the only exception

CAPÍTULO DIEZ, SEGUNDA TEMPORADA.
JUSTIN

Mi voz se recuperó al cabo de unos días y la relación que mantenía con Selena se estrechó. No me sentía bien conmigo mismo odiándola; ella estaba pasando por un mal momento, no era justo.

No le conté nada a nadie. Le había prometido que mantendría la boca cerrada; a de más, nadie mencionaba nada, y ella tampoco hablaba del tema. Me pregunté qué opinarían los medios al respecto, y lo que diría la gente sobre ella. Si me pasara a mí, no sabría qué pensar o hacer.

—¿Me queda bien? —me preguntó Selena mientras se miraba al espejo de su camerino. Desplacé la vista de la pantalla del ordenador a ella y me sorprendió verla con un pañuelo de flores en la cabeza—. Es por si se me cae el pelo.

—A lo mejor no se te cae —murmuré.

—Espero que no.

—¿Se lo has contado a alguien? ¿Has hablado con tu médico?

Suspiró y se quitó el pañuelo de la cabeza antes de girarse para mirarme.

—Lo sabe quien lo tiene que saber —contestó con dureza—. Me harán un tratamiento y luego me operarán o algo así.

—Parece como si no te importara demasiado —opiné.

—Intento no pensar mucho en mi propia muerte, ¿sabes?

Resoplé.

—No te vas a morir, Selena.

—¿Quién sabe?

Negué con la cabeza y miré la pantalla del ordenador. Selena se acercó a mí y se sentó a mi lado, mirando la pantalla, también. Sonrió con tristeza.

—¿La echas de menos?

No podía apartar la vista de la fotografía que le hice a Grace en el lago; se me hizo un nudo en la garganta y asentí.

—Seguro que está bien y es feliz —musitó Selena.

—Sí.




GRACE

Estaba sentada en la mesa de la cocina, removiendo el café que Ryan había preparado. Me sentía nerviosa; las manos me temblaban.

—¿Lista? —me preguntó Ryan, asomando la cabeza por la puerta y sonriendo.

Qué remedio. Me puse en pie y salí detrás de él del pequeño piso. Durante el trayecto en coche no hablamos, simplemente dejamos que la música de la radio sonara y sonara, como si hablara por los dos.

Finalmente, llegamos.

Entramos en un gran edificio, más ancho que alto, situado en la linde de la ciudad. Las puertas de la entrada eran de cristal; la recepción era pequeña comparado con lo que se veía desde el exterior. Una mujer con gafas nos miró, situada tras el mostrador.

—¿Qué desean?

—Somos Ryan Butler y Grace Dawson —contestó Ryan, intentando sonreír para parecer amable.

—Ah, sí —rebuscó entre los papeles del escritorio hasta que encontró el que buscaba. Lo revisó de arriba abajo y nos volvió a mirar—. Justo a tiempo. Es la sala tres, a la derecha.

—Gracias —murmuré.

Nos dirigimos hacia donde la mujer nos había indicado. Ryan abrió la puerta y me dejó entrar. Se me debió cortar la respiración al ver lo que se me venía encima.

—¡Vaya, por fin! —una mujer rubia caminó hacia nosotros con los brazos en alto—. Creía que no llegaríais nunca!

—Sí, bueno, nos perdimos.

—Te perdiste —le corregí, y me eché a reír.

—Vaya, vaya, vaya… —dijo la mujer, mirándome con interés, como si fuera una obra de arte o algo por el estilo—. Veo que Ryan tenía razón: eres muy guapa —Ryan se sonrojó a mi vez—. Soy Ashley Reaser, un placer.

—Grace —me presenté.

—Sí, bien, ¡no hay tiempo que perder!

Miré a Ryan por última vez antes de que Ashley me cogiera del brazo y me arrastrara hasta una pequeña salita dentro del estudio. Me sentó en una silla, me sonrió y una chica joven apareció lista para maquillarme.

La sorpresa de Ryan era que me había conseguido un trabajo. Bueno, no era precisamente un trabajo: iba a ser la nueva imagen de una colonia. Ashley Reaser era una vieja conocida de un compañero suyo, y, tras unas cuantas llamadas, había conseguido que me hiciera una sesión de fotos.

No sabía si estar alegre por la idea o no: jamás había hecho algo así, y tenía miedo de meter la pata.

Tras vestirme y maquillarme, salí fuera, al estudio, y vi a Ashley esperándome cerca del fondo de croma blanco. Ryan estaba sentado en una de las sillas que había cerca de los focos; sonrió al verme.

—¡Qué preciosidad! —exclamó Ashley, cuando me acerqué a ella—. Vale, bien, Grace. Lo de hoy será una prueba, ¿sí? Mañana haremos la sesión de fotos de verdad. Dado que no tienes experiencia y yo no sabía si realmente Ryan exageraba o no —me reí—, decidimos hacer un pequeño ensayo hoy. ¿Estás lista?

—Eso creo —respondí.

—Bien, colócate allí. Yo te diré lo que tienes que hacer.

Me puse en el sitio que me había indicado e hice lo que me pedía. Y la verdad es que me gustó; no lo hacía mal. Al final de la sesión, nos dejó ver las fotos a Ryan y a mí; sinceramente, salía realmente guapa en ellas.

—Pareces una modelo —me alagó Ryan.

Me sonrojé y sonreí tímidamente.

—Grace, lo has hecho genial —corroboró Ashley—. En serio, estoy encantada. ¿Y sabes qué? Mañana lo harás mejor: vendrá alguien especial a hacer la sesión contigo. Para la fragancia masculina y eso.

—¿Quién? —inquirí, curiosa.

—Sorpresa.

Y me guiñó un ojo.

FIN DEL CAPÍTULO

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