Soy uno más de las miles de personas que forman CCOO Servicios...


Soy uno más de las miles de personas que forman CCOO Servicios, la Federación de Servicios de las Comisiones Obreras, fruto de la fusión entre la Federación de Comercio, hostelería y juego (FECOHT), y la Federación de Servicios financieros y administrativos (COMFIA). FECOHT había nacido en 1995, COMFIA en 1997. 19 y 17 años más tardes, ambas avanzaron a una nueva realidad común. Lustros en los que miles de personas construyeron sindicato: Con su afiliación, 90.000 a mediados de los 90 hasta llegar a los 200.000 actuales. Con su implicación y trabajo como delegados y delegadas, 12.000 en 1997, 26.000 hoy, gente comprometida con los principios, con las ideas y con las personas, gente que construye a diario las dos principales señas de identidad de las CCOO, que no son otras que eso que hemos llamado sindicalismo de proximidad y la vocación de servicio a las personas, “sindicalismo en el tajo, con la gente y para la gente” por decirlo en palabras llanas.

Soy uno más de las miles de personas que forman CCOO Servicios. Gente de hotelería, restauración, comida rápida, bares o colectividades, sector financiero, compañías de seguros, mutuas y servicios de prevención, cadenas comerciales y de alimentación, pequeños comercios, bingos y casinos, telemarketing, Tics e Ingenierías, Oficinas y Despachos, comercio al por mayor y al por menor, administrativos, de juego… más de 26.000 delegados y delegadas que se han presentado por las listas de CCOO, y que superan en 3.500 al segundo sindicato. Una legitimación en las urnas, en las elecciones sindicales, que se produce a pesar de los errores y carencias de la propia organización, que conviven con sus muchos aciertos y virtudes. Una legitimación que se sustenta ante todo en la confianza que la gente deposita en esas personas, que son la imagen, oidos, voz, pies y manos del sindicato en el tajo y en la calle. Las siglas CCOO siguen y seguirán teniendo fuerza porque están formadas por cientos de miles de rostros, que no se esconden y que miran de frente y por derecho, que miran a los ojos.

Ellos, ellas, son CCOO Servicios. Con mayor o menor dedicación sindical, como es lógico. Y con mayor o menor vinculación con la organización. Pero cabe evaluar que como mínimo 10.000 de esos 26.000 delegados y delegadas trabajan a diario, en muchísimos casos sin horario o más allá del crédito de horas sindicales del que disponen, para poder atender a nada más y nada menos que 4 millones y medio de personas que trabajan en un millón y medio de empresas. 10.000 cuadros sindicales, menos de una quinta parte con crédito horario completo, que con el tiempo que les da la ley y le ceden sus compañeros, además de con su tiempo libre, tiempo de militancia, deben atender a un tercio de las personas ocupadas de este país. Y, además, hacerlo solo con los ingresos que aportan 200.000 personas afiliadas, cada vez más sólo con esos ingresos, pues se ha conseguido generar un halo de criminalidad sobre cualquier otra fuente de ingresos, sean subvenciones públicas (más que justificadas en un país en el que los convenios son de eficacia general), gestión rigurosa de la formación para el empleo (que permite el desarrollo profesional de las personas), acuerdos de financiación de actividad (que permiten invertir las cuotas de afiliación en crear sindicato en otras empresas y sectores) o repercusión del trabajo especializado que se realiza en la negociación de los EREs (en muchos casos en empresas sin afiliados/as).

Soy uno más de las miles de personas que forman CCOO Servicios. Digo y reitero: 200.000 personas cotizantes, que no es poco, 26.000 delegados y delegadas, mucho más que cualquier otro sindicato en estos sectores, en torno a 10.000 con mayor dedicación y militancia, en su horario laboral y en su tiempo libre. Esos son nuestros mimbres para atender a 4 millones y medio de personas, de los que el 95% no están afiliadas, en un millón y medio de empresas atomizadas y dispersas geográficamente. Haber tenido que soportar que se nos etiquete de forma generalizada como responsables de la situación financiera de una de las federaciones, como perceptores de “sobresueldos” en la otra o como un colectivo de derrochadores en ambas es, simplemente, un ejercicio de indecencia, lo realice quien lo realice.

