@Brimi_enana :$

*Claramente el sol no la había despertado al despuntar el alba, ni el murmullo de los pájaros, ni las risas de los niños de la casa de acogida en la que se crió. Lo que la despertó fue el sonido de pisadas acompasadas, que se oían al otro lado de la puerta de acero que la separaba de La resistencia. Limpió, sin mucho esmero, su hermosa cara teñida con unas suaves pecas y dejó su rojizo pelo suelto. Se estaba vistiendo para comenzar un dudoso nuevo día cuando uno de sus compañeros entró en su habitación sin llamar a la puerta. Ella no se inmutó a pesar de que estaba todavía en ropa interior en la parte superior y le miró con cara de pocos amigos* -Las puertas están para llamar, entre otras cosas… *Él esbozó una media sonrisa y la miró de arriba abajo sin perderse ni un solo detalle de su pálido cuerpo, más pálido aún desde que la conoció, pues hacía tiempo que no veía la luz del sol* -Deberías vestirte, él nos está esperando. *Se puso la camiseta que tenía en las manos y cogió una chaqueta para seguirle pasillo abajo.
Conocía el camino a los niveles inferiores como la palma de su mano, no en vano lo había recorrido después de cada misión, caminando y en ocasiones siendo arrastrada cuando las cosas con las máquinas se habían puesto feas. Al entrar, ya con la chaqueta puesta, observó a los distintos personajes que se habían reunido allí esa vez. Más de los usuales. “Así que va a haber marcha” pensó* -De acuerdo, podemos empezar. *El que habló no era el hombre más viejo, ni el más fuerte, al menos en apariencia, pero todos sabían quién era y que había hecho y por eso él estaba al mando para ellos, aunque oficialmente fuese uno más en esa lucha. Tras él su mujer, sosteniendo a un silencioso bebé que parecía entrenado para no llamar la atención. En la sala también puedo ver a sus compañeros Harold, Wendy, Farrell, y a su lado Adam, pues habían llegado juntos. Apenas escuchó lo que el hombre al mando estaba diciendo pues estaba relatando lo que ella misma había vivido 3 días atrás*
-Mariel, haznos una demostración. *Tiró el artilugio que tenía en sus manos hacia ella y aunque la pilló por sorpresa reaccionó rápida y lo cogió con su mano izquierda. Sabía lo que hacía o eso se suponía. Antes del Juicio final ella había estudiado una ingeniería y había sido discípula de uno de los catedráticos más reconocidos de todo Estados Unidos, hasta aquel fatídico día. Giró una de las ruletas mientras sonreía, desde que había descubierto para que servía le encantaba girarla una y otra vez, con el pretexto de averiguar más cosas acerca de aquel aparato, cosa que ponía a Adam de los nervios. Del circulo de metal que tenía en sus manos y surgió un campo de fuerza que la envolvió.* No sabemos muy bien que más cosas puede hacer, pero Adam y yo pudimos comprobar que nos hace invisibles ante esas cosas… *Su voz dejaba notar un tono despectivo, de asco* -Connor, esta expedición casi nos cuesta la vida, había demasiadas máquinas en ese maldito lugar, ahí hay algo. *Y cuando todos pensaban que Harold, el hombre que había hablado, iba a discutir sobre la peligrosidad del asunto dijo: “Debemos volver, debemos volver ahora que no lo esperan y destrozarlos, no dejar a una puta máquina con vida.” No era raro ese odio, ni el asco de Mariel, Skynet había destrozado sus vidas, el mundo en el que vivían y había matado a sus familias. Los humanos apenas pudieron hacer otra cosa que contemplar su exterminio.

