Por qué Voto en Blanco

Los últimos 8 años vengo ejerciendo mi derecho y deber de elegir votando en blanco. Después de Carlos Gaviria, un ciudadano coherente política y culturalmente, he visto pocos dentro de los candidatos a las distintas dignidades que se merezcan el voto.

Los argumentos que me han llevado a dicho gesto democrático siguen siendo los mismos aunque se han ido fortaleciendo a medida que se da razón a lo fundamental:
• La estructura democrática que tiene Colombia está enferma de corrupción y equívocos conceptos de hacer política. La quieren reducir al ejercicio de los votos que legitimen las atrocidades cometidas y por cometer por los distintos actores que han pasado por el Poder sin asumir responsabilidad alguna.
• Los partidos políticos como orientadores de doctrinas con valores éticos y políticos que defiendan la democracia participativa no existen en el país. Ninguno se salva de graves pecados éticos y políticos.
• Para nadie es un secreto el nefasto papel que han jugado los medios masivos de comunicación respondiendo a los intereses del mercado (sus propietarios) y no a los de una democracia informada y crítica. Están al servicio del Poder. En estas elecciones, por ejemplo, quieren reducir la discusión del voto que elige a quién administrará nuestros destinos (familias, derechos, presente y futuro), a la simple diferencia entre un señor que quiere la paz y otro que no. Como si los conflictos nacionales se redujeran al conflicto armado colombiano. Y la Habana representara el cese de violaciones a los derechos humanos y se dejara de violar el derecho internacional humanitario.

Es el análisis más descontextualizado que se pueda tener de la realidad del momento colombiano. No se puede negar que el acuerdo que se logre en La Habana bajaría la tensión militarista (sin contar que otros actores en su dinámica necesitan de las acciones militares), y que tal vez permitiría espacios más amables para discutir… ¿Ahí sí, los conflictos de los colombianos?...

La paz se construye aprendiendo a tramitar pacificamente los conflictos. En Colombia son muchos y de muy diversas índoles. Ninguno de los dos candidatos ha planteado de manera seria revisar el modelo económico existente, conflicto fundamental a resolver y que determina las leyes que, hoy por hoy, sólo mantienen un statu quo inepto para la democracia e injusto para la participación ciudadana. Ninguno de los dos propone corregir la política que permite acabar con nuestras semillas y sí el ingreso de transgénicos; eso hace parte del modelo. Los dos candidatos seguirán con la idea de vender el territorio y sus riquezas sin importarles que sea la soberanía lo que están dejando por el camino. Ninguno de los dos candidatos tiene dolor por lo que pasa con el río Magdalena, que lejos de verlo como ser vivo sólo lo entienden como recurso para sacar las riquezas no renovables del país; ni siquiera tienen visión de futuro por más que el planeta clame por el calentamiento y sus consecuencias; eso también hace parte del modelo. Ninguno de los dos candidatos ha dicho que defenderá los derechos violados a los afectados por las represas y proyectos hidroeléctricos que quieren sembrar por todo el país en detrimento del patrimonio material e inmaterial de todos los colombianos. Ninguno de los dos candidatos resolverá de manera digna y con enfoque de derecho ese conflicto. Los dos candidatos seguirán protegiendo el aparato policial y militar que tanto le cuesta al país en detrimento de la educación y cultura de los colombianos (solo hablemos de la cultura democrática), y que ahora sirve para reprimir la movilización social. Cuando se firme en la Habana solo se habrá cerrado el capítulo armado de un conflicto y solo con uno de los actores armados y no con todos; tal vez quede abierto al público internacional un viejo conflicto nuestro que no ha encontrado solución que es la inequidad, la miseria, el desprecio por la infancia. Ninguno de los dos candidatos ha siquiera defendido por qué debe seguir siendo este el modelo económico a sufrir; modelo de tratados de libre comercio con países poderosos que ponen a los habitantes más vulnerables en la demoledora miseria que ninguno de los dos grupos que los candidatos representan ha querido superar. Ninguno de los candidatos habla seriamente de cambios estructurales.

Colombia necesita propuestas que asuman, por ejemplo, un Sistema de Zonas Protegidas que soporten el agua como bien público. Candidatos que cumplan la ley; como la de Zonas de Reserva Campesina. Candidatos que propongan que no se otorgue ni una licencia más de exploración o explotación de recursos naturales hasta que existan garantías a los derechos soberanos de todos los colombianos sobre esos bienes. Ninguno de estos candidatos propone esto. Ninguno de los dos tiene enfoque de derechos, ni tradición de acatarlos.

Creo firmemente que la paz se construye incluso desde los muertos que ya se han ofrendado, no con un papel rubricado entre dos ejércitos. La paz se construye aprendiendo a resolver nuestros conflictos de otra forma y la estructura del sistema democrático que vivimos en Colombia se basa en la corrupción y las armas. Hay que sacudirla. Debemos volver al Constituyente Primario, el informado y consciente de su poder ciudadano.

Cuando se dieron las elecciones parlamentarias, también voté en blanco porque la convicción es la misma; es necesario sacudir la estructura para sanearla, es la única manera de alcanzar la solución pacífica de los conflictos. Esto no lo ha querido asumir tampoco la izquierda acomodada en sus pocos escaños en el Congreso y su ejercicio de “oposición” frente al Poder establecido. Debemos romper los paradigmas donde lo desconocido es peligroso, mientras lo conocido es lo mejor.

Ninguno de los candidatos encarna solución a las necesidades estructurales del país; ni aseguran la paz que la democracia colombiana se merece; debemos buscar y proponer otras salidas a los conflictos, aquellos que la misma Constitución esboza. Por eso Voto en Blanco y no me abstengo.

Carlos E. Gómez S.
CC 79.149.896 de Usaquén

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