La ley del Caso: ¿modelo legislativo de twitter?


La ley del caso: modelo de la legislación twitera

Pedro Salmerón Sanginés


1.- la moderna aplicación de la ley del caso

¿De verdad creemos que las redes sociales son un espacio abierto a la libertad de expresión y al debate?, ¿son una alternativa al control de la información ejercida por los poderes reales? En realidad, la arbitrariedad de los administradores de twitter me recordó un llamativo evento de nuestra historia: la Ley del Caso.

En 1833 el vicepresidente Valentín Gómez Farías encabezaba un primer intento de reforma liberal, que realizaba tímidos intentos por secularizar la vida nacional, lo que provocó la airada reacción del clero político y sus partidarios. En ese contexto, el 23 de junio de 1833, el presidente de la República, general don Antonio López de Santa Anna dictó un decreto cuyo artículo primero reza:

“El Gobierno hará que inmediatamente se proceda a asegurar, para expeler del territorio de la República por seis años, a los individuos siguientes, y cuantos se encuentren en el mismo caso, sin necesidad de nuevo decreto.”

Aquí seguía una lista de individuos y luego, siete artículos operativos. ¿En el caso de qué?, se preguntaron entonces y nos seguimos preguntando ahora. Misterio. La arbitrariedad pura y dura, sin matices ni disfraz.

Así actúa twitter: sus extrañas reglas las aplica de manera casuística un equipo anónimo o, al menos, difícil de identificar (yo no pude hacerlo). Si alguien decide denunciar a quien sea por violar las referidas reglas, puede hacerlo y quien administra twitter decide unilateralmente aplicar o no las sanciones, es decir, la expulsión de la “república” tuitera.

Así, de pronto se recibe una notificación, acompañada de unilateral suspensión de la cuenta: usted, dicen en correcto inglés, violó esta y aquella regla de twitter. ¿Cuál de ellas?, puede preguntar uno. Misterio, nunca recibirá respuesta, todo lo más, magnánimamente, las autoridades tuiteras repondrán la cuenta, sin advertir de qué o de quién tiene uno que cuidarse. La denuncia anónima sin posibilidad de réplica, tan cara a la Gestapo y a la NKVD, parece privar en twitter, un espacio de debate supuestamente libre,

Como no se dice en que consistió la violación de la regla, ni quien lo acusó a uno de hacerlo, no hay defensa posible.

Ahora bien, es seguro que mi cuenta @salme_villista disgustaba a muchos (para eso fue creada). También sé que gente que me estima considera que desde ella libré batallitas sin sentido contra gente sin importancia. Permítanme diferir. Mi muy largo y sumamente cansado pleito (que no debate: nunca pudo haberlo) con Alfredo Jalife-Rahme me permitió mostrarlo tal cual es. Ahora, todos los indicios que tengo apuntan a que el pleito gratuito que tengo con una seguidora de Jalife, la señora Patricia González García, @TuiteraMx, ha resultado en la unilateral suspensión de mi cuenta en twitter. Y sin embargo, este pleito gratuito y sin sentido, nos permite hoy señalar el carácter antidemocrático y autoritario de esta red social.

Hasta aquí la ley del Caso. Lo que sigue es material apto únicamente para morbosos.

2. Un caso más bien sórdido

Como científico, conozco bien las diferencias entre prueba, indicio y argumento; entre certezas y posibilidades (esa distinción, que exijo a quienes calumnian y acusan a la ligera a personajes públicos, me ha granjeado la enemistad de gente cuyo motor vital parece ser el odio al dirigente visible de cierto partido de izquierda, en el que milito), por lo tanto, debo decir que lo que aquí presento son indicios que señalan a la ciudadana Patricia González García como la instigadora de la censura contra mi persona en las redes sociales.

Patricia González es una de la veintena de enemigos que don Alfredo Jalife-Rahme Barrios me ha echado encima con sus constantes y repetidas calumnias. Doña Patricia respondió a mi primera crítica a Jalife, “Panfletistas judeófobos” (13 de enero de 2013) con un texto en el que quedan bien claras su idea de la política.

Muy probablemente formada en alguna escuela de la vieja izquierda autoritaria, para Patricia González la crítica a un dirigente o una personalidad “valiosa” es necesariamente divisionista, destructora de “las estructuras y los cimientos”; y pagada o encargada. Para ella, parece que la crítica forma parte de una conspiración contra la izquierda. Esos procesos de pensamiento la hacen afirmar que cuando expreso mi personal opinión, pretendo erigirme en no sé qué supremo poder censor. Poder que no tengo ni quiero tener.

