Niyri_Enana

Niyri · @Niyri_Enana

19th Jan 2014 from TwitLonger

@Brimi_enana Aquí tiene "usté" el relato AU que le dije.

Bueno, antes de empezar voy a contar un poco la ambientación y, tal vez, añadir la advertencia de que el relato puede tener escenas sensibles para algunas personas. (Quizás sea una exagerada pero quien avisa no es traidor. xDDDD)

Pues bien, mi AU se desarrolla en EEUU, en 1938, concretamente en un psiquiátrico.

También quiero añadir que me hubiera gustado añadiros a todos en mi AU porque <3 pero sino no habría acabado nunca de escribir el fic por lo que, consideraos afortunados los que salís (?). Si los nombres coinciden con los que os pusisteis en el AU de Drewbor ha sido casualidad, que os conste e____e

Pues bueno, sin más dilación, aquí está mi fic, espero que os guste y que no me toméis por una perturbada. ¡No estoy loca!

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Una corriente eléctrica recorrió el cuerpo de Nicole. Apretó los dientes en el mordedor de madera que le habían puesto mientras su cuerpo sufría sacudidas involuntarias por la corriente que aún permanecía en su cuerpo. Una enfermera la agarraba de ambos brazos para evitar se autolesionara debido a los electroshoks que acababa de recibir. El anciano doctor, o más bien, intento de doctor, se acercó a ella mirándola con un aire de suficiencia por encima de sus gafas, como hacía con todos los allí internados:

-Dime, preciosa, ¿Cómo te llamas? –Dijo desviando la mirada a su blog de notas.
Nicole aún notaba la electricidad recorriendo su cuerpo, que ya no se movía tan violentamente como cuando activaron los electroshock. La enfermera que la sujetaba hasta hace poco, le quitó el mordedor de madera para permitirla responder a la pregunta del doctor. Nicole aún estaba confusa, todo le daba vueltas, ni siquiera sabía si podría caminar por ella misma, mucho menos iba a saber quién era. Trató de abrir los ojos pero fue en vano, todo estaba cubierto de una blanca luz cegadora y, lo que antes había podido reconocer como figuras humanas, solo eran borrones formando figuras irreconocibles en la cabeza de Nicole. Entreabrió los labios y de ellos solo pudo salir un suspiro que bien podía haber sido un sollozo.

-Ya se lo he dicho muchas veces… -Sollozaba irremediablemente mientras pronunciaba aquellas palabras. No sabía muy bien si los que estaban en la sala la habían entendido pero esperaba que sí.- Me llamo Niyri. –Pataleaba, o al menos eso creía ella, por lo menos lo intentaba. Estaba enfadada con todos los trabajadores de aquella fábrica de torturas ¿Por qué le hacían esto? ¿No entendían que por mucha electricidad que soportara su cuerpo no iban a hacerle cambiar de opinión? Ella se llamaba Niyri, no Nicole como ellos le decían. Las lágrimas comenzaron a asomarse sobre su rostro, estaba cansada de las torturas que los médicos calificaban como terapia para nada… Empezaba a pensar que encontraban alguna especie de placer en torturar a las personas, en manipularlas para hacerles creer que eran lo que ellos querían que fuera.

-Está bien, pequeña. –Dijo el médico como si no esperase otra respuesta que no fuera aquella.- La última descarga y podrás volver a tu habitación. –Asintió y, antes de que a Nicole le diera tiempo a darse cuenta de lo que iba a pasar, una corriente nueva recorrió su cuerpo obligándola a arquear su espalda violentamente a la vez que apretaba las manos hasta que sus nudillos se tornaron blancos. Y un grito de dolor se escapó desde lo más profundo de su garganta. Esta vez fue más suave que las anteriores pero Nicole se encontraba ya sin fuerzas como para notarlo siquiera.

-Lleváosla de nuevo al pabellón E y traedme a su compañera de habitación. –El doctor ni siquiera miraba a Nicole, estaba demasiado absorto en apuntar su fracaso en el bog como de asegurarse de que ella seguía respirando.