Tres días atrás dos furgones negros se habían dirigido al sur de los Ángeles. El primero conducido por Harold y un segundo por Farrell, con Adam como su copiloto. Al caer la noche habían llegado a su destino. Máquinas por doquier se paseaban por allí protegiendo su base de posibles humanos. No importaba que fuese de día o de noche pues las máquinas les podrían ver igual, pero bajo el amparo de la noche todos se sentían más seguros. Debían llamar su atención y para ello, dos kilómetros más al oeste de su situación actual, Mariel había colocado unos explosivos que podrían destrozar los suministros eléctricos de gran parte de la zona. Una gran explosión se abrió camino hacia el cielo acabando con todo lo que había a su alrededor. El sonido de las máquinas corriendo hacia la fuente de aquel caos asustó a Mariel como si fuese una niña pequeña. Sabía lo que los terminators eran capaces de hacer, sin miramientos, sin remordimientos y el estar tan cerca de una muerte segura hacía que volviese a su más tierna infancia si se dejaba llevar por el miedo. Adam la miró, su mirada era seria pero al ver el terror en sus ojos intentó hacerla sonreír “A por ellos, nena”. Cargaron sus armas y corrieron a lo que, de lejos, parecía la puerta y por lo que Mariel rezaba para que de verdad fuese una entrada.
La puerta se abrió ante Harold que iba en cabeza y detrás entraron todos los demás. Los ojos de Mariel se abrieron como platos. Aquello parecía una fábrica de una multinacional que creaba juguetes en masa para la época de navidad, pero no era navidad y aquello no eran juguetes, sino máquinas asesinas* -Dios mío *Mariel oyó a alguien tras ella murmurar* -A prisa *dijo Harold* dos grupos. Vosotros conmigo. Mariel, tú con Adam y Farrell, ya sabéis que debéis hacer. *Y lo sabían, claro que lo sabían. Arriesgar sus vidas para que La resistencia venciese y poder volver a tener una vida que no fuese bajo tierra, escondida de algo de lo que apenas era imposible esconderse. Luchaba por tener un futuro más allá que el de ver a sus compañeros caer uno a uno. Miró a Adam fugazmente y después hizo un gesto militar para indicar a sus dos amigos que avanzasen tras ella.
Aquel lugar parecía un laberinto y el sonido de las máquinas chirriaba por todos los rincones despistando sus oídos y asustándola más a cada paso. Adam tocó su hombro con suavidad e indicó con la cabeza hacía una puerta. Debía ser esa, la puerta tras la cual podía estar su salvación, según le había dicho a Connor el general Ashdown. Empujó la puerta y como era de esperar dos T-600 estaban allí, esperándoles. Mariel rodó por el suelo y Farrell y Adam abrieron fuego contra las máquinas. Oyó un grito, habían dado a Farrell, lo sabía, pero si se detenía para comprobar si su amigo seguía vivo habría perdido la vida justo antes de que Adam acabase con el segundo terminator. Se oyeron disparos lejos de allí. El otro grupo estaba haciendo su trabajo, se sacrificaban por la causa, como haría cualquiera. Mariel llegó al final de la estancia y cogió lo que estaban buscando. Aquel insignificante cachivache. “¿Esto es lo que nos va a proteger de los T-600? Debes estar de coña... jodido Ashdown” Giró la cabeza hacia sus amigos y vio a Farrell inconsciente. Volvió al presente y se quedó absorta mirando a su amigo, sentado, con la pierna vendada de manera exagerada para el gusto de Mariel.
Corrió hacia ellos a tiempo de ver a uno de los integrantes del grupo que había ido en la otra dirección.* -¡Corred! Estamos cayendo, debemos irnos ahora o no saldremos de aquí. *Apenas había acabado la frase cuando un terminator le cogió del cuello desde atrás. Mariel puedo oír horrorizada como el cuello de su compañero se rompía bajo las frías manos de aquella máquina. No sabía qué hacer, iban a morir, estaba segura aunque no preparada y en un acto desesperado miró el artilugio redondo que reposaba en sus manos y giró la ruleta más grande sin saber que pasaría, pero deseando que fuese como un mando a distancia de una televisión y apagase a aquella cosa para siempre. Eso no sucedió. En cambio un escudo de algo que Mariel no sabía muy bien como describir, cubrió a los 3 amigos y en ese momento la máquina actuó como si ellos nunca hubiesen estado allí, se giró y fue en dirección al grupo de humanos que reclamaban su atención.
No sabía muy bien como habían logrado salir, pero si sabía que al menos 20 personas habían entrado allí aquella noche y sólo 6 estaban ante John Connor, el líder de La resistencia, para poder contarlo.*

[He mezclado personajes de la historia real con los que supuestamente serían del rol. Por si no se nota lo suficiente, el AU está ambientado en el futuro post-apocalíptico de la saga de películas de Terminator]

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