Ese escrito de Patricia González y sus muchos twitts en mi contra no dejan lugar a duda: ella, como otros, está convencida de que alguien me paga o alguien me ha encargado destruir a Morena. Lo entiendo: al no poder refutar las pruebas que doy de su racismo y sus llamados al odio, Alfredo Jalife-Rahme ha hecho ingentes esfuerzos para convencer a sus seguidores que soy un infiltrado y es lógico que, confiando en la autoridad que le da su radicalismo verbal, haya gente bien intencionada que lo crea. De hecho, en el texto de la señora González, lo asienta: “¿qué hay detrás de los ataques de Salmerón hacia la gente de la izquierda, específicamente a la de Morena? Dice Alfredo Jalife que es línea”.

Ahora, si me lo permiten, los indicios:

En agosto de 2014 alguien se introdujo a mis cuentas de correo y redes sociales. Quien lo hizo trató de perjudicarme gravemente enviando correos y mensajes privados míos, fuera de contexto, a gente a la que quiero y respeto. Con ello, intentaba destruir relaciones de mi entorno personal. A raíz de ese acto, de una vileza que roza lo criminal, cerré durante unas semanas mis cuentas de twitter y Facebook –incluso dije que no las volvería a abrir, pero recapacité-. Estos son hechos de los que puedo presentar pruebas y testigos.

¿Quién lo hizo? Mis amigos que saben de computación y que me resolvieron el problema, no pudieron averiguarlo fehacientemente, pero un poderoso indicio apunta hacia Patricia González García. ¿Cuál?

Un servidor de ustedes había generado una cuenta de twitter (llamémosla @Fulana) desde que inició la guerra de lodo de Alfredo Jalife. @Fulana repetía, retuiteaba y alentaba las campañas de linchamiento del señor Jalife, de tal modo que se hizo “amiga” de la veintena de jalifans más recalcitrantes. Muy particularmente, @Fulana y @TuiteraMx intercambiaron información privilegiada por mensaje directo y eran grandes amigas. Esto también es un hecho y también puedo probarlo.

Pues bien: al día siguiente del hackeo de mis cuentas, @TuiteraMx denunció que @Fulana era en realidad, un servidor de ustedes. ¿Cómo lo supo?, no lo sé, pero lo supo. Y durante varias semanas el mismo señor Jalife lo dudó, y preguntaba a @Fulana si eso era cierto. Durante varios meses también dudaron los golpeadores favoritos de Jalife, como @AntonioDegante y @ReporteRetes, e incluso, sus aliados abiertamente fascistas como @MarioFLopez. De todos ellos, únicamente @TuiteraMx sabía a ciencia cierta que la cuenta @Fulana era manejada por un servidor. Me consta que así fue. ¿Es eso una prueba incontrovertible de que doña Patricia González sea la responsable del hackeo de mi cuenta? No, no lo es. No es prueba, pero es un poderoso indicio.

3. Agentes del mossad

Si yo creyera que soy tan importante como suponen enemigos, jugaría con la casualidad: justamente el día que publiqué “La cuestión Palestina” (http://www.jornada.unam.mx/2015/01/27/opinion/016a1pol), me suspendieron la cuenta de twitter. Pero conozco mi propia medida y sé que no se debió a eso: no fueron los agentes del mossad, ni el cisen ni nada parecido. En fin, apelé y la reactivaron, justo para que la desactivaran un día después. En ese proceso, aparecieron nuevos indicios: la primera de mis enemigas que comentó y festinó mi suspensión, fue justamente la señora González. Es un indicio débil. Más importantes son los que siguen.

Decidí experimentar: utilicé una vieja cuenta alterna bastante inocente (sólo tuiteaba versos de Quevedo) para denunciar a doña Patricia y a su mentor Jalife-Rahme. Resultado: la cuenta @elbuenreyhenry fue desactivada por los administradores de twitter con el mismo argumento que dieron para desactivar a @salme_villista: un tercero había denunciado “acoso”. Solo podían ser la señora González o el señor Jalife. Reactivé otra cuenta y la llamé @BajoCensura, desde la cual señalé únicamente a la señora González. A las doce horas estaba fuera de combate por idéntica razón. ¿Pruebas? No, indicios, pero ya van siendo muchos, me parece.

Posdata: en twitter se censura y se aplican las reglas de manera autoritaria. Pero seguiré, de igual modo que apuesto por la vía pacífica, a pesar del régimen. Pásele a mi nueva cuenta, para demostrar que la intolerancia estalinista nos hace lo que el viento a Juárez:

@PASalmeron

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