Ninieru

Ninieru · @Ninieru

28th Jul 2013 from TwitLonger

Vale, intentaré contar el encuentro de esta tarde con Mr. furry. No ahorraré demasiado en detalles para que podáis captar lo incómodo de cada momento. Se va a hacer largo, preparaos.

Antes de nada pongámonos en situación: esta tarde hacían un minitorneo de Street Fighter IV en un local aquí en Coruña. Me pasé algo tarde con la intención de ver alguna ronda, pero resultó que el torneo se hizo a última hora y pude participar.

Así a grandes rasgos el local tiene 2 partes: una interior con una tele y consolas donde se hacen freeplays y torneos y otra exterior donde hoy realizaban una subasta. Están conectadas por delante con una puerta y por detrás por un pequeño pasillo. No sé si esto tendrá alguna relevancia en la historia pero lo cuento de todas formas, no vaya a ser.

Al llegar probé un poco el Capcom vs SNK que tenían puesto y al que estaba jugando la mayoría. Tras un par de partidas me fui a ver si había algo en la subasta que me llamara la atención. Allí estaba nuestro amigo protagonista de esta historia: un chaval de unos 20 años medio perdido y que no parecía comprender cómo funcionaba el tema este de las pujas.

Ese chaval pujó 3€ por un libro cuyo valor como pisapapeles superaría con creces a su valor literario. Creo que lo hizo por la sencilla razón de que nadie había pujado nada. O porque llevaba mucho tiempo callado y tenía que decir algo, yo que sé. También andaba corto de pasta y por poco no consigue reunir calderilla para pagarlo. Spaghetti overflow. Hubo algunos momentos buenos en la subasta y me hice con unis tomos de Scott Pilgrim en ella.

Tras la subasta me senté en el sofá de la otra sala con mis tomos para hacer tiempo hasta que empezara el torneo. Poco después apareció el chaval raro, contándole a todo el mundo que había comprado un libro que no quería. No recibió ninguna respuesta. Acto seguido se sentó ENCIMA de mí, así, sin más. En ese sofá estábamos ya 2 personas y tiene capacidad para 2 y media como mucho. A pesar de entender que esa es la solución lógica en una situación así mi compañero y yo le hacemos algo de sitio, quedando los 3 como sardinas en lata.

Tras eso, el señor culo-en-tu-rodilla me preguntó qué pensaba de los canadienses. No sé cual es la probabilidad de que alguien se siente encima tuya y te pregunte tu opinión sobre la gente de Canadá, pero desde hoy me considero afortunado.

Le respondo como buenamente puedo, diciéndole algo así como que los canadienses me caen bien y en general me parecen más abiertos que los estadounidenses. Él me contesta con los mismos adjetivos que había usado, como si estuviera repasando una lista de la compra. Nuestros espaguetis se vuelven tallarines mientras se hace un silencio incómodo entre nosotros sólo interrumpido por los sonidos del Street Fighter.

Tras un minuto o así en esta situación lo miro de reojo y lo veo mirando su libro. Él nota que lo estoy mirando y me murmura "me gusta el furry". Ya está, esa era la pieza que faltaba. Ahora todo cobraba sentido y mis sospechas de que el chaval tenía algún tipo de autismo se confirmaban. Por una parte me daban escalofríos en la espalda y por otra me hacía gracia conocer al ejemplo del usuario medio de /v/ en persona. Intenté poner cara de póker al escuchar aquello, aunque no era posible contener tanto lulz y cualquiera que me mirase se daría cuenta de que me faltaba más bien poco para partirme el ojete.

Mientras tanto comenzaba el torneo de SSFIV, que estaría amenizado por Furry-kun, que se había puesto a leer su libro en voz alta. Fueron unos 30 minutos tensos en los que nadie abrió la boca para nada que no fuese necesario. Intentad haceros una imagen mental de la situación: un grupo de gente con sus sticks y sus cosas jugando al Street Fighter mientras de fondo suena la voz de alguien leyendo una historia sobre una mujer en un bosque o algo así. Nadie se atreve a decirle nada ya que podría reaccionar de manera extraña. Y así media hora. Surrealista.

Tras la media hora estelar de Yano el cuentacuentos alguien se dirige a él preguntándole si es que no sabe leer para él mismo. Él responde que sí, pero que entonces empezaría a escuchar una música y eso lo desconcentraría. Acto seguido se levanta y empieza a leer por todo el local, haciendo un circuíto circular que pasa por las 2 salas. A veces encontraba alguna palabra que no conocía y le preguntaba el significado al primero con el que se cruzaba, generando hidratos de carbono cada vez que alguien no sabía la respuesta.

Se fue poco después, pero siempre recordaré su chándal. Ojalá tuviera yo uno rojo como el suyo :_(

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