No, no puede estigmatizarse a miles de personas por formar parte de una federación que ha tenido que afrontar un ajuste brutal y brusco de los ingresos extracuota con los que hacía, no se olvide, actividad sindical al servicio de la gente. Ni puede estigmatizarse a otros tantos miles por formar parte de otra federación que, desde su situación de saneamiento financiero, articuló una política de compensaciones para no más de 100 cuadros de Dirección. Ni mucho menos tratar como dinero derrochado el que se invierte en visitar los centros de trabajo y crear sindicato al servicio de la gente. Se podrá tener una opinión legítima sobre los aciertos y los errores de lo que fueron las direcciones de ambas federaciones, y sobre las políticas que hay que correguir, pero lo que no es admisible es ni el linchamiento y juicio que están sufriendo muchos de esos 100 que un diario se ha permitido poner en una lista pública, ni la estigmatización basada en la generalización que tienen que soportar esas 26.000 personas que dan la cara en los centros de trabajo.

Ningún periódico tiene páginas suficientes, por más tiradas que haga, para publicar las auténticas listas, esas que están escondidas, esas que nadie tiene completas. Es la lista de cada una de las personas, de los compañeros y compañeras a quienes, de alguna forma, esa gente de CCOO Servicios ha atendido, escuchado, ayudado o defendido, en tantos y tantos días, meses, años, de compromiso sindical. Hágase una lista con esas personas, porque seguro que salen en torno a dos millones de nombres. Hágase otra lista con quienes han confiado en CCOO con su voto, y tendran más de medio millón. Hágase con las 200.000 personas afiliadas, hágase con las 26.000 personas comprometidas como delegados y delegadas… hágase esas listas para decir quienes somos y lo que hacemos… yo no tengo todos los nombres para hacerla, pero si la capacidad de imaginarlas. Y para que no me cuenten cuentos, porque me han dormido con todos los cuentos y sé todos los cuentos.

Soy uno más de las miles de personas que forman CCOO Servicios. Gente que hace, que nadie lo dude ni se atreva a decir lo contrario, un sindicalismo diferente: Un sindicalismo de corazón, porque creen en lo que hacen y hacen lo que creen, desde un compromiso con las ideas y con las personas. Sindicalismo a pesar de todo, de todo lo que llueva, porque siempre vale la pena hacerlo y porque la gente nos necesita más que nunca. Sindicalismo de verdad, sin postureos ni trucos de magia, llamando al pan pan y al vino vino. Sindicalismo de cerca, en los centros, con las personas, escuchando, atendiendo, gestionando y estando siempre ahí. Sindicalismo activo y reivindicativo, en la calle y en la movilización, para poder hacer también un sindicalismo de propuestas y acuerdos. Sindicalismo sociopolítico y de clase, para defender intereses del conjunto de trabajadores y trabajadoras, y de la sociedad. Sindicalismo construido desde la suma de compromisos individuales con las ideas y con las personas, desde la fuerza de los argumentos, la razón de los principios y el sentimiento de identidad, orgullo y pertenencia a un colectivo llamado CCOO.

Esa es la gente de CCOO Servicios, la gente de las Comisiones Obreras. Gente de la que hablaba Machado, gente que cuando caminan, cabalgan a lomos de mula vieja, que donde hay vino, beben vino y donde no hay, agua fresca, buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan. Con esa gente merece la pena soñar. Por esa gente vale la pena luchar. Ayer, hoy y, sin duda, mañana. He sido, soy y seré uno más de las miles de personas que forman CCOO Servicios.

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