Ver "Presunto culpable" (@PresuntoC), documental de Roberto Hernández y Geoffrey Smith, es una experiencia necesaria: brutal.

La historia de la película se remonta a un trabajo previo: el corto "El túnel", de Hernández y Layda Negrete, quien tiene crédito de productora en "Presunto culpable". Abogados los dos, Hernández y Negrete realizaron "El túnel" para mostrar algunos de los datos estadísticos que habían reunido en sus trabajos de investigación sobre el sistema penal mexicano. El corto denuncia una cantidad enorme de irregularidades y absurdos en la justicia nacional y llamó la atención de familiares y amigos de José Antonio Zúñiga, un joven mexicano acusado de homicidio con arma de fuego en 2005 y condenado a 20 años de prisión. "Presunto culpable" es la historia de Zúñiga y, más todavía, de las irregularidades en su proceso.

No es sólo que él, puestero en Iztapalapa, no conocía a la víctima y (según declaraciones de testigos) se encontraba a kilómetros de distancia del lugar de los hechos, trabajando, a la hora en que se cometió el crimen. Estas declaraciones fueron desestimadas en el proceso, al igual que una prueba pericial que demostraba que Zúñiga no había disparado ningún arma; Zúñiga fue "levantado" por un par de policías que lo mantuvieron incomunicado y no le dijeron de qué se le acusaba; el juicio se sustentó exclusivamente en el testimonio de una persona que no mencionó a Zúñiga en sus declaraciones iniciales y que posteriormente admitió no haber visto quién disparó el arma homicida. 92% de los casos del Poder Judicial, nos informa la película, no se basan en evidencia física; 95% de las sentencias son condenatorias; y, contra lo que podría pensar la mayoría de los mexicanos, que conoce únicamente el sistema penal de las series de televisión estadounidenses, en México no hay juicios orales con jurado. De hecho, los acusados casi nunca llegan a ver directamente al juez que los juzga.

Otra idea que aprendemos de la televisión es mucho menos la de que el acusado es considerado inocente hasta que se prueba lo contrario. En México, de hecho, es al revés: el acusado debe comprobar su inocencia, y además defenderse ante un sistema que, en muchas ocasiones, tiene el propósito de declararlo culpable a como dé lugar. Una práctica común, como revela en la película un policía que pide el anonimato, es tomar a alguien al azar en la calle y acusarlo del delito en turno: fabricar un culpable para dar la impresión de que el sistema funciona y es eficaz. "Yo no soy una base de datos", se queja uno de los policías que acusaron a Zúñiga, cuando le preguntan si tenía alguna prueba de que él había cometido el crimen.

Hernández y Negrete, quienes consiguieron un segundo juicio para Zúñiga (al descubrir que uno de los abogados implicados en el primero había falsificado su cédula profesional), consiguieron también permiso para grabarlo en video. Ésta es la parte más reveladora de la película porque deja constancia de todos los vicios de nuestro sistema de aplicación de justicia y de la forma en que la burocracia se asienta en ellos y en general consigue detener cualquier cuestionamiento. Todo se resume en una frase: al preguntársele a la fiscal por qué se empeña en acusar a Zúñiga, ésta sonríe nerviosamente y responde: "Porque es mi chamba".

La película tiene un final feliz: aunque el segundo juicio repite la sentencia del primero (el expediente del caso desestimó nuevamente toda la evidencia a favor del acusado), la apelación consiguió que Zúñiga fuera absuelto, en buena medida gracias al testimonio en video de cómo se había realizado el juicio. Sin embargo, como Hernández y Negrete declararon al "Wall Street Journal", éste es un modo caro de conseguir una absolución...

El documentalista australiano Geoffrey Smith tiene el crédito de co-director por su labor al reeditar el primer corte de "Presunto culpable". De él, supongo, proviene la fuerza dramática de la mayoría de las secuencias, la visión casi expresionista de la vida de pesadilla en el Reclusorio Oriente y los primeros planos, durante el segundo juicio, en los que los testimonios de la parte acusadora muestran el nerviosismo que sugiere la mentira. La película también se apega casi siempre a la sobriedad de la escuela de Errol Morris y otros documentalistas actuales, que no aparecen ante la cámara, se confinan a la edición y procuran dar la impresión de que las personas y lugares que les interesan "cuenten" su propia historia. Esto se agradece, en especial, porque los dos abogados terminaron participando en el equipo de defensa de Zúñiga, lo que podría haberlos tentado a centrar más el filme en ellos. En cambio el centro está siempre en la pesadilla del sistema penal.

Un detalle desolador: como película, "Presunto culpable" hace grandes esfuerzos por hacer de Zúñiga un personaje simpático, y tiene la fortuna de que Toño, como siempre lo llaman, es un joven agraciado, carismático, articulado, que baila breakdance y hasta rapea. Pero la mayoría de los acusados injustamente por el sistema penal mexicano no son como Toño.

Ésta es, en cualquier caso, una película imprescindible. Y su llamado a la acción (véanse los enlaces más abajo) es una forma simple y factible para hacerle frente, al menos en un frente, a uno de tantos males de la actualidad mexicana.

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El sitio de la película: http://www.presuntoculpable.org, tiene más información sobre la misma, avances, etcétera.

El "Wall Street Journal" publicó este texto sobre la película: http://online.wsj.com/article/SB10001424052748704322004574475492261338318.html

Ésta es la página de "Abogados con cámaras", el proyecto de Roberto Hernández y Layda Negrete para conseguir que todos los procesos en México puedan grabarse. http://www.facebook.com/pages/Abogados-con-camaras/75896574400

Y he aquí un texto que escribí hace años sobre otro caso similar: http://www.letraslibres.com/index.php?art=9512

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