Nicole ya no sentía nada, no vio al enfermero que la levantó de la camilla y la colocó en la silla de ruedas atándola de manos y pies, como si tuviera las fuerzas necesarias como para moverse sin ayuda. Cuando comenzaron a llevarla hacia su habitación, su cabeza aún seguía dando vueltas. Era aquel maldito color blanco, la cegaba, no querían que abriera los ojos, querían que su mente estuviera dormida por no pensar como ellos pero ella no estaba equivocada, lo sabía. Los párpados le pesaban como si estuvieran hechos de plomo pero aún así consiguió abrirlos lo suficiente como para ver a Nadine en una silla similar a la suya en dirección a la sala de donde la acababan de sacar.

-¡Niyri! –Gritaba la persona que ella sabía que era su hermana. No podía asegurarlo con certeza, pero juraría que Nadine estaba tirando de sus ataduras.

“Así solo conseguirás que te torturen más, hermana” quería gritarle Nicole, pero ni siquiera podía mover los labios, solo podía ver alejarse a Nadine sin poder remediarlo mientras ella seguía gritando su nombre, su verdadero nombre, sin parar.

Cerró los ojos no sabía cuánto tiempo había pasado pero en la cama contigua estaba Nadine dormida como un tronco con la respiración bastante irregular, pero aquello era normal, si tras la sesión de electroshock apenas tenías fuerzas para siquiera erguir la cabeza, no podías respirar con normalidad. De todas formas, ¿Qué importaba? Todo el mundo decía que ellos no eran normales, ¿Qué más daba si su corazón no soportaba la descargas o si se paraba en medio de uno de los baños de agua helada? Nadie se preocupaba por ellos solo eran una panda de lunáticos a ojos de los demás. La puerta se abrió y apareció enfermero, haciendo a Nicole sacarla de sus pensamientos:

-Es hora de comer, tenéis una hora a partir de ahora. Que no se os olvide ser buenas chicas u os arrepentiréis. – Y se marchó sin más. Juraría que sus últimas palabras las había dicho como un deseo que quería que se hiciera realidad.

Nicole apoyó la cabeza en sus manos, sus dedos ya no tocaban la cabellera pelirroja que tuvo hace mucho tiempo, la mitad se había perdido y el que quedaba ya no tenía brillo, claramente era un reflejo de su alma desde que la internaron allí. Cerró los ojos y profirió un grito, no de dolor sino de impotencia por no poder controlar ningún aspecto de su vida. Aquello despertó a Nadine que soltó un bufido.

-Vamos, tenemos que comer algo. –Dijo mientras hacía acopio de todas sus fuerzas para levantarse e ir hacia el comedor.

Llegó como un caminante, sin voluntad propia, solo impulsado por la absurda idea de permanecer con vida un día más. Cuando llegó allí, estaban ya casi todos los pacientes internados. Sin decir palabra y de forma automatizada, cogió una bandeja, se sirvió la comida y se sentó junto a Nadine en su mesa de siempre.

-¿Qué os ha pasado? –Preguntó Britanny.- Dejadme adivinad, ¿Una sesión de electricidad?

-Sí… -Respondió Nicole con un hilo de voz, hubiera dejado responder a Nadine pero estaba demasiado ocupada engullendo un trozo de lo que allí llamaban pan. Escuchó un bufido de disgusto, se trataba de Diane, como siempre hacía a la hora de comer.

-Este no es precisamente el menú que esperaría alguien de mi talla. Natalie prepara mejores comidas. –Repuso indignada apartando lo más posible de sí su bandeja cruzándose de brazos mientras Natalie afirmaba sus palabras con cierto orgullo.

-Zi no lo quierez, me lo como yo, Díz.- Sin que le diera tiempo a responder, Bonnie cogió la bandeja y comenzó a comerse lo que había dejado Dianne. A Nicole le daba mucha pena ver a Bonnie en aquel horrible sitio, era demasiado pequeña para sufrir tales torturas, al menos tenía allí a su querida tía para cuidar de ella.

