naufragos1

Heilner · @naufragos1

12th Mar 2015 from TwitLonger

Cuba y la Unión Soviética. Parte II


Cuba y la Unión Soviética. (Parte II)

Década de los años 70-80.

Decíamos que la Revolución al final de la década de los 60 se encontraba en un punto muerto.

En la década de los 70, se va a caracterizar una mayor influencia soviética basada en la planificación central y el desarrollo, asignación y un uso adecuado del capital y la tecnología. Hay mayores incentivos materiales y menor énfasis en el azúcar.

Tras no alcanzar el objetivo de las 10 millones de toneladas de azúcar, la Revolución se hallaba en una encrucijada al no poder haber quebrado el marco del subdesarrollo y la dependencia. En el contexto exterior, los permanentes intentos de fomentar los movimientos revolucionarios se vieron destruidos a causa de la eliminación o desaparición parcial de la mayoría de los grupos guerrilleros del continente.

Se optó por modificar las estructuras económicas y políticas para adaptarlas a las nuevas restricciones internas y externas.

Los planes de la Revolución no acababan de salir y arrancar. La dependencia de la URSS aumentaba cada vez más y esto a su vez provocaba que los miembros del gobierno cubano no pudieran ser tan tajantes y marcar tanto las distancias con los soviéticos.

En el orden interno las instituciones políticas y económicas de Cuba se equipararon a las de la URSS. Se reestructuraron las empresas y empezaron a realizarse una más estrecha cooperación en la ayuda soviética y su uso. Cuba se convirtió en un miembro fijo en el mercado común del bloque soviético, el CMEA. Se estableció un nuevo sistema de gestión económica, basado en una mayor responsabilidad financiera, y un flujo de materiales entre las empresas.

Comenzaron a aparecer incentivos materiales para compensar los enormes sacrificios que había realizado el proletariado cubano.

Sin perder de vista la creciente influencia de la Unión Soviética sobre Cuba, Fidel cuidó mucho el hacerles ver a los soviéticos que los cambios en la dinámica interna se debían más a la propia iniciativa de la Revolución, que a su presión.

Desde la URSS, Brezhnev veía este mayor acercamiento como una oportunidad de oro de apuntalar un poco más su importancia sobre la isla, así como disminuir el peligro que suponía Cuba en el proceso de distensión que tenía con EEUU. Por otro lado, se mandaba un mensaje claro a La Habana de que si seguían tensando la cuerda con críticas y salidas de tono no dudarían en apretar las tuercas. La URSS también consiguió que el peso de la economía cubana fuese sostenido por el resto de países equitativamente.

Castro cedió en parte pero marcando y haciendo notar que los cambios no son fruto de la presión de los soviéticos. En efecto, desde los años 60 la mayor prioridad era la necesidad imperiosa de asegurar la supervivencia de la Revolución frente a las agresiones norteamericanas, unido a la tarea de movilizar a los trabajadores cubanos a la misión de romper el atraso económico.

La Revolución cubana no se basaba en la dirección de una vanguardia y con una línea revolucionaria puramente proletaria. El propio Fidel y los dirigentes revolucionarios fueron conscientes de que habría que crear una conciencia de clase ante la ausencia de Partido. De ahí que en los años 60, se asumieran tantas funciones y responsabilidades centradas en los dirigentes. A partir de la fundación en 1965 del PCC, Castro observó que era un momento adecuado para otorgar mayor control y responsabilidades al proletariado y una mayor democratización.

Sólo así se explica lo que decía el Ché en los años 60 acerca de cómo fue el comienzo de la Revolución:

"Nuestra aspiración es que el Partido se convierta en un partido de masas, pero sólo cuando las masas hayan alcanzado el nivel de desarrollo de la vanguardia, esto es, cuando estén educadas para el comunismo."

