaradas honestos con disposición real para la lucha de dos líneas. Estas son algunas evidencias que han sido desdeñadas bajo el epíteto simplista y mistificador de “espontaneísmo teórico” para mirar hacia otro lado y seguir manteniendo posturas reaccionarias. Siempre es más fácil taparse los ojos, pero la revolución requiere honestidad y firmeza comunistas, no el mantenerse en los lugares comunes de la burguesía. E insisto, no quepa duda que la brevísima exposición que he realizado se profundizará por las vías adecuadas.

Por mi parte, queda zanjado el debate por esta vía, habiéndose expuesto a la perfección ambas líneas en disputa y dejando cierto material disponible para que la vanguardia tenga elementos de juicio, más allá de las clásicas falacias. No voy a prestarme más a este espectáculo vergonzoso, y aclaro que ello no significa la voluntad de cortar la lucha de dos líneas (¡toda una incongruencia, teniendo en cuenta lo expuesto!), sino que esta tomará formas distintas que permitan la discusión real de principios y que supere este tipo de debates que se encuentran viciadas desde el principio, pues con semejante predisposición a la confrontación ideológica no puede haber lucha de dos líneas fructífera.

Ni qué decir tiene que, tanto el camarada @Lucarelli_1917 como yo seguiremos plenamente abiertos a la confrontación y a la rendición de cuentas para con los elementos avanzados y honestos que la requieran, pues las mentiras tienen las piernas muy cortas; “lo saben y a u n a s í lo hacen”.

No basta, efectivamente, con asumir formalmente el plan de reconstitución. Es necesario preservar la coherencia interna de la línea proletaria a través de la lucha de dos líneas contra la ideología burguesa camuflada entre rojos ropajes (bien sea el feminismo, bien sea el revisionismo); es la cosmovisión marxista la que ha de ser garante del proceso de construcción del referente de vanguardia marxista-leninista, y es en esta dirección en la que @Lucarelli_1917 y yo trabajamos. Ni una concesión a la ideología burguesa en el seno de las filas proletarias.

NOTAS:
(1) Traigo a colación las acertadas palabras de Lucarelli_1917 que tanto parecen chirriar; y de forma lógica, pues si bien la Línea de Reconstitución hasta ahora había comprendido a la perfección que no existe unidad comunista que no sea articulada a través de la lucha, la tendencia al organicismo es una constante que se desprende en cada debate con los derechistas, pues estos vienen utilizando la conformación del Comité por la Reconstitución como arma arrojadiza contra los que pretendemos enarbolar la Nueva Orientación como base fundamental de la táctica-plan comunista pero entendemos que sería una irresponsabilidad política y un proceder metafísico acceder a que lo dado nos fagocite sin más, manteniendo las discrepancias con las posiciones reaccionarias que, a petición expresa, más adelante detallaré. Para terceras personas interesadas en el debate, la diatriba gira en torno a lo que sigue: sin profundizar en la lucha de dos líneas y sin superar las limitaciones y posturas heredadas del revisionismo más retrógrado, es impensable la síntesis de dos colectividades políticas hacia un plano superior (en materia de organización se está hablando), pues los vínculos orgánicos y políticos se han de tejer s i e m p r e sobre vínculos ideológicos plenamente construidos precisamente a través de la lucha de dos líneas contra todo lo viejo que se interponga en la cristalización de la organización de vanguardia, en función de las necesidades concretas de esta de cara a la línea de masas. Plantear la organicidad por encima de la ideología implica soslayar el aspecto principal de la contradicción interna del proceso al entender la unidad como momento estanco y con relativo carácter absoluto (en tanto que el momento de lucha queda, en tal proceder, relegado o enturbiado, como es el caso) y la lucha de contrarios como si de un mal en sí mismo se tratase, como si fuese un momento epifenoménico desprendido de la unidad, cuando es en todo caso al revés. Y esto se puede hacer de muchas maneras, pues evidentemente tal razonamiento no se ha expuesto con semejante literalidad (¡solo faltaría!) por los derechistas, pero es lo que se desprende de manera ineludible cuando s i s t e m á t i c a m e n t e se apela a la organicidad dada como argumento descalificativo hacia la voluntad por nuestra parte de construir esa organización en base a la lucha de dos líneas en torno a los principios proletarios, lo cual es, a razón del estado concreto de desarrollo del sujeto revolucionario (Partido Comunista) y de las tareas que de ello se derivan (reconstitución ideológica que vehicule la reconstitución política), el aspecto principal. Todo lo cual no es tampoco un desliz o algo que haya sido mostrado en rara excepción, y ejemplo de ello es cómo en esta misma confrontación se ha aludido. Huelga decir, por si hubiese lugar a duda, que nuestra posición se encuentra en las antípodas de oponernos a la unidad de los comunistas (en el sentido leninista) y tampoco nos estamos manifestando en contra de los pasos que se están dando en pos de la incipiente rearticulación del referente de vanguardia marxista-leninista, al que pretendemos contribuir a través del deslinde de campos; es decir, no desdeñamos en absoluto la cuestión de la organización. Tampoco pretendemos pasar por alto todo el proceso de lucha ideológica que ha desarrollado con anterioridad la LR, pero “no hacer por haber hecho” es una práctica inmovilista que condena al fracaso más estrepitoso cualquier iniciativa revolucionaria. Por el contrario, entendemos que la configuración de la organización revolucionaria ha de darse conciencia al mando mediante, siendo la ideología proletaria el agente aglutinador en torno al cual se desarrollan los vínculos organizativos, y nunca al revés (“uno se divide en dos” frente a “dos hacen uno”). Así se resume a la perfección nuestra posición en palabras del MAI, lo cual nos sirve asimismo para constatar un retroceso importante a nivel ideológico en la LR: “Hemos visto demasiados procesos de unidad y comunicados conjuntos que sólo ponían el acento en lo que había de común entre sus signatarios y que dejaban las diferencias ideológicas, o bien para el tratamiento secreto en reuniones de camarilla, o bien para ser limadas por ese fetiche, la práctica, a la que tanto se apela y de la que tan poco se aprende. Por supuesto, en la mayoría de las ocasiones estos procesos de convergencia han acabado como el rosario de la aurora, fracasando (…) Ello se ha debido tanto a las concepciones de fondo revisionistas que guían a la mayoría de los grupos que apuestan por la unidad comunista como vía de constitución del Partido, como al estilo de trabajo que esta concepción, más preocupada por el acuerdo liberal, impone, donde la ideología es entendida como un producto de mercadeo más, y no como la p r e m i s a f u n d a m e n t a l del proyecto revolucionario proletario.(…) La teoría revolucionaria no es un escollo incómodo que nos impide la unidad práctica, sino que es la clave de bóveda del edificio revolucionario. (…) que un solo comunista se interese por estos debates y quiera desarrollarlos vale, en las actuales circunstancias por las que atraviesa nuestro movimiento, más que cientos de comunicados conjuntos de grupúsculos diversos o que docenas de abortados procesos de unidad. Es por ello que el tratamiento abierto, serio y fundamentado, de las diferencias de fondo es tan importante en el actual momento y es la línea de actuación, totalmente opuesta a la que ha establecido el revisionismo, por la que apostamos.” Alrededor de la ciencia y la praxis revolucionaria; MAI. Subrayado mío.