Se dio cuenta que en la sala faltaba alguien, no era raro verle llegar tarde por lo que se aventuró a preguntar a sus compañeras:

-¿Dónde está, Myrld? –Preguntó Nicole frunciendo el ceño. Todas se callaron clavando su mirada en la mesa. Aquello era muy extraño… Al final, Natalie fue la que respondió a su pregunta.

- La han sometido a una prueba nueva y le han dado el alta. –Dijo con algo de tristeza. Nicole ladeó la cabeza pero fue Nadine la que preguntó exactamente lo mismo que ella estaba pensando.

-¿Por qué la han soltado?

Y, antes de que pudieran responder, un enfermero posó su mano sobre el hombro de Nicole lo que hizo que se estremeciera.

-Señorita Nicole, acompáñeme, por favor. –Dijo prácticamente obligándola a levantarse y a irse de la cafetería.

Antes de que pudiera decir palabra ya estaba camino a una sala a la que nunca había entrado antes. Ni siquiera le había dado tiempo a despedirse, sencillamente la habían arrastrado como a una muñeca, sin voluntad propia. Cuando entró en la sala solo había una silla ligeramente respaldada y una mesilla con lo que parecían a primera vista, artilugios quirúrgicos. El corazón de Nicole comenzó a latir violentamente, mientras notaba como la sangre huía de su rostro, dándole una apariencia más fantasmal de la que solía tener siempre.

-Bienvenida, señorita Nicole. –Dijo un médico que no había visto en todos sus años de internamiento en el psiquiátrico. –Se estará preguntando qué es lo que está haciendo aquí, bien siéntese y se lo explicaré todo. –Aunque no hubiera querido sentarse, no abría tenido otra opción, el enfermero la arrastró hacia la silla atándola de nuevo de manos y pies. –Bien, supongo que habrá notado que su compañera Michelle así como otros pacientes ya no se encuentran en el hospital psiquiátrico, se debe a una técnica recientemente descubierta, que ha tenido unos resultado increíbles con respecto a la curación de pacientes con problemas mentales como es suyo.

Unas manos agarraron su rostro haciendo que mirara directamente a una luz casi cegadora. Trató de resistirse pero fue en vano. La habían inmovilizado de tal forma que ni siquiera podía mirar hacia abajo.

-El término que han empleado ha sido lobotomía… -Continuó el doctor cogiendo una especie de clavo enorme y algo parecido a un martillo. –Consiste en llegar a la zona de su celebro que no funciona correctamente con estos orbitoclastos. –Sacudió con movimientos rápidos el clavo gigante. –A través del espacio que hay entre la glándula lagrimal y el ojo.

Nicole se había quedado sin palabras. “¿Me van a meter un clavo gigante en el ojo para clavármelo en el cerebro?”, aquella idea era lo más horrible que había escuchado en todos sus años de internamiento. Trató de forcejear inútilmente tratando de girar la cabeza pero la habían atado demasiado bien. El enfermero que la había llevado a aquella sala horrible puso dos dedos en el párpado de su ojo derecho obligándola a mantenerlo abierto en contra de su voluntad.

-Tranquila, señorita Nicole, será un momento y podrá volver a tener una vida normal. –El doctor se acercó a ella y colocó aquel clavo entre su ojo y su glándula lacrimal, como había explicado antes.

-Yo ya tenía una vida normal… -Susurró ella, pero sabía que era inútil, no la escucharían, nadie escuchaba a la gente que consideraba enferma mental.

El médico alzó el martillo, trazó de cerrar el ojo pero no pudo, solamente podía ver como el martillo caía sobre el clavo haciendo que entrara en su cabeza. Lo único que ella podía hacer era gritar de dolor mientras el clavo profundizaba más y más en su cerebro hasta que el dolor fue tan insoportable que se quedó inconsciente.

***

Habían pasado ya dos semanas desde que salió del hospital y desde entonces no sentía nada. Habían ganado. Ya no sabía quién era, no le importaba nada, había perdido las ganas de seguir viviendo. ¿De qué sirve poder ser libre en una sociedad que te ha cambiado para que no seas como eres realmente?

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