Antes de partir, para los que no teneis Facebook. La pregunta Tabú en Europa, la que nadie se hace por miedo a que le den una respuesta es: ¿cómo está la salud fiscal de Alemania? Todo el mundo da por hecho de que Alemania es el garante último de todas las deudas de Europa y que su AAA está garantizada para siempre. Los mercados siguen pensando que Alemania es el país más seguro y sacan su dinero de los países periféricos (Grecia, Italia, España, Portugal e Irlanda) para invertirlo en Bunds alemanes com un rendimiento minúsculo de menos del 2%.

Pero la deuda alemana como fracción del PIB supera el 80% (en este sentido es MUY superior a la española, que no llega al 70%!) y todo indica que ese nivel de deuda va a empeorar, y mucho, en un futuro no muy lejano por la gran cantidad de compromisos explícitos e implícitos que Alemania ha hecho o se va a ver obligada a hacer.

Primero, la recesión económica que vive la periferia de Europa ya ha llegado al norte. Hasta ahora, Alemania se ha salvado de la crisis pero la cosa está empezando a cambiar. A medida que Alemania se hunde en su propia recesión, sus cuentas públicas se van a deteriorar porque sus ingresos fiscales van a caer y sus gastos por desempleo van a aumentar. Esperemos que Merkel no cometa el error de intentar solucionar su crisis con políticas keynesianas de demanda ya que eso solo empeoraría la situación, cosa que pueden atestiguar hoy sus amigos españoles (si es que los tiene).

Segundo, la población alemana está envejeciendo rápidamente y los babyboomers ya están a punto de jubilarse. El impacto fiscal de ese tsunami demográfico es gigantesco no sólo por las pensiones que van a cobrar sino por el gasto sanitario que una población tan anciana va a representar. A pesar de que Alemania exige reformas de pensiones y recortes en la sanidad de los países periféricos, no hay indicios de que ellos estén introduciendo esas reformas o practicando esos recortes.

Tercero, Alemania ya ha comprometido varios cientos de miles de millones de euros al fondo de rescate de Grecia, Irlanda y Portugal (unos 400.000 millones de momento entre todos los países del Centro).

Cuarto, a medida que la crisis se expande a países más grandes como Italia y España, las necesidades de dinero público alemán aumentan. Grecia necesita unos 200.000 millones. Italia y España necesitan 1,4 BILLONES de euros para financiarse SOLO EN LOS PROXIMOS TRES AÑOS!

Quinto, pero la crisis no se expande solamente a Italia y España. Es un secreto a voces que Francia está a punto de perder su status de AAA y lo mismo pasa con Bélgica. Las primas de riesgo de esos países empieza a dispararse. Eso quiere decir dos cosas. La primera es que esos países están dejando de ser países del Centro (con capacidad de garantizar y financiar la deuda de los de la perder). El Centro se queda cada vez más pequeño. La segunda es que al dejar de ser países del Centro pasan a ser de la periferia. Es decir, no sólo no aportan dinero y garantías a los fondos de rescate sino que pasan a necesitar dinero y garantías. A medida que el Centro pierde países miembros y la periferia los gana, nos acercamos a un mundo en el que sólo hay un país que paga: ¡Alemania! No hace falta decir que esa situación generará un agujero fiscal en Alemania de dimensiones cósmicas.

Y sexto, todo apunta que la solución que se está gestando durante estas últimas horas en Europa es la expansión del fondo de Rescate (EFSF) con dinero de verdad (no con apalancamiento, que es lo que burdamente intentaron los líderes europeos en su último conejo de la chistera). Ese dinero vendrá de Estados Unidos, del FMI, de Alemania, de los BRICS y, sobre todo, del Banco Central Europeo (BCE). Parece que se va a llegar a una cifra de 600.000 millones para España e Italia, lo que permitirá dar un respiro de un año y medio (no se llegará a los 1,4 millones que se necesitan para un programa estable de 3 años). El problema es que, como no hay garantía de que Italia y España vayan a hacer los deberes (de hecho, nadie sabe exactamente cuales son las propuestas de Rajoy o cual va a ser su equipo económico), existe la posibilidad de que ambos países no sean “solventes pero sin liquidez” sino que sean “insolventes”. Si son insolventes, el BCE se quedará con una cartera de bonos basura que puede acabar llevándole a su propia quiebra. Si el BCE quiebra, alguien va a tener que recapitalizarlo. ¿Quien? Lo han adivinado: ¡Alemania!


Resumiendo, los compromisos fiscales de Alemania para los próximos años son enormes. Tan enormes que parece mentira que nadie en Europa se haga la pregunta tabú.

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