(2) “Centristas” o “conciliadores”, por ejemplo, son conceptos que han ido recientemente pululando por estos lares para descalificarnos. Todo, dicho sea de paso, con una cobardía y un infantilismo increíbles, a través de “pullas” e indirectas y, por supuesto, evitando la confrontación directa y honesta, ofreciendo un espectáculo bochornoso, al que hace tiempo que no nos prestábamos; pero dado el alcance de esta reciente polémica, hemos creído necesario incidir. En primer lugar, “centristas” (el término de moda) implica para el marxismo un modus operandi que oscila entre dos tendencias determinadas, que pretende mantenerse en terreno no farragoso en materia de confrontación y que implica la connivencia para con posiciones de partida enfrentadas; en última instancia, se adopta una posición relativamente pasiva. ¡Todo lo contrario a lo que hemos mantenido públicamente hasta la fecha! La significación del centrismo radica en pretender una adaptación (en palabras de Stalin), según el viento que sople, entre dos tendencias en pugna, beber de tal o cual postura destruyendo la c o h e r e n c i a i n t e r n a de la misma y mantener una posición, ora cómoda, ora “ventajosa” políticamente (en el sentido peyorativo) que redunde en un proceder vacilante. ¿Qué es lo que hemos planteado hasta ahora? La lucha activa, abierta y sin medias tintas, para superar desde la propia c o n c e p c i ó n m a r x i s t a del mundo, de la que sin vacilación se parte, lo que precisamente atenta contra su coherencia interna, contra su ensamblaje ideológico universal; en el caso concreto que nos ocupa, contra las desviaciones reaccionarias del derechismo en materia de cuestión de género y contra el feminismo. Todo lo contrario a lo que pretenden atribuirnos, vaya. Además, el centrismo es siempre un concepto relativo, pues efectivamente siempre acaba por redundar en favor de tal o cual tendencia, no se desenvuelve como ente autónomo.
Respecto a la acusación de “conciliadores” (con el feminismo), a lo largo del escrito se abordará y se demostrará que, lejos de hallarse en nosotros la voluntad explícita o la consecuencia necesaria de nuestra línea de tejer una “conjura feminista”, es el derechismo quien concilia y comparte marco conceptual de fondo (pues no es mera apariencia o coincidencia terminológica fortuita) con las fracciones más atrasadas del MCE y con la burguesía más retrógrada y machista.

