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Débora · @mabaires

21st Feb 2015 from TwitLonger

"Hay que pegarle al chancho para que aparezca el dueño"

Si miramos la actual coyuntura, podemos confirmar que más que un refrán, es el fiel reflejo de lo que está pasando: aparecieron los dueños.
A 40 años del golpe del 76, cuando los juicios por delitos de Lesa Humanidad están empezando a tocar a los actores civiles, la corporación dictatorial, conformada por empresarios, sindicalistas y jueces, se abroquela.
Porque mientras los sentenciados, fueran militares, ellos estaban a salvo. Pataleaban, escribían editoriales... pero estaban tranquilos, disfrutando de cada pedacito de poder que habían cimentado con la sangre de los argentinos.
Compraron jueces y fiscales, para que se demoren los juicios por las apropiaciones de hijos, de empresas privadas o públicas, de campos, de inmuebles... Y por un tiempo, funcionó.
Pero ahora, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, exigió reabrir aquellas causas aberrantes, en las que fiscales y jueces fueron cómplices.
Esos fiscales y jueces nombrados por las juntas militares y vergonzosamente ratificados en sus puestos por la Democracia, habían llegado ahí de la mano de los empresarios o funcionarios amigos de ellos.
Esos empresarios y funcionarios, que necesitan el brazo de la justicia que les avale sus tropelías económicas.
No se pueden desaparecer 30.000 personas, endeudar a un país, robar a sus ciudadanos varias veces, sin la connivencia del Poder Judicial, en ningún lugar del planeta.
La Causa del copamiento al regimiento de La Tablada, y la causa por la masacre del Pabellón 7º de la Cárcel de Villa Devoto, ya no toca a militares solamente, sino a civiles, funcionarios del poder judicial, que han permanecido incólumes a lo largo de esta joven Democracia. Señores dueños de la vida y de la muerte, endiosados en puestos intocables, con privilegios de monarquía, que harán cualquier cosa para no sentarse en el banquillo como cualquier ciudadano común.
Usaron entonces a los "servicios" y los usan ahora. Nunca se fueron.
Impertérrita hasta ahora, con inmundas operaciones, la corporación mediática hace denodados esfuerzos para salvar a sus alfiles, aún a costa de perder sus disfraces ante la sociedad.
Siempre enquistados, unos con los otros, fueron arreando a la ciudadanía, formateando sus opiniones, haciendo que ames al dictador de turno, aún a aquellos que te hambreaban y robaban en democracia.
Los defienden con la pluma por conveniencia, pero también, porque si caen unos, es cuestión de tiempo que la mano de la Justicia llegue a los otros.
Los actores de la Dictadura del 76 están empezando a ser tocados.

Hoy, los verdaderos dueños de la Dictadura, tienen miedo.

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