El gobierno cubano reaccionó ante el absentismo y los bajos niveles de productividad que se producían en verano y en otoño. Para ello se pusieron manos a la obra para atajar la ausencia de confianza entre los trabajadores cubanos. Reuniones de más de 10 horas entre Fidel y miembros del gobierno con los trabajadores de las distintas ciudades y provincias de todo el país. Reuniones que servían para saber de primera mano las quejas, sugerencias y necesidades de los trabajadores.

El proceso de reforma institucional y económica de los años 70 surgió como una consecuencia de una crisis del movimiento obrero. Si durante los 60, el proletariado estaba más sujeto a la jerarquía de mando del gobierno, ahora se les proporcionaba autonomía y control sobre la producción sin restricciones. Se tomó la decisión de conformar un movimiento obrero fuerte y poderoso.

La mayor democratización en el movimiento obrero era una respuesta para dejar las riendas en manos del proletariado. Se sustituía el excesivo papel del Gobierno y se garantizaba una mayor participación en la toma de decisiones. Se pretendía elevar la productividad y mejorar la eficiencia de las fábricas. Era imperiosa la tarea de elevar la producción.

El papel de los sindicatos más que centrarse en defender los sueldos y condiciones de los trabajadores, se orientaban como medios para la guía y dirección de las metas que debía transmitir el poder revolucionario a las clases trabajadoras. Ante esta crisis entre los trabajadores, Fidel era consciente como relató a mediados de los 70:

"Durante los últimos años nuestras organizaciones laborales se habían sentado en el asiento trasero, no por culpa de las propias organizaciones de trabajadores ni de los mismos trabajadores, sino por culpa nuestra, culpa del Partido, culpa del liderazgo político del país."

El mayor avance y responsabilidad que recaían entre los trabajadores iba unido ,en primer lugar, a una mayor libertad a las demandas de las bases y ,en segundo lugar, a un mayor grado de disciplina en el trabajo para subsanar el absentismo.

Se fortalecieron los sindicatos e introdujeron nuevos sistemas de organización laboral. Se incrementaba la productividad concediendo incentivos materiales a los trabajadores y mayor democratización entre la clase a la vez que se exigía un control riguroso del trabajo. No obstante, Fidel era consciente de que el hecho de que hubiesen incentivos materiales supondría un peligro sin el adecuado equilibrio.

"Junto con el incentivo moral, tenemos también que utilizar el incentivo material, sin abusar de ninguno de los dos, porque el primero nos conduciría al idealismo, mientras que el segundo al egoísmo individual. Debemos actuar de forma que los incentivos económicos no se conviertan en la motivación exclusiva de los trabajadores, ni los incentivos morales sirvan para que algunos vivan del trabajo de los demás".

Se puede concluir que los cambios introducidos se vieron más influenciados por las presiones y demandas de las bases de trabajadores que la presión de la URSS.

Se descentralizó la toma de decisiones y la gestión de la economía para hacerla más eficiente y participativa entre los trabajadores. También de esta manera había una mayor visión y comunicación entre las bases y el Partido. La crítica ascendía desde los trabajadores a los miembros del Gobierno.
Al mismo tiempo, el propio Fidel cuidaba las relaciones de poder dentro del Gobierno. Nunca se permitió una base económica en Cuba que propiciara la aparición de élites autónomas. Un ejemplo de ello se manifestaba en las actividades de los militares.

Históricamente tenían un papel de relativa independencia en América Latina. En Cuba, los militares estaban representados dentro del Partido y a la vez se encargaban e involucraban en las tareas civiles, desde la ingeniería de las obras públicas hasta el proporcionar mano de obra no cualificada para actividades agrícolas.

Por tanto, estaban sujetos a disciplina y participación en los planes económicos y su ejecución. Esta es una característica importante, se entrelazaban funciones militares y civiles como también las realizaban Raúl y Fidel.

