El que vino a dividir
sin saber multiplicar
y no quiso conjugar
un verbo como el de unir,
además de maldecir
con mucha agresividad,
le dijo en la oscuridad
a quienes con él están
“Ay! del reino de Satán,
porque Dios es la Unidad”

Salvada su ambigüedad,
la tenue luz espabila
y la sombra se encandila
inquieta en la claridad.
Toda una calamidad
para el demonio invencible
y su rabia es ostensible
ante el acuerdo oportuno,
pues sólo quebrando al uno
puede hacerlo divisible.


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