(3)Véase, por ejemplo: “Aunque no soy sino un sombrío asceta, la llamada ‘nueva vida sexual’ de los jóvenes y algunas veces de los viejos, me parece a menudo puramente burguesa, una prolongación de los burdeles burgueses. (…)Tienes que ser consciente de la famosa teoría de que en la sociedad comunista, la satisfacción de los deseos sexuales, del amor, será tan simple y poco importante como beber un vaso de agua [En referencia al amor libre]. Esta teoría del vaso de agua ha vuelto locos, bastante locos, a nuestros jóvenes. (…)Desde luego, la sed debe satisfacerse. Pero, ¿es que un hombre normal en circunstancias normales bebe de los charcos en vez del arroyo, o bebe de un vaso con el borde grasiento de muchos labios? [Sí, compara la forma de interacción afectivo-sexual de un hombre no basada en la monogamia con “beber de un charco” o, en última instancia, a la mujer que tiene o ha tenido múltiples relaciones con el “charco” o el “vaso grasiento” mismo] No obstante, el aspecto social es el más importante de todos. Beber agua es por supuesto una cosa individual, pero en el amor están implicadas dos vidas y surge una tercera, una nueva vida; es lo que le da su interés social, lo que genera un deber hacia la comunidad [la crianza como proyección necesaria de la esfera sexual, tesis prácticamente calcada de la tradición burguesa-cristiana]. (…) Y no apostaría yo por la responsabilidad, la fortaleza en la lucha de esas mujeres que confunden sus romancea personales con la política. Ni por los hombres que corren detrás de cada falda y se enredan con cualquier jovencita.” Recuerdos sobre Lenin; C. Eissner.

(4) https://twitter.com/Bildung1941/status/824635301024952321 y siguientes.

(5)Aquí sí que cabría autocrítica por nuestra parte, porque hasta ahora no se había expresado públicamente nuestra posición con detalle, dando muy posiblemente pie a confusiones en tanto que no se explicita la dialéctica línea general-línea política-programa. A medida que se vaya profundizando en la lucha de dos líneas, esto será detallado por los medios que tal empresa requiera. Asumimos totalmente nuestra parte de culpa y será tenido muy en cuenta para futuras exposiciones.

(6)No se pierda de vista ese “simplemente”, pues no estoy negando en ningún momento la necesidad inexorable del balance en torno a la experiencia legada por el ciclo de octubre (de hecho, lo afirmo categóricamente unas líneas más arriba) que ha de ser el punto de partida en torno al cual se vaya articulando la reconstitución ideológica; sino que es necesario prevenirnos de una concepción unilateral de este.

(7)Agitación y propaganda que, dicho sea de paso, no fue iniciada por nosotros. No fue, como los oportunistas han intentado hacer pasar alguna vez, por inquietud subjetivista o por apetencias individuales nuestras el pretender incidir en esta problemática, sino que fue a razón de un procedimiento erróneo ya iniciado con anterioridad. Nuestra crítica es, pues, perfectamente justa y debería ser entendible tal cual la hemos ido exponiendo.

(8)Sencillamente porque tal cosa no existe, pues lo contrario implicaría la existencia de la idealidad divina “materializada”, devenida en materia en tanto que se le presupone una existencia objetiva, pues nada sino cualquier transmutación del concepto “Dios” puede desarrollarse o existir siquiera completamente abstraído de cualquier otro fenómeno, lo cual únicamente tiene lugar en las ideas clericales.

(9)”La dialéctica de lo abstracto a lo concreto en El Capital de Marx”, E. ilyenkov. Es, a propósito, una buena obra para comprender la problemática que suscita traer a colación estas palabras del filósofo soviético.

(10)Lo que no quiere decir que los preceptos básicos que están presentes, por ejemplo en “La emancipación de la mujer y la revolución proletaria” (PCREE) acerca de la opresión de la mujer, que no son sino los propios del marxismo, se encuentren equivocados. De nuevo, no proponemos “tirar a la basura” toda palabra que ha pronunciado hasta la fecha la Línea de Reconstitución sobre el tema, sino poner al descubierto sus puntos flacos y sus desviaciones para coadyuvar en su fortalecimiento a través de la lucha de dos líneas en la superación de las limitaciones burguesas reaccionarias.

(11)Convergencia que es, bajo tal o cual forma concreta de expresión, el sentido último de toda corriente feminista en tanto que no coadyuvan a la constitución del proletariado en sujeto autoconsciente, en tanto que se encuentran de partida impedidas para la profundización en el despliegue de la consciencia para sí proletaria al ser en esencia movimientos ideológicos y políticos parcializadores de la realidad, en el que el sujeto revolucionario queda sublimado en un mar de opresiones autónomas ligadas, en el mejor de los casos, como sistemas de opresión erigidos en paralelo. Este sería un buen esbozo para una crítica al feminismo como universalidad dada, que no se comprende si para explicarlo se recurre al proceder concreto del feminismo institucional y a su basamento “ideológico” como formas contradictorias particulares erigidas en totalidad.

