[ @goblinoide ]
Fíli se acomodó en la butaca, era la madrugada del 25 de Diciembre y no había nada mejor para combatir el frío que la calidez de casa y un buen licor acompañado de algún tentempié. Faltaban aún horas para la salida del Sol, pero el sueño es un arma de doble filo, y justamente cuando más tienes, más inconvenientes hay para alcanzarlo. Mientras saboreaba el pequeño manjar se dio cuenta del día en el que estaba.
-¿Tan rápido ha pasado el Año?- pensó.
Recordó las mañanas de Navidad, intentando levantarse más temprano que Kíli para poder ver antes los regalos que se amontonaban debajo del árbol, decorado majestuosamente por la familia días atrás. Siempre echaba un vistazo y volvía a la habitación para intentar despertar a su hermano.
Con ese pensamiento cruzó el umbral del sueño…
Cuando despertó estaba tumbado en una cama al lado de su hermano.
-¿Kíli?- Frunció el ceño.- Pero si llevamos años sin dormir en la misma habitación…
Kíli no se movió, estaba en un profundo sueño, y al parecer, alegre. Pues la sonrisa en la cara de su hermano lo delataba.
Fíli no esperó un segundo más, se levantó de la cama y se fue al salón.
–Qué extraño- se repetía mentalmente.
Llegó al gran Árbol que decoraba la estancia y contempló que no había ningún regalo. Eso le extrañó, pues Santa Claus no acostumbraba a llegar tan tarde…
Pero entonces empezó a escuchar unos gruñidos fuera.
Preparado para cualquier cosa, Fíli intentó desenfundar sus inexistentes espadas.
-¿Qué pasa aquí? ¿Y mis espadas?- Replicó.
Y en aquel momento se vio reflejado en una bola del árbol, llevaba el pijama. Y tenía unos años menos en el cuerpo.
-Esto es demasiado extraño.- Los rugidos llegaron a la puerta y él se giró.- ¡¿Quién es?!-No hubo respuesta.
El ruido se acercaba y él se encogía más pensando en lo que pasaría.
Pero el ruido cesó. Y la puerta se abrió. Y una persona entró. Y a Fíli sonrió.
-Hola pequeño- Dijo con una sonrisa de oreja a oreja.- Feliz Navidad.
El enano, más enano que de costumbre, observó a la criatura. Era muy rechoncha, y con una larga barba blanca que cubría la papada. Estaba vestido con un traje rojo, y con un cinturón largo que le sujetaba la barriga.
-¿Qué hace aquí?- A Fíli le pareció recordar quien era ese hombre.
-¡Soy Papa Noel! ¡También conocido como Santa Claus! ¡Y vengo a demostrarte lo que pasará si le sigues teniendo inquina a la Navidad!
-¿Inquina a la Navidad?- Fíli no sabía que responder ante tal acusación.
-¿No eres tu Ebenezer Scrooge?- Papa Noel torció la boca- Debería ponerme las gafas.
-Deberías, yo soy Fíli, hijo de Dís. ¿Qué le trae a buscar a Ebenezer Scroje?
-Ebenezer Scrooge, no Scroje.- Resopló- Un tema extraño, tiene que hablar con tres fantasmas de diferentes épocas para que le demuestren que la Navidad es buena y el pequeño Tim no muera.- La última frase la pronunció de manera insignificante.
-¿¡Qué no muera!? ¿¡Quien!?- Exclamó, sobresaltado.
-Un niño que tiene una enfermedad y el señor Scrooge no paga más dinero a los empleados. Pero da igual, se puede arreglar. –Enseño una esfera dorada con un reloj de arena del bolsillo.
-¿Qué es eso?- Al enano cada vez se le hacía más y más raro eso.
-¡Cierto! ¡Que contigo delante no puedo usar el giratiempo!- Y entonces Papa Noel se puso la mano en el otro bolsillo, sacó unas gafas negras y un bastoncillo de caramelo muy grueso.
-Santa, ¿Qué vas a hacer?-Dijo Fíli con la voz entrecortada.
-Mira al bastoncillo.- Santa se puso las gafas.
Fíli fijo la vista en el caramelo y vio un flash de color rojo.
Y Fíli no recordó nada de eso.
Fin.

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