De esta manera, una vez reestructurada la organización, ya no era necesaria la implicación activa y directa de Fidel en la economía. La mayor autonomía le liberaba para, sin descuidar sus tareas internas, pasar a la ofensiva en el ámbito de la política exterior. Esta fue su principal implicación en los años 70.


Relaciones Internacionales.

Al finalizar la década de los 60, Cuba estaba aislada: acosada por Estados Unidos, enfrentada y con tensiones con la Unión Soviética y con nula presencia y consideración en América Latina.

Durante la década de los 70 se dió una mayor prioridad a poner a Cuba en el mapa. En efecto, al finalizar este período Cuba logró tener un gran prestigio internacional cuya prueba más palpable es que fue escogida como país sede de la VI Conferencia del Movimiento de Países No Alineados en 1979, y se nombró a Fidel como presidente del movimiento por un período de 4 años. Aproximadamente 35 países recibían ayuda militar y civil de Cuba.

La transformación de los países del "Tercer Mundo" en los años 70, hizo que Cuba tuviera una nueva oportunidad en la esfera de acción e influencia en el panorama internacional. Hay tres hechos que ayudan a comprender este cambio:
1) La crisis del petróleo. 2). La guerra de Vietnam. 3). El derrumbe del imperio portugués en África.

Los países productores de petróleo, pertenecientes mayoritariamente al "Tercer Mundo", aprovecharon la primera gran crisis tras la Segunda Guerra Mundial del capitalismo.

La derrota de Estados Unidos en Vietnam a manos del Vietcong reforzó anímicamente las liberaciones de carácter nacionalista del "Tercer Mundo". Se rompía el mito de que Estados Unidos era invencible y como consecuencia de esta derrota, los norteamericanos disminuyeron sus intervenciones en el extranjero.

Y por último, la Revolución de los claveles en Portugal en 1974 conllevaba la desaparición de las últimas colonias europeas en África.

La vuelta de Cuba a la esfera de influencia de la URSS renovó el flujo de petróleo y de bienes de capital desde el bloque del Este, así como la ayuda y entrenamiento militar.

El objetivo de la Revolución era un fortalecimiento y nuevas relaciones con el "Tercer Mundo", éstos a su vez veían en Cuba una fuente de inspiración y modelo que además aportaba y suministraba ayuda.

El intenso papel de Cuba en el exterior se debió al compromiso a todos los niveles de la Revolución con estos países. Miles de voluntarios salieron de la isla en misiones de ayuda médica, educativa, técnica y militar. Se desviaron los recursos internos a la ayuda extranjera. Esto sólo fue posible por el apoyo unánime del pueblo cubano a los objetivos internacionalistas que llevaban en su ADN la Revolución.

Este cambio de enfoque y actitud en las relaciones exteriores respondía a un objetivo más concreto. En los años 60, había intentado Fidel consolidar la Revolución extendiendo su influencia en el extranjero y creando una economía sólida en casa. Durante los 70, la política exterior buscaba conseguir la independencia a través de conexiones y lazos entre las distintas naciones oprimidas que se liberaban del yugo del imperialismo. La estrategia a largo plazo de Castro era forjar una unidad de los países del "Tercer Mundo", también poniendo un ojo en América Latina, para alterar el desequilibrio entre naciones desarrolladas y naciones "subdesarrolladas".

Fidel veía el mundo como una serie de naciones que competían entre sí, organizadas en bloques pero separadas por una división más fundamental en países ricos y pobres. Siempre subrayaba en la importancia de la solidaridad con los explotados de todas las tierras, pero lo más importante era la actitud ante el imperialismo. Adoptar una actitud y perspectiva frente al imperialismo definía al amigo y al enemigo.

Sin perder de vista este aspecto, la mayor participación e implicación del líder cubano servían a un doble objetivo: mejorar la posición de la Revolución en el "Tercer Mundo" y consolidar aun más la Revolución y su carácter dentro de la isla.

