@goblinoide

BELOW MY FEET- MUMFORD & SONS

http://www.youtube.com/watch?v=1AxH22K2-YE

El cielo nocturno estaba despejado, la brisa era fresca y el estridente ruido que provenía del interior de El Dragón Verde podía escucharse, al menos, a más de cincuenta pasos de distancia. Merry Brandigamo caminaba con paso tranquilo hacia la taberna mientras observaba cómo los habitualmente relajados pasos de su amigo, Pippin Tuk, habían comenzado a ser más ligeros y su mirada, algo impaciente. Sonrió para sí; sabía que el jaleo y la promesa de un ambiente divertido que no se iba a hacer esperar habían alegrado el corazón de su acompañante. Sin embargo, aquella noche Merry no parecía tener prisa en absoluto y aunque sabía que el ritmo de sus pisadas acabaría por enloquecer a Pip, lo mantuvo.

Era lo que podría denominarse una noche de luciérnagas y éstas revoloteaban entre la hierba, alzando, en ocasiones, su vuelo sobre las coloridas verjas que delimitaban los pequeños jardines de los agujeros hobbit al pie del camino para mezclase con las estrellas. Una infinidad de luces se amontonaba en el firmamento. Los aspectos más idílicos de la vida en La Comarca parecían encontrase materializados en aquella noche, en lo cotidiano de aquel momento, y Merry no pudo evitar percatarse de ello. Ya no era joven, o al menos ya no se sentía como tal. El tiempo parecía haberse tornado difuso e irreal y todas sus aventuras pasadas parecían caer con repentina fuerza sobre sus hombros. Todavía se encontraba lleno de vida, pero quizá había llegado el momento de gastarla con más tranquilidad, quizá aquel era el momento de tomar lo que cualquier hobbit desea; una vida sin excesos, una vida calmada.

En aquel preciso instante notó cómo Pip le propinaba un codazo en el brazo. Absorto, como había estado, en sus pensamientos, no se había percatado de que ya se encontraban ante la puerta de la taberna.

- Recuerda lo que te digo siempre: si aún puedo andar, es que no estoy listo para irme y me tienes que pedir otra pinta.- dijo su amigo con los ojos brillantes y una sonrisa tan alegre como sincera en el rostro.

La fuerte luz amarilla y las alegres conversaciones del interior se filtraban a través de las redondas ventanas y rompían la estabilidad de la noche. A los lados de la puerta la hierba crecía de manera algo descuidada y le hacía cosquillas en las piernas. “Conozco a un hobbit que tendría algo que decir al respecto”, pensó mientras empujaba ligeramente la puerta, dejando que Pip entrase. Se giró una última vez y observó las colinas, azules entonces por la luz de la luna. Ese era su hogar. No había otro lugar en la Tierra Media al que pudiera pertenecer, nunca lo habría. Bajó la vista, esbozando una media sonrisa, tomó una bocanada de aire y siguió a Pip hacia el interior.

Reply · Report Post