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Suceción Presidencial: La Iglesia en Campaña


Ya antes, cuando Carlos Salinas de Gortari modifica la Constitución —artículos 3 y 27— y se reconoce validez jurídica a las religiones, éstas empiezan a trabajar los campos que ambicionaban desde hacía mucho tiempo.
José Cabrera Parra

La inusitada violencia de sus recientes declaraciones en materia sexual y moral, dejan claro que la jerarquía de la Iglesia católica esta lista para extender y profundizar su intervención política. De ninguna manera están dispuestos los purpurados a desaprovechar los espacios abiertos por el huracán festivo del Bicentenario Nacional.

Ya antes, cuando Carlos Salinas de Gortari modifica la Constitución —artículos 3 y 27— y se reconoce validez jurídica a las religiones, éstas empiezan a trabajar los campos que ambicionaban desde hacía mucho tiempo.

Hoy, mientras los legisladores y funcionarios relacionados con el tema se perdían en la parafernalia festiva, los medios de comunicación empezaron a ser "asaltados" por ellos. Y sin detenerse en recordar como haya sido su actitud y conducta en los aciago años de la lucha por la Independencia del país, enarbolaron la bandera festiva y ensalzaron a los Héroes de ellas. Igual sucedió en sus ceremonias religiosas.

Si bien todo esto podría pasar desapercibido, su consecuencia es la perdida de la separación Iglesia-Estado que venían buscando desde el Centenario.


A las puertas mismas de la sucesión presidencial, el credo desata la guerra por la defensa a ultranza de sus tesis morales, desde su definición de la familia hasta la de moderna concepción del sexo y sus utilizaciones. Y ya colocados ahí, toda la política que pueda estar involucrada en el tema.

La presencia activa de la Iglesia en la campaña presidencial tiene como fin la toma mayor del poder y la retención del que ya ahora tienen.

No hay un solo medio que pueda ser de comunicación que no sea abordado. Desde la prensa escrita hasta la radio y la televisión. En esta intima, la presencia doctrinaria católica es y avanza; programas especiales directos, hasta "telecomedias" cuyo fondo es la difusión de sus doctrinas utilizando todo tipo de argumentos sin excluir el amor terreno y carnal.

Los partidos políticos y organismos paralelos deben estar pendientes de enderezar el camino a riesgo de perder en el tiempo su autonomía. La campaña eclesial contra la liberación sexual que sectores de gobierno apoyan busca sin duda el apoyo de quienes coinciden con ellos. Así, ante este neopanorama resulta verdaderamente importante que los partidos definan sus plataforma ideológicas y los planes y programas que proponen.

Hoy como nunca y luego de darle un repaso a su historia México esta en la puerta de cambios profundos que deberán surgir de la campaña presidencial.

Estos cambios, serían verdaderamente difíciles si se permitiera que los temas religiosos —sean cuales sean las tendencias de cada religión— lesionen profundamente el estatus de separación, que ha sido un freno para alcanzar los anhelos y los sueños de los mexicanos que hace 200 años lucharon por su libertad, su dignidad y su autonomía.


Rota esta política en la que cada quien debería y debe atender sus propios asuntos, el camino se tornaría verdaderamente difícil como pudimos verlo a lo largo de películas, documentales, conferencias que enmarcaron los festejos para celebrar el inicio de la Independencia y el inicio de la Revolución.

Es importante hacer notar que independientemente de lo que afirmen los círculos religiosos y sus jerarquías, nadie tiene la intención de coartar la libertad de creencias, de fe o de religión, sino poner a cada quien en su lugar, como lo señala los rumbos de la vida moderna.

Por esa razón, las diligencias partidarias deberán analizar e investigar hasta dónde y en cuáles lugares la penetración de otras ideologías, la de la imposición religiosa han penetrado. La próxima campaña presidencial deberá ser muy amplia en el estudio de los problemas nacionales, muy independientes de todo aquello que las jerarquías traten de desviar hacia intereses lejanos a los intereses civiles. Esto no quiere decir en forma alguna, afectar las creencias religiosas o imponerle a los ciudadanos ideas que afecten los contenidos morales de las conductas individuales y colectivas. Estamos en el prolegómeno de grandes acontecimientos que cimbrarán la existencia misma de la nación.
* Periodista y escritor

josecabreraparra@hotmail.com

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