La nueva política de Cuba en las relaciones exteriores, durante los 70, fue fruto de una nueva valoración y adaptación al contexto internacional, y no por el resultado de la presión de la URSS.

En primer lugar, Fidel y los dirigentes cubanos siguieron buscando nuevas alianzas en el "Tercer Mundo" a través de misiones militares y programas de ayuda al extranjero cuyo doble propósito era terminar con el aislamiento de Cuba en la esfera internacional y disminuir y reducir su dependencia con la Unión Soviética. Al mismo tiempo, intentaban incrementar su influencia sobre la Unión Soviética, convirtiéndose en un aliado con gran fuera en el "Tercer Mundo". Al hacerlo conseguían menos influencia de la URSS y mayor independencia y autonomía en la política interior y exterior.

Unido a este objetivo, Castro intentaba reiteradamente abrir un diálogo con EEUU para aliviar la presión del embargo. Si el objetivo de Cuba era reducir y liberarse cada vez más de la dependencia de la URSS, sobretodo en materia de provisión de energía y tecnología, esta posibilidad de desarrollarse y romper este cerco pasaba por un cambio de relaciones con Estados Unidos.

Estados Unidos veía en Cuba un peligro importante. Por un lado amenazaba un objetivo principal y claro de extender su esfera de influencia y del capitalismo en el "Tercer Mundo".

Si Cuba deseaba una normalización con EEUU, tendría que renunciar a su política interna y externa. Debía dejar de tener protagonismo en el "Tercer Mundo". Castro por una parte era consciente de la necesidad y ansiedad que provocaba los nocivos efectos del embargo para los cubanos. La relación entre los dos países seguía estando llena de importantes y graves incidentes y altercados tales como secuestros aéreos y marítimos, además de capturas de barcos de pesca cubanos por los cañones estadounidenses. Las distensiones entre EEUU y Cuba comenzaron con un acuerdo sobre los secuestros en 1973, durante la administración Ford, y continuó con unas conversaciones secretas al año siguiente. En 1975, Estados Unidos se unió a la mayoría de los Estados de la OEA para votar a favor del fin de las sanciones a Cuba.

Sin embargo, Fidel no estaba dispuesto a permitir que dichas pretensiones supusieran sacrificar el apoyo y las alianzas con el "Tercer Mundo". Cuando el Movimiento Popular de Liberación de Angola pidió ayuda militar a Cuba en 1975, los dirigentes cubanos enviaron mil soldados para defender Luanda. Con estas acciones, Cuba mostraba a EEUU que no cedería en este punto; al mismo tiempo promovía una conferencia en La Habana para apoyar la independencia de Puerto Rico. Las conversaciones estaban en un punto muerto.

La ayuda cubana a Angola de enviar tropas se tomó sin consultar a la URSS. Los cubanos tenían un estrecho vínculo y contacto con el MPLA desde que el Ché entrenó a las guerrillas congoleñas en 1965. Cuba tenía una especial identificación con Angola por las profundas raíces culturales y raciales en África a través de los descendientes cubanos de los esclavos africanos.

Las recompensas por la ayuda cubana en Angola fueron muy grandes. Por un lado, reafirmaba la fuerza de la Revolución tras los contratiempos en los 60 y al comienzo de los 70. Por otro lado, una fuerte relación económica en el intercambio de recursos naturales y maquinaría. A pesar de la distancia, gran parte de la independencia angoleña fue gracias a la intensa implicación de Fidel en la guerra.

Según Gabriel García Márquez:

"Castro despedía todos los barcos, y antes de cada partida arengaba a los soldados. Él personalmente había escogido a los comandantes de los batallones de fuerzas especiales que partieron en el primer vuelo y los había llevado hasta el pie del avión en su jeep soviético.

No había un solo punto del mapa de Angola que no pudiera identificar ni tampoco ningún rasgo físico que no hubiera memorizado. Su concentración era tan intensa y meticulosa que hablaba de cualquier personaje de Angola como si fuera cubano, y de las ciudades angoleñas, de sus costumbres y sus gentes como si hubiera vivido allí toda su vida.

