Acá el nefasto comunicado que envió hoy Perfil a sus trabajadores.

Editorial Perfil es quizás la mayor creadora de medios gráficos de la Argentina. Muchos de ellos fueron intentos que nunca lograron instalarse en el mercado, otros alcanzaron relativo éxito y se mantuvieron durante años y algunos se convirtieron en medios que siguen siendo líderes en sus respectivos géneros periodísticos. La vocación de Perfil, como la de cualquier empresa, es que todos sus productos alcancen la madurez y sean exitosos, pero la realidad –aquí y en el mundo- es que eso no siempre sucede. Lo que nos motiva, en cualquier caso, es la confianza en encontrar periódicamente formatos que darán con el gusto de lectores y anunciantes.
La última gran inversión se dio en el segmento de los diarios populares con el nacimiento de Libre. Para ello se crearon más de 40 nuevos empleos, entre periodistas, fotógrafos, diseñadores y comerciales. Además de una decena de colaboradores externos. Como se sabe, el diario fracasó y el impulso por mantener las fuentes de trabajo a través de una reingeniería periodística y financiera, que dio origen a Libre Deportivo, se frustró casi antes de empezar. En parte, por la imposibilidad de salir con ediciones los fines de semana (días clave para el deporte) ante la falta de personal que pudiera acomodar sus francos para lograr ese objetivo.
Con el inmenso dolor que provoca el cierre de un medio en el que se volcaron tantas expectativas y esfuerzos compartidos, se decidió ponerle fin, para concentrar toda la energía de la editorial en afrontar de la mejor forma los turbulentos tiempos económicos que nos tocan.
Durante más de tres meses se llevaron a cabo pacientes acuerdos con el personal que hacía alrededor de un año había ingresado en Libre. A algunos se los logró reubicar en otras áreas, mientras que con la mayoría se alcanzó un retiro voluntario pagando en cada caso los montos indemnizatorios previstos por ley.
Cuando las negociaciones ya no resultaron suficientes con los últimos ocho empleados, se les enviaron telegramas para formalizar el final de la relación laboral y ratificar que la empresa cumpliría con el 100 por ciento del pago de sus indemnizaciones.
Tras el envío de los telegramas, seis de esas ocho personas decidieron presentarse para convenir una desvinculación de mutuo acuerdo, esperando que los otros dos empleados vayan a hacer lo mismo en los próximos días.
La Comisión Interna anunció en reiteradas oportunidades que no iba a permitir que Perfil despidiera a quienes contrató para un diario que dejó de salir en el mes de marzo.
Resulta entendible que los representantes gremiales breguen por mantener los puestos de trabajo. Sin embargo, esta editorial está convencida de que le asiste el derecho de seguir creyendo que puede generar un proyecto, crear empleos, hacer lo posible para tener éxito y, si esto lamentablemente no se logra, cumplir con las obligaciones legales y económicas que implican las desvinculaciones laborales. Son los riesgos que estamos dispuestos a seguir corriendo, porque estamos dispuestos a seguir apostando a desarrollar nuevos emprendimientos cuando las circunstancias lo permitan.
También, como cualquier empresa, Perfil reivindica su derecho, el de sus jefes y editores, de tener la autoridad de elegir con qué empleados contar en su staff para obtener los mejores resultados.
Un derecho similar al que asiste a los empleados para elegir en qué empresas trabajar y en cuáles no.
Hoy, tanto el país como la industria atraviesan momentos complejos, pero no más graves que otros ocurridos en el pasado reciente y de los cuales se supo salir fortalecidos. Por eso estamos comprometidos en trabajar para que nuestros medios puedan sortear la actual crisis satisfactoriamente, pretendiendo poner en ello todo el foco y la dedicación necesaria.
Lo hacemos pensando en el presente pero, sobre todo, en un futuro en el que habrá, como lo hubo desde la fundación de esta editorial, otros proyectos y nuevos desafíos.


Editorial Perfil S.A.
julio 2012

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