(12) “Muchos camaradas, especialmente los d o g m á t i c o s, todavía no comprenden claramente la particularidad de la contradicción. No entienden que es precisamente en la particularidad de la contradicción donde reside la universalidad de la contradicción. Tampoco comprenden cuán importante es, para dirigir el curso de la p r á c t i c a r e v o l u c i o n a r i a, el estudio de la particularidad de la contradicción en las cosas concretas que tenemos ante nosotros. Es necesario, entonces, estudiar con detenimiento la particularidad de la contradicción y dedicar suficiente espacio a explicarla (…) si no se comprende la universalidad de la contradicción, no hay manera de descubrir la causa universal o base universal del movimiento o desarrollo de las cosas; pero, si no se estudia la particularidad de la contradicción, no hay manera de determinar la esencia particular que diferencia a una cosa de las demás, ni de descubrir la causa particular o base particular del movimiento o desarrollo de cada cosa.” Sobre la contradicción; Mao Tse-tung (subrayado mío). De nuevo, universalidad y particularidad son completamente inconcebibles como momentos separados o desligados.

(13) Lo entrecomillo porque el marxismo no se limita a recoger aportes que provengan directamente de las corrientes burguesas con las que necesariamente confronta, sino que para cualquier asimilación es imprescindible la s u p e r a c i ó n de la línea burguesa con la que se pugne; los aportes son transformados, elevados, a partir de una reelaboración crítica en base a la lucha de dos líneas. Todo ello haciendo referencia a las corrientes burguesas que tengan algo que aportar, pues, contrariamente a lo que el derechismo ha intentado hacer pasar por nuestra postura en alguna ocasión, no es posible sostener a p r i o r i que de t o d a pugna con lo viejo el marxismo extraiga aportes (sin obviar el fortalecimiento del propio marxismo a través de la derrota política e ideológica de lo viejo) como tal, lo cual es un sinsentido metafísico. ¿Qué aportes ideológicos son posibles encontrar, por ejemplo, en el fascismo o en las doctrinas religiosas?

(14) Podrá ser traído a debate la idoneidad o prioridad de dicha edición y publicación, su competencia actual teniendo en cuenta que versa sobre un tema del que la Línea de Reconstitución lleva largo tiempo haciendo desarrollo; o la crítica completamente pasajera que se realiza al revisionismo avakianista en la introducción al propio texto. Pero lo que no debería ser puesto en duda es que esa producción teórica proveniente, en este caso, del revisionismo, tiene efectivamente algo que aportar a nivel ideológico. Y todo ello redunda en la arbitrariedad que subyace en cada juicio de los derechistas respecto a la posición comunista a consecuencia de las corrientes ajenas a la cosmovisión proletaria, siendo el feminismo el que levanta ampollas, no de forma casual.

(15) Ello lo hilo con lo que más adelante comenta @Luhsinn sobre la “conservación” en la negación de la negación y el fortalecimiento del marxismo. No me extenderé más porque mi postura (que no es sino la del propio marxismo) se recoge detallada con anterioridad aquí: https://twitter.com/Bildung1941/status/818943163045965824, así como queda reflejada en las posiciones del MAI traídas a colación y, por supuesto, las de la Nueva Orientación que han sido expuestas en otras ocasiones, como en el texto que acabo de referenciar. Para complementar: “Negar, en dialéctica, no es simplemente decir que no, o declarar que una cosa no existe, o d e s t r u i r l a de un modo cualquiera (…) Yo debo, no solo negar, sino también s u p e r a r (aufheben) [el verdadero sentido marxista del término, y no únicamente “suprimir”] de nuevo la negación.” Anti-Dühring; F. Engels, subrayado mío. Y aquí está la clave, aquí es donde ha de ponerse el acento: en la superación devenida en la lucha, y no en el momento de “conservación”, como algunos oportunistas han pretendido también atribuirnos, pues esta no es sino un momento concreto del propio salto cualitativo. Si este no se produce, es decir, si no se supera lo viejo, no hay “conservación” que valga.

(16)Otorgando cierto beneficio de duda, queremos pensar que no absolutamente todo es fruto de una intención preconcebida para deformar por completo nuestras posiciones y enturbiar la lucha de dos líneas, sino que efectivamente había cuestiones que simplemente desconocía, ante lo cual no le culpo ni lo digo con segundas o malas intenciones por mi parte, por supuesto.

(17)Un texto presentado ante la vanguardia como “línea política”; no es baladí la cuestión.

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