Castro permanecía hasta 14 horas seguidas en la Sala de operaciones del cuartel general, a veces sin comer ni dormir, como si estuviese en el campo de batalla. Seguía los detalles de cada batalla con alfileres de colores en mapas detallados que cubrían las paredes, y permanecía en constante comunicación con los principales comandantes del MPLA en el campo de batalla, con una diferencia de seis horas."

La liberación de Angola supuso un incremento de valor de Cuba a los ojos de la URSS.

La Unión Soviética intentaba, ahora con Brezhnev, llevar a cabo un cauteloso proceso de aflojamiento de las tensiones con Estados Unidos. Su búsqueda de un mayor acercamiento y entendimiento con Occidente, sin embargo, chocaba con la política de la Revolución y de Fidel de romper las relaciones de saqueo y desequilibrio entre norte y el sur. Para los soviéticos, la política del "Tercer Mundo" sólo era importante en la medida en que afectase al balance de poder entre EEUU y ellos. Para Castro, el tema clave era el problema del subdesarrollo y el imperialismo.

La URSS seguía manteniendo que el triunfo del socialismo a nivel mundial era inevitable porque las contradicciones internas del capitalismo le conducían a su destrucción. La coexistencia pacífica era "un requisito previo de la eventual victoria del socialismo". Castro volvía a insistir continuamente en la importancia de las condiciones subjetivas para la creación de una situación revolucionaria.


Sin duda alguna, Cuba fue capaz de seguir una política exterior independiente en casi todos los aspectos siempre que no chocara frontalmente con la de la URSS. El precio más alto de no poder desligarse de la Unión Soviética de manera plena, fue su alineación internacional con la URSS en la intervención soviética en Afganistán en 1979.

Ese mismo año, en marzo un golpe de Estado en la isla de Granada dio el poder a un aliado de Cuba, Maurice Bishop, y en julio, la dictadura nicaragüense de Anastasio Somoza, fue derrocada por la Revolución Sandinista.

Volviendo a la actuación soviética en Afganistán, el apoyo oficial de Cuba dañó de manera importante el liderazgo de Cuba como referente del "Tercer Mundo". Castro se enfrentaba a una encrucijada. Afganistán había sido uno de los miembros fundadores del Movimiento de Países No Alineados, y al consentir las acciones de la URSS en Afganistán, Cuba tiraba por la borda toda su reputación y estatus de no alineada.

Paralelamente, Cuba no se podía oponer a la acción de la URSS sin hacer peligrar su relación con Moscú.

En el momento de la resolución sobre la condena de la intervención en las Naciones Unidas, Cuba estaba entre los nueve países que apoyaron a la URSS en contra de los 56 que apoyaron la resolución.

Este revés coincidía con nuevos problemas con Estados Unidos. Fidel intentaba alcanzar un entendimiento con Estados Unidos sin condiciones previas ni imposiciones de que abandonara su ayuda e influencia con el "Tercer Mundo". Durante los dos primeros años de la administración Carter se mejoraron un poco las relaciones con los yankees; el resultado un acuerdo para establecer cooperaciones y acuerdos sobre el derecho de pesca.

Al finalizar el mandato de Carter, llega Reagan (entre 1979 y 1981) y rompe los acuerdos y reanuda las tensiones. Reagan exigía que Cuba abandonase su relación con la URSS si quería "normalizar" las relaciones. A la vez que endurecía el embargo aún más sobre Cuba. EEUU pasó a la ofensiva de eliminar toda alianza que pudiese establecer Cuba en América Latina asesinando a Maurice Bishop en Granada. Paralelamente, la CIA financiaba las desestabilizaciones que llevaban a cabo la famosa <<contra>> nicaragüense